Por una Real ordenanza dada por Carlos I en 1536, en Génova, se creó, junto al de Nápoles y Lombardía, el llamado Tercio Viejo de Málaga, formado en la ciudad de Málaga y mayoritariamente por soldados españoles, siendo destinado a guarnecer las plazas de Cagliari, Nuoro y Sassari, en la isla de Cerdeña, la cual era parte integrante de la monarquía española. Pronto este Tercio fue conocido como Tercio de Cerdeña.
Cada uno de estos Tercios se hallaba formado por diez Compañías de piqueros y dos o tres, según las necesidades o disponibilidad, Compañías de arcabuceros, que en un principio eran en su mayoría de ballesteros. Alrededor de tres mil hombres.
Cuando acababa una campaña, no se disolvía, sino que permanecía activo con el objeto de retener a los soldados veteranos para, por un lado, mantener el espíritu de cuerpo, por otro lado, mantener las defensas de las posesiones españolas y, por último, atraer a nuevos soldados a sus filas.
Este modelo, años mas tarde, dio origen a que en Alemania, Francia o Inglaterra adoptaran el sistema adaptándolo a su idiosincrasia, denominándolas Regimientos y con la idea de que también fueran permanentes.
No conocemos quien fue el primer Maestre de Campo de este Tercio, pero si sabemos que en 1564 este cargo lo ocupó Gonzalo de Baracamonte. No obstante, nuestro Tercio ya había combatido en Córcega, Cerdeña, Nápoles, Paises Bajos, Malta, La Goleta,...
Y para 164 ya era popularmente conocido como Tercio de Cerdeña.
Y para 164 ya era popularmente conocido como Tercio de Cerdeña.
Se tiene constancia de que se hallaron en las batallas de Heiligerlee del veintitrés de mayo de 1568, y en la de Jemmingen del siguiente veintiuno de julio, colaborando a la indiscutible victoria de las armas españolas. Fue de los primeros en enarbolar la bandera imperial contra los protestantes en los Países Bajos, con diez Compañías bajo el mando de Gonzalo de Bracamonte.
Pero no todo era bonito en nuestro Tercio Viejo, no, pues una de sus características era la evidente indisciplina de sus componentes, solo disciplinados cuando se dirigían al combate, aunque esta disciplina sobre el campo de batalla no evitó que en Heiligerlee sufriera enormes pérdidas, pues fieles a su carácter díscolo e indisciplinado no obedecieron la orden de esperar a atacar y, así, unos seiscientos arcabuceros se lanzaron por su cuenta y riesgo a atacar y sin adoptar la formación reglamentaria ni saber las condiciones del terreno, lo que conllevó que los holandeses los macharan a todos.
Ante esta situación, el conde de Aremberg, que mandaba la expedición, tuvo que dejar el campo, pero a los aproximadamente mil efectivos del Tercio Viejo que quedaban solo pensaron en poner pies en polvorosa.
Según parece, después de la derrota, los que se salvaron se refugiaron en pueblos y granjas de la zona, donde los habitantes los pasaron a cuchillo. Esto, cuando se recuperó el terreno perdido los siguientes días veintidós y veinticinco de julio, los soldados del Tercio Viejo de Málaga se tomaron cumplida venganza con los paisanos, matándo a demasiados y quemando pueblos y aldeas y tal debió ser la sangría que el duque de Alba, de natural frío e impasible, se alarmó y dispuso se recogieran y no salieran al campo, dando, además, orden el siguiente día veintiséis de que el Tercio se disolviera, se rasgaron sus banderas y se rompieron las astas, su Maestre de Campo y sus capitanes degradados, sus Sargentos rompieron sus partesanas y sus soldados repartidos en otros Tercios. Y todo esto realizado en presencia de todo el Ejército reunido.
Se ponía así fin a un Tercio que se había cubierto de gloria en cuantas batallas se halló.
Poco después, en la isla de Cerdeña se formó un nuevo tercio, este ya con el nombre de Tercio de Cerdeña, formado en su mayoría por individuos italianos, del cual sabemos que para 1571 contaba con una unidad de cuatrocientos mosqueteros, de los que se sabe que intervinieron en la Batalla de Lepanto.
Soldado Malagueño
Málaga - 2018
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