6ª PARTE: INVASIÓN FRANCESA: 1810 - CAPTURA Y MUERTE
COMIENZA LA LEYENDA
Su fama se extendió por todas las comarcas en las que
dejaba sentir el poder de sus armas y de sus dotes militares de mando y
organización, y sus hombres eran temidos por unos desmoralizados soldados
franceses, que temían ser los elegidos para realizar tal o cual misión que
supusiese adentrarse en el país, saliendo del abrazo protector de las ciudades
y pueblos. Tal fue el terror que infundió Don Vicente Moreno y su partida en la
provincia de Málaga, cumpliendo a la perfección las órdenes que de seguro
recibió del Consejo de Regencia.
Pero era solo
cuestión de tiempo que el estado de la situación cambiara, pues los esfuerzos
galos por capturarlo y deshacer su partida se redoblaron, no siendo menos
importante la compra de traidores, que por unas pocas monedas o algún honor
eran capaces de vender hasta a sus padres si necesario fuese. Y en este juego fue
protagonista Don Vicente, quien merced a una traición fue interceptado,
combatido, herido y por último hecho prisionero junto a seis de sus bravos
soldados y su partida diezmada.
Bien. A fines
de julio de ese año de 1810, había
mandado recado Don Vicente a sus hermanos Miguel y Francisco comunicándoles que
se reunieran con él y su partida la tarde noche del día primero de Agosto.
Estos dos hermanos
se hallaban ocultos en Antequera, pues los franceses los andaban buscando
debido a ser Oficiales del Ejército español y que seguían realizando acciones
de hostigamiento a las tropas galas, de modo que sus cabezas tenían precio.
Pero poco
tiempo antes de producirse el encuentro de Don Vicente con sus hermanos en el
llamado Cortijo de los Bodoques, recibe mensaje de que un labriego deseaba
hablar con Moreno para darle una noticia cierta por la cual quería notificarle
que al amanecer por el lugar de Navazo Hondo, en el camino de Málaga, va a
pasar un importante correo francés con importantes pliegos para Bertrand,
Gobernador de Málaga, y pensando Don Vicente que esos documentos debían pasar a
manos de la Regencia, no dudó en dejar plantados a sus hermanos y, así, con
cuarenta de sus hombres se dirigió al lugar, emboscándose y preparados para el
momento de asaltar el correo nada más este asomase por el camino .
Eran las dos de la madrugada del dos de
Agosto, cuando ya aparecen los franceses y la partida española, esperando la
orden de su Capitán aguarda ansiosa para asestar el golpe. La orden llega y
como un solo hombre salen todos de sus puestos y acometen bizarramente a los
galos, pero ¡ay! el número de enemigos es muy superior al esperado, pues no
solo aparecen los que debían acompañar al correo, sino que pronto se ven
sorprendidos por más soldados franceses que aparecieron por el otro lado,
viéndose estos valientes patriotas rodeados, superados y acosados por todos
lados, cayendo unos muertos, otros heridos, no siendo menos nuestro insigne caudillo,
quien con dos heridas en las piernas no cesa de acometer a los enemigos de la
libertad de la patria, pero la realidad se impuso y al fin, Don Vicente y seis
de sus bravos fueron hechos prisioneros.
Esto solo fue
posible a una traición, la perpetrada por un mal español que por unas monedas
vendió a sus compatriotas, los que en lucha noble eran imbatibles y a los que
la sola traición pudo doblegar. Solo todo un poderoso destacamento de polacos
del Regimiento Nº 4 podía batirlos Solo
noticias falsas sobre el correo pudieron llevar a nuestros bravos campeones a
una celada mortal. Solo un señuelo traidor acabó con una partida de héroes.
Tras este desgraciado suceso, nuestros siete hombres fueron llevados a la
ciudad de Málaga, comenzando aquí el calvario de Don Vicente
Una vez en
Málaga se le manda junto a sus seis hombres a la cárcel real por orden del
Gobernador Berton, donde tras ser preguntado si reconocía la carta que
respondió desde Vélez - Málaga rechazando la oferta que se le hizo de pasarse a
los franceses, afirmando Don Vicente que era suya efectivamente. Tras
esto, ordenó Bertrand que quedara incomunicado, celda
donde procedieron a practicarle la cura de sus heridas
Mientras esto ocurría, Dª. María teresa, su
mujer, no perdió el tiempo, pues empezó a practicar cuantas diligencias fuesen
necesarias para intentar conseguir la libertad de Don Vicente, consiguiendo
recomendaciones para enviar a Granada, pues era esa a la ciudad a donde iban a
mandar a nuestro bravo Capitán
No era Don Vicente hombre que se dejara impresionar
por vanas palabras, de modo que permaneció decidido a ser fiel a si mismo y a
los juramentos que había hecho. Más los franceses, deseosos de humillarlo y
atraerlo a su bando, no dudaron en ordenar la ejecución de sus seis compañeros
en el patio de la cárcel, pero esta ejecución iba a tener un espectador de
excepción, pues ordenó Bertrand que nuestro Capitán estuviese presente durante
los seis asesinatos, pensando que con ello se ablandaría, se vendría abajo y,
por último, se avendría a las condiciones francesas.
Y, así,
sentado enfrente de sus hombres debió presenciar tan horroroso acto,
ayudándoles con sus palabras a morir
pensando que sus muertes no iban a ser en balde, que lo eran por la libertad de
sus hijos, de su patria y de su religión
y que, tranquilos, el les seguiría muy pronto, a la vez que les daba ánimos (12)
Frotábanse ya
las manos los franceses pensando en haber derrotado la entereza de Don Vicente,
pero éste, tras padecer por sus compañeros, se aferró aun más a sus ideales y a
su determinación de morir por la patria y por su honor, de modo que una vez
trasladado a su celda, se le presentaron unos Oficiales franceses y polacos
para animarle a pasarse a su bando, pero tras las reiteradas negativas del
Capitán Moreno, empezaron a insultarlo diciéndole que no tenía honor y que tan
solo era un capitán de bandidos, a la vez que le maltrataban. Ocurrieron estos
sucesos el cuatro de Agosto.
La suerte del Don Vicente estaba echada, pues viendo
los franceses la imposibilidad de reducirlo, decidieron enviarlo a Granada,
donde el General Sebastiani decidiría. Y así, este General, por medio de un
traidor español llamado Antonio Jarses, que había sido compañero de armas de
Don Vicente, intentó una vez más atraérselo a sus filas, que jurase las
banderas de José I y combatiese contra sus compatriotas, a la vez que delatase
a todos aquellos que supiese combatían desde la guerrilla al francés:
¡pretendían que aparte de traidor fuera delator!
Pero Don
Vicente había jurado las banderas españolas y estaba resuelto a morir por ello.
Todavía lo
intentó una vez más Sebastiani y conociendo que se hallaban en Granada la mujer
e hijos de Don Vicente, ordenó que les llevaran a la prisión, con objeto de que
sus seres más queridos le persuadieses y terminara por derrumbarse al oírlos.
Pero fue en vano, pues lo único que consiguió Sebastiani fue que Don Vicente
pronunciase las siguientes palabras:
<<Cuando se interesa mi
Patria, Honor y religión desconozco a mi mujer y hijos>>
Encolerizado
por la firme decisión de morir por España, por la férrea obstinación de un
decidido español, montó Sebastiani en cólera y preso de los más desatadas y
funestas pasiones, ordenó se le condenase a morir por garrote en un cadalso
público, como a un vulgar malhechor. Estaba claro que el honor de Don Vicente
había vencido ¡y con creces! al invasor francés.
De modo que
el día diez de Agosto, estando la ciudad de Granada sujeta a un fuerte
despliegue militar temiendo desórdenes públicos ante el fervor que mostraba el
pueblo a Don Vicente, subió nuestro ejemplo de heroísmo y patriotismo al
cadalso, ofreciendo su cuello al verdugo para dar su vida por España y su alma
a Dios.
Lo único que llevó mal el Capitán Don Vicente Moreno
Baptista fue que se le matase como a un bandido y no como a un Oficial de los
Reales Ejércitos Españoles, dando su vida en el campo de batalla.
El Hoplita Malacitano
Málaga 2012
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