Soldado Malagueño
Málaga - 2018
Este es un lugar dedicado a los militares malagueños que dedicaron toda o parte de sus vidas a formar parte del Ejército y la Armada Españoles, que realizaron hazañas sorprendentes, que llevaron a cabo expediciones dignas de recordar o que solo fueron simples soldados que cumplieron con honor y con valor con su deber, pero que hoy han sido olvidados o relegados por la historia a un triste rincón del cual quiero sacar y poner en valor. Es un tributo al Soldado Malagueño de todo tiempo.
Tuvo su ingreso en el servicio el dieciocho
de febrero de 1861 al ingresar en case de cadete en el Colegio de Artillería de
Segovia, obteniendo el empleo de subteniente el veintisiete de octubre de 1864
y el de teniente el tres de julio de 1867, siendo destinado al quinto
regimiento a pie.
El primero de enero de 1868 pasó destinado
al tercer regimiento y hallándose prestando sus servicios, se halló el
siguiente veintiocho de septiembre en la batalla del Puente de Alcolea, donde
por su brillante servicio se le concedió el empleo de capitán, pero del arma de
caballería.
El treinta y uno de enero de 1873, siendo su
destino la segunda batería del segundo regimiento de montaña del Ejército del
Norte, se halló en el ataque y toma de la plaza de Aya, en la provincia de
Guipúzcoa, tras derrotar a las partidas de los carlistas que hostigaban el país
y por su mérito en los combates, fue agraciado con la Cruz del Mérito Militar
roja de primera clase.
En febrero de 1873 solicitó el retiro, pero
volvió al servicio activo el siguiente mes de septiembre, pasando destinado a Tafalla,
Navarra, donde se incorporó a las acciones militares, hallándose en los enfrentamientos
con los carlistas en la ermita de Santa Bárbara, los montes de Guirguillano y
en las inmediaciones de Puente de la Reina, acciones por las que fue
recompensado con el empleo de comandante de Ejército el 6 de octubre de 1873.
El siete de noviembre se halló en la batalla
de Montejurra y el nueve diciembre, a las órdenes del general Moriones, en la
acción de Velavieta, por la que alcanzó el grado de teniente coronel.
Ya en marzo de 1874, se halló en los
combates habidos en San Pedro de Abanto, por cuyas acciones fue recompensado con
la Cruz Roja de segunda clase del Mérito Militar. El dieciocho de abril pasó junto
con su compañía al Tercer Cuerpo, a las órdenes del general Concha, con el que
entró en acción en la aldea de Otáñez y alturas de las Muñecas, contribuyendo a
desalojar al enemigo de las posiciones de Santa Águeda y desde aquí, avanzar
rápidamente hasta la plaza de Bilbao, en la que entraron el dos de mayo.
Posteriormente operó en la provincia de
Navarra, hallándose en junio en los combates de Monte Muru, donde por sus
méritos que fue recompensado con el empleo de teniente coronel del Ejército.
En enero de 1875 asistió al levantamiento
del bloqueo de Pamplona, ganando por dicha acción el grado de coronel el 3 de
febrero. Del trece al diecinueve de julio en el sitio y bombardeo de Puigcerdá,
donde por su actuación fue agraciado con la Cruz Roja de segunda clase al
Mérito Militar.
Los días diecisiete, dieciocho y diecinueve
de febrero de 1876, se halló en las operaciones realizadas sobre las plazas de Solana,
Estella y Montejurra, tras lo que se le concedió el empleo de coronel.
El siguiente once de octubre es destinado a
formar parte del Ejército de Operaciones de Cuba con el empleo de comandante de
Artillería.
Al llegar a La Haba el dieciocho de
noviembre, se le confiere el mando de una media brigada, formada por los
batallones Cazadores de León y de Alfonso XII, pasando inmediatamente a operaciones
de campaña por la zona de Cienfuegos, permaneciendo en dicha situación hasta el
mes de abril del año siguiente, 1877, que se le nombró jefe del cuerpo de
guerrillas de la Trocha y de la línea avanzada de las tropas españolas en la
zona, siendo su campo de operaciones el sector comprendido entre Sancti
Espíritus y Puerto Príncipe, destacando de entre estas operaciones la ocurrida
en Guayo, donde a pesar de hallarse en inferioridad numérico, logró junto a sus
hombres infligir una dura derrota a las tropas rebeldes de las Villas, lo que
le valió ser agraciado con Cruz Roja al Mérito Militar de tercera clase.
Una vez cumplido su tiempo en Cuba, fue
reintegrado a España en junio de 1878, quedando de cuartel en Madrid, donde el
siguiente veintiséis de enero de 1881 asciende a brigadier en recompensa a sus
servicios en la Isla de Cuba. El veintidós de diciembre de 1886 se le nombra
jefe de brigada del distrito militar de Navarra, permaneciendo en el desempeño
de su cargo en dich9o destino hasta el siguiente veintiocho de febrero de 1889,
que por orden de treinta de enero anterior retorna a la Isla de Cuba, esta vez
con el nombramiento de gobernador militar de la provincia de Pinar del Río.
A su llegada al nuevo destino, en marzo se
le confiere el cargo de inspector general de somatenes, así como el de jefe
superior de las operaciones de persecución y captura de bandidos y delincuentes
en las provincias de Santa Clara, La Habana, Matanzas y Pinar del Río,
operaciones todas estas que desempeñó a satisfacción del Gobierno, por lo que
en 1890 fue recompensado con la Gran Cruz al Mérito Militar.
En el mes de febrero de 1893, en nombrado
gobernador militar de la provincia de Matanzas, y con este nuevo destino, se
puso al frente de las operaciones desarrolladas en las provincias de Puerto
Príncipe y Santiago de Cuba para sofocar el alzamiento promovido por los
hermanos Manuel y Ricardo Sartorio Leal en el lugar de Purnio, Uñas y Velasco
-cerca de Holguín- la noche del veinticuatro al veinticinco de abril
El siguiente mes de mayo pasa a ocupar el
gobierno militar de Santiago de Cuba, declarando el estado de sitio de la
provincia en febrero de 1895, debiendo trasladarse con las tropas de su mando a
Guantánamo para dirigir las operaciones contra los insurgentes que habían
desembarcado al mando de los hermanos Maceo Grajales y de Francisco Adolfo Crombet
Tejera, conocido como "Flor Crombet", quien falleció durante el
combate.
Continuó de operaciones, derrotando en marzo
a Alfonso Goulet Goulet y a José Quintino Bandera Betancourt, conocido como “Quintín
Bandera”, tras lo cual retornó a España por enfermedad, no sin antes haber
ejercido los cargos de comandante general y subinspector de la artillería de la
Isla, en cuyo desempeño realizó un estudio de la defensa de la ciudad La Habana,
tanto por tierra como por mar, así como de la fortificación y artillado de
diversos puertos y zonas costeras de la Isla.
Todos estos hechos, tuvieron su broche de
oro con la concesión el veintidós de octubre de 1896 de la Gran Cruz del Mérito
Militar.
Aunque claro, la alegría nunca es completa,
pues al poco de recibirla, en el mismo mes de octubre recibe la “alegría” de
ser destinado al ejército de Filipinas, acompañando al general Camilo García de
Polavieja, haciéndose entrega nada más llegar -a primeros de diciembre- la
parte mollar de las operaciones contra los rebeldes en la provincia de Cavite,
en poder de éstos, capitaneados por Emilio Aguinaldo y Famy.
En febrero y tras una sucesiva marcha de
victorias, se hace con el control de Silang, Pérez das Mariñas y otros puntos.
En marzo toma Imús, ciudad donde los rebeldes tenían su cuartel general y así
hasta el primero de abril, con las tomas de las posiciones de San Francisco de
Malabón, Rosario, Noveleta y Cavite.
Todas estas acciones, se llevaron a cabo a pesar
de las dificultades encontradas, tales como el restringido uso de la caballería
por las condiciones del terreno, la feroz combatividad del filipino y otros, lo
que obligó a nuestro hombre a diseñar e implementar planteamientos tácticos
sobre la marcha, empleando a conciencia la artillería para dejar expedito el
terreno a la infantería, aprovechando eficazmente el pánico que sentían los
tagalos a verse rodeados durante el combate, por lo que muchas de las acciones las
realizó intentando apoyarse en los flancos a cualquier precio e incluso tomar
la retaguardia antes de lanzar el ataque frontal.
Por sus méritos en esta guerra, fue promovido
el dos de abril al empleo de teniente general tras lo cual retornó a la Península,
desembarcando en Barcelona el once junio, siendo aclamado tanto en Madrid como
en Málaga por su ejemplar desempeño, sobre todo en Cavite.
Para su actuación Filipinas, recomiendo leer
la Revista de historia militar. Número extraordinario de 2019. Instituto de
historia y cultura militar. Madrid.
En abril de 1899 fue nombrado capitán
general de Galicia y comandante del octavo cuerpo de ejército, cargos que desempeñó
hasta junio de 1902, que fue destinado al Consejo Supremo de Guerra y Marina.
En el interín, fue senador por la provincia de Málaga en las legislaturas de
1899-1900 y 1903-1904.
Contrajo matrimonio con María Cay Deville,
natural de Matanzas, Cuba, e hija de Ricardo Cay Jaimes, comerciante de
artículos chinos, y de Matilde Deville y Withe.
Consecuencia de una enfermedad contraída en Filipinas, falleció en Madrid el trece de julio de 1903. Tiene dedicada una calle en Málaga, situada entre la avenida de Velázquez y la calle Jorge Guillén, en la llamada Barriada de Girón (Barriada de José Antonio Girón, 1955)
“…Procedente
de artillería. llegó á ceñir la faja cuando solo era capitán del Cuerpo, y
basta este hecho para comprender que fueron los méritos de campaña, y no el
favor, los que tan joven lo elevaron á un puesto tan alto en su carrera…”
Estaba en posesión de las siguientes
condecoraciones:
- Cruz y
Gran Cruz de San Hermenegildo
- Cruces
Mérito Militar roja: 1ª clase, 1; 2ª clase, 2; 3ª clase, 1.
- Cruces
Mérito Militar blanca: 1ª, 2ª, 3ª clase y Gran Cruz, una de cada clase
- Cruz
de Carlos III
- Cruz
de Isabel la Católica
- Gran Cruz
de San Fernando,
-
Medalla de Cuba con distintivo rojo,
-
Medalla de Bilbao,
-
Medalla de Alfonso XII,
- Cruz
de María Cristina y
- Benemérito de la Patria.
Había
un busto suyo en el Museo de Artillería, regalado a esta institución por su
viuda.
Hola, esto que escribo es la actuación de una mujer en julio
de 1570 durante el ataque de moriscos que sufrió el pueblo de Alozaina, en la
provincia de Málaga. Me parece interesante su conocimiento.
Es la transcripción de un artículo aparecido en un periódico del cual no tengo
el nombre ni la fecha, y que está en un archivo de Málaga. Abajo pongo su
localización. Espero que no me llamen la atención pensando que es un vulgar
copiar y pegar, pues he tenido que escribirlo entero: no se puede hacer el
copiar y pegar...o por lo menos yo no he podido hacerlo.
Entre los hijos
ilustres de la provincia de Málaga, ocupa un lugar preferente una heroína, cuyo
nombre no debe olvidarse por aquellos que aman las glorias de su país y hallan
en el pasado ejemplos que deben vivir siempre como enseñanza de sus nuevas
generaciones.
Bastantes lustros eran ya pasados desde que los moros habían sido despojados de
su poder en España y de que la enseña cristiana reemplazó a la Media Luna. pero
nuestra comarca andaluza estaba infestada de moriscos, rebeldes algunos,
hipócritos los más, que esperaban la hora de la venganza. Su odio a los
cristinos era mayor cada día, dando origen a revueltas, condenas y procesos.
Sus mismos jueces especiales eran injuriados y hasta se desconfiaba de sus
intenciones. En villas enteras solo moriscos existían, pues los cristianos que
fueron a poblarlas, las abandonaron, temiendo ser víctimas de una traición. Las
Alpujarras, la comarca veleña, la Sierra bermeja y otras varias regiones eran
focos de rebeldía.
Lorenzo Alfaquí, de origen árabe, de instintos sanguinarios, reunió más de tres
mil moriscos procedentes de tierras rondeñas y proyectó apoderarse de la
pintoresca villa de Alozaina, que se encontraba a la sazón casi deshabitada,
pues sus moradores habían ido a la siega y solo mujeres, viejos y niños había
en el poblado. Eran Capitanes de este alzamiento los moriscos Alfor y Jabelí.
Un destacamento de seiscientos hombres salió cautelosamente para Alozaina,
regando el camino con la sangre de cuantos cristianos hallaban. Según su
ilustre historiador de la provincia de Málaga, solo quedaban en la villa siete
hombres.
Llegaron los moriscos a las calles de Alozaina. El escudero Ginés Martín,
apercibido, dio la voz de alarma, logrando atravesar las filas de los
revoltosos, y unido a los siete vecinos, con las mujeres y los niños, se
guarneció en el castillo que estaba ruinoso y casi abandonado. Las valerosas
mujeres, poniéndose las monteras, los capacetes y los capotes de los hombres,
recorrían las almenas, fingiendo que existía numerosa guarnición y otra tocaba
a rebato, volteando la campana de una capilla que había dentro de la débil
fortaleza.
Envalentonados los moriscos y creyendo seguro el triunfo, dispararon sin cesar
contra el castillo, logrando a poco que uno de sus más decididos defensores, el
anciano Martín Sagredo -o Lagredo- Domínguez, cayera gravemente herido. Tenía
éste una hija de tanta hermosura como corazón, que auxiliaba a su padre en la
desesperada defensa.
Al verlo caer, al mirar como corría su sangre, aquella heroica mujer arrancó la
aljaba y la ballesta de un moribundo, se colocó en lo más alto del muro, y
defendió con incansable ardimiento un portillo, por el cual los moriscos se
precipitaban. Cayó muerto uno de estos, muchos se vieron heridos y los
restantes se acobardaron ante la indómita bravura de aquella gentil cristiana.
Los vecinos que estaban en el campo oyeron las campanas, el clamoreo y las
descargas, y unos tras otros regresaron a sus hogares. Emprendiose feroz la
lucha y los moriscos, derrotados, prendieron fuego en su huida a más de treinta
casas y se refugiaron en la vecina sierra, dejando nuevamente Alozaina a los
cristianos.
Continúa el periódico diciendo que
Don
Cristóbal Medina Conde en su Diccionario Geográfico Malacitano [.....]
refiriéndose a la villa de Alozaina, se dice copiado literalmente:
"...que una sola mujer llamada
María de Segredo la defendió de que la asaltasen los moros, pues habiéndole
avisado de que tenían una escala echada a la torre que estaba sobre las puertas
y no habiendo ni un hombre solo en el pueblo, acudió corriendo a socorrer la
parte que pudiera y con efecto se asomó a la torre y vio que por la escala iban
subiendo tres moros, y en el mismo sitio había unas colmenas.
Se volvió y tomó un corcho muy lleno
de ganado y lo tiró al primero que subía. Lo derribó y a los demás uno encima
de otro, y no contenta con esto y con haber muerto a uno de ellos del golpe,
practicó la misma diligencia con otras dos colmenas, que aunque ninguna les
pegó, se hicieron pedazos los corchos y huyendo de las abejas los veintidós o
veintitrés que venían, dejaron el país.
Acaba el artículo de la siguiente
manera:
El
heroísmo, la sublime entereza de María Sagredo, a quien sin ningún género de
dudas se debió que el ruinoso castillo no fuera asaltado, se difundió por toda
España. El rey supo la hidalga y temeraria acción de la joven malagueña y quiso
hacerla objeto de sus mercedes.
Efectivamente, en nuestros archivos
consta que la bondad real concedía poco tiempo después a María Sagredo, en
concepto de dote y como premio a su bravura, unos heredamientos en la villa de
Torrox.
Digno es el nombre de la singular
mujer que nos ocupa, de que se le perpetúe en Alozaina a través de las
generaciones, bien rotulando con él una calle, bien colocando una lápida
conmemorativa en el lugar que se crea mas a propósito, o de otra cualquier
manera, que el dedicar Alozaina un recuerdo a su heroína, sería honrarse a sí
misma, ya que los pueblos se enaltecen al enaltecer a sus hijos más preclaros.
Málaga - 2018