Hola, esto que escribo es la actuación de una mujer en julio
de 1570 durante el ataque de moriscos que sufrió el pueblo de Alozaina, en la
provincia de Málaga. Me parece interesante su conocimiento.
Es la transcripción de un artículo aparecido en un periódico del cual no tengo
el nombre ni la fecha, y que está en un archivo de Málaga. Abajo pongo su
localización. Espero que no me llamen la atención pensando que es un vulgar
copiar y pegar, pues he tenido que escribirlo entero: no se puede hacer el
copiar y pegar...o por lo menos yo no he podido hacerlo.
Entre los hijos
ilustres de la provincia de Málaga, ocupa un lugar preferente una heroína, cuyo
nombre no debe olvidarse por aquellos que aman las glorias de su país y hallan
en el pasado ejemplos que deben vivir siempre como enseñanza de sus nuevas
generaciones.
Bastantes lustros eran ya pasados desde que los moros habían sido despojados de
su poder en España y de que la enseña cristiana reemplazó a la Media Luna. pero
nuestra comarca andaluza estaba infestada de moriscos, rebeldes algunos,
hipócritos los más, que esperaban la hora de la venganza. Su odio a los
cristinos era mayor cada día, dando origen a revueltas, condenas y procesos.
Sus mismos jueces especiales eran injuriados y hasta se desconfiaba de sus
intenciones. En villas enteras solo moriscos existían, pues los cristianos que
fueron a poblarlas, las abandonaron, temiendo ser víctimas de una traición. Las
Alpujarras, la comarca veleña, la Sierra bermeja y otras varias regiones eran
focos de rebeldía.
Lorenzo Alfaquí, de origen árabe, de instintos sanguinarios, reunió más de tres
mil moriscos procedentes de tierras rondeñas y proyectó apoderarse de la
pintoresca villa de Alozaina, que se encontraba a la sazón casi deshabitada,
pues sus moradores habían ido a la siega y solo mujeres, viejos y niños había
en el poblado. Eran Capitanes de este alzamiento los moriscos Alfor y Jabelí.
Un destacamento de seiscientos hombres salió cautelosamente para Alozaina,
regando el camino con la sangre de cuantos cristianos hallaban. Según su
ilustre historiador de la provincia de Málaga, solo quedaban en la villa siete
hombres.
Llegaron los moriscos a las calles de Alozaina. El escudero Ginés Martín,
apercibido, dio la voz de alarma, logrando atravesar las filas de los
revoltosos, y unido a los siete vecinos, con las mujeres y los niños, se
guarneció en el castillo que estaba ruinoso y casi abandonado. Las valerosas
mujeres, poniéndose las monteras, los capacetes y los capotes de los hombres,
recorrían las almenas, fingiendo que existía numerosa guarnición y otra tocaba
a rebato, volteando la campana de una capilla que había dentro de la débil
fortaleza.
Envalentonados los moriscos y creyendo seguro el triunfo, dispararon sin cesar
contra el castillo, logrando a poco que uno de sus más decididos defensores, el
anciano Martín Sagredo -o Lagredo- Domínguez, cayera gravemente herido. Tenía
éste una hija de tanta hermosura como corazón, que auxiliaba a su padre en la
desesperada defensa.
Al verlo caer, al mirar como corría su sangre, aquella heroica mujer arrancó la
aljaba y la ballesta de un moribundo, se colocó en lo más alto del muro, y
defendió con incansable ardimiento un portillo, por el cual los moriscos se
precipitaban. Cayó muerto uno de estos, muchos se vieron heridos y los
restantes se acobardaron ante la indómita bravura de aquella gentil cristiana.
Los vecinos que estaban en el campo oyeron las campanas, el clamoreo y las
descargas, y unos tras otros regresaron a sus hogares. Emprendiose feroz la
lucha y los moriscos, derrotados, prendieron fuego en su huida a más de treinta
casas y se refugiaron en la vecina sierra, dejando nuevamente Alozaina a los
cristianos.
Continúa el periódico diciendo que
Don
Cristóbal Medina Conde en su Diccionario Geográfico Malacitano [.....]
refiriéndose a la villa de Alozaina, se dice copiado literalmente:
"...que una sola mujer llamada
María de Segredo la defendió de que la asaltasen los moros, pues habiéndole
avisado de que tenían una escala echada a la torre que estaba sobre las puertas
y no habiendo ni un hombre solo en el pueblo, acudió corriendo a socorrer la
parte que pudiera y con efecto se asomó a la torre y vio que por la escala iban
subiendo tres moros, y en el mismo sitio había unas colmenas.
Se volvió y tomó un corcho muy lleno
de ganado y lo tiró al primero que subía. Lo derribó y a los demás uno encima
de otro, y no contenta con esto y con haber muerto a uno de ellos del golpe,
practicó la misma diligencia con otras dos colmenas, que aunque ninguna les
pegó, se hicieron pedazos los corchos y huyendo de las abejas los veintidós o
veintitrés que venían, dejaron el país.
Acaba el artículo de la siguiente
manera:
El
heroísmo, la sublime entereza de María Sagredo, a quien sin ningún género de
dudas se debió que el ruinoso castillo no fuera asaltado, se difundió por toda
España. El rey supo la hidalga y temeraria acción de la joven malagueña y quiso
hacerla objeto de sus mercedes.
Efectivamente, en nuestros archivos
consta que la bondad real concedía poco tiempo después a María Sagredo, en
concepto de dote y como premio a su bravura, unos heredamientos en la villa de
Torrox.
Digno es el nombre de la singular
mujer que nos ocupa, de que se le perpetúe en Alozaina a través de las
generaciones, bien rotulando con él una calle, bien colocando una lápida
conmemorativa en el lugar que se crea mas a propósito, o de otra cualquier
manera, que el dedicar Alozaina un recuerdo a su heroína, sería honrarse a sí
misma, ya que los pueblos se enaltecen al enaltecer a sus hijos más preclaros.
Málaga - 2018
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