Nació Romualdo
en la ciudad de Málaga el siete de febrero de 1827 y era hijo del teniente
coronel de infantería Mariano Palacio y de María González.
El diez
de julio y por gracia real, es nombrado cadete, permaneciendo con su familia y
formándose para adquirir los conocimientos necesarios que le permitirían el
seis de mayo de 1841 se nombrado cadete mayor y pasar a continuar sus estudios
y formación en el regimiento de infantería de Navarra, hallándose con éste en
diversas plazas de España.
El
treinta de mayo de 1843 pasa a Albacete en las filas del batallón que se
adhirió al pronunciamiento y alzamiento contra Baldomero Espartero y aunque no
estaba de acuerdo y así lo manifestó, permaneció en su puesto, aunque ello no
fue óbice para que no se le incluyera en los ascendidos a oficiales, situación
que le afirmó en la defensa de sus ideas liberales.
El
veintidós de julio de ese año, se halló en la batalla de Torrejón de Ardoz,
entre las tropas del general Narváez y las del general Seoane y que se saldó
con la victoria de los moderados, lo que supuso el exilio de Espartero y el
comienzo de la llamada Década Moderada. Tras la batalla, recibió el grado de
subteniente, que le fue concedido el siguiente cinco de diciembre.
Una vez
liquidados estos sucesos, pasó a diferentes lugares de guarnición entre julio
de ese año y 1848: Real Sitio de San Ildefonso, Zaragoza, diferentes puntos de
las provincias catalanas y vascongadas y Castilla, y en el transcurso de este
tiempo obtuvo el dos de marzo de 1845 el empleo efectivo de subteniente.
El
quince de mayo de 1849 se le destina al batallón de cazadores de Tarifa, con el
que participa en todos los movimientos que este batallón llevó a cabo durante
la Segunda Guerra Carlista y una vez finalizada, pasó a Barcelona, destinado a
la Escuela de Gimnasia y Armas de esa plaza, donde permaneció hasta junio del
año siguiente, que destinado al regimiento de San Marcial como jefe de
gimnasia, dirigiendo la construcción del gimnasio que se hizo en la ciudadela
de Pamplona.
El
veinte de diciembre de 1851 obtiene el grado de teniente, que se hizo efectivo
el siguiente febrero de 1853, siendo trasladado al regimiento de infantería de
Zaragoza, donde prestó su servicio en esa plaza y en la de Burgos, pero debido
a que sus ideas liberales no eran del agrado de más de uno, en marzo de 1854 se
le castigó destinándolo al Ejército de Filipinas. Ante esto, pidió que se le
formase causa formal, a la vez que solicitaba la licencias absoluta, pero no
fue escuchado y se le dijo que una vez en aquellas islas realizara su petición
y para que el castigo no fuera tanto, se le concedió el empleo de capitán, a ver si así se aguantaba, aunque
en vez de aguantarse y marchar a Filipinas, abandonó en Ejército, causando baja
en él.
Pero
como la carrera de las armas era su vida, retornó y se incorporó al alzamiento
acaudillado por Leopoldo O´Donnell y con éste asistió en junio de 1854 a la batalla
de Vicálvaro, donde por sus méritos se e ascendió a segundo comandante, pasando
en agosto a servir como ayudante del capitán general de Cataluña, permaneciendo
en dicho destino hasta fin del siguiente mes de octubre, que pasó a continuar
su servicio bajo las órdenes del director general de Caballería, permaneciendo
así hasta que el siguiente primero de enero queda de reemplazo, permaneciendo e
dicha situación hasta el siguiente mes de noviembre de 1858, que volvió
nuevamente a ser ayudante de campo del capitán general de Cataluña, permaneciendo
en dicho destino hasta octubre de 1859.
Para
esa fecha, España ya había declarado la guerra al sultanato de Marruecos y
ardor patriótico aparte, vio una oportunidad de ascender en su carrera militar,
de modo que sin dudarlo ni un instante, solicitó ir como voluntario a dicha
campaña, siendo aceptada su solicitud y enviado al batallón de cazadores de
Baza, donde ejerció la función de fiscal.
Con el
empleo asignado, el primero de noviembre embarca junto a su batallón en el
vapor llamado Wifredo, con el que
llega a Málaga, lugar de concentración de tropas con destino a Marruecos, donde
una vez desembarcado es encuadrado en la primera brigada de la primera
división, del tercer cuerpo de ejército, del mando del general Antonio Ros de
Olano y una vez tomadas las disposiciones necesarias, embarca en el vapor
Cataluña el once de diciembre, desembarcando al siguiente día en la plaza de
Ceuta.
Tras
establecerse el campamento en las proximidades de la ciudad de Tetuán, no se
perdió el tiempo, iniciándose las hostilidades en seguida, hallándose en los
combates sostenidos con el enemigo entre el quince y el treinta de ese mes de
diciembre, destacándose Romualdo por sus acciones, sufriendo una contusión en
uno de los brazos en el combate del día veinte, recibiendo por ello una mención
honorífica y por su excelente actuación en el combate del día veinticinco
recibió, ni más ni menos, la Cruz de San Fernando de primera clase.
Desgraciadamente no he encontrado ninguna información sobre su actuación
de ese día, que le hizo merecedor a tal distinción.
En fin,
que la guerra continuó y ya en enero, lo
vemos batirse entre el cuatro y el treinta
y uno de enero del año siguiente en el Cerro de la Condesa, Valle de
Maragut, alturas del río Cajistanes, lagunas de Cabo Negro, alturas y fuertes
de dicho cabo, y el día veintitrés en
los llanos y laguna próximas al fuerte de la Estrella, donde al frente de tres
compañías formadas en guerrilla se vio arrollado por un enorme contingente de
caballería mora, pero rehaciéndose y dando ánimos a los hombres de su mando,
logró frenarlos y batirlos totalmente, por cuyo hecho fue felicitado por sus
jefes y premiado con su ascenso a primer comandante.
Desde
luego, no le salió gratis, pues durante el combate se le partió una pierna, lo
cual no fue óbice para que sobreponiéndose al dolor, continuara montado a
caballo dando órdenes y acometiendo valerosamente al enemigo, hasta su derrota,
recibiendo las curas necesarias suficientes para poder seguir en activo,
viéndosele al mando de las compañías asignadas realizar las órdenes recibidas
con éxito.
El
cuatro de febrero se halló en la Batalla de Tetuán, protegiendo con su batallón
"…la artillería de la extrema
izquierda de la línea y, por consiguiente, la vanguardia del Ejército"
En esta
batalla estaba al mando de cuatro compañías en guerrilla, con las que sin cesar
contuvo las acometidas del enemigo y una vez desbaratados se unió al batallón, el
cual, con el coronel en cabeza, se lanzó en tromba contra los moros
batiéndolos, dispersándolos y apoderándose de sus trincheras, tiendas, bagajes
y artillería.
La
siguiente operación militar en la que se halló, fue la del once de marzo, en
las alturas de Samsa y después en la batalla de Wad Ras del día veintitrés,
donde un balazo mató a su caballo.
El
siguiente día veintiocho pasó a servir a las órdenes del teniente general
Turón, donde permaneció hasta su regreso a últimos de abril a la Península,
haciendo su desembarco en el puerto de Barcelona.
El
diecisiete de octubre, después de haber permanecido de reemplazo desde abril,
es destinado al regimiento de Isabel II, donde continuó prestando el servicio
de su clase, pero la realidad se le impuso, pues la fractura de la pierna mal
curada y el abuso realizado de ella le pasó factura, pues le obligó, a su
pesar, a solicitar el retiro en calidad de "…inutilizado
en la Guerra de África", obteniendo dicho retiro a finales de enero de
1861. No obstante, el nueve de mayo de 1862 se le concede el grado de coronel y
a partir de entonces, desaparece de la vida militar y pocas son las noticias
sobre el disponibles, por no decir que no he encontrado ninguna.
Pero
esto no quiere decir que aquí termine su vida militar, no, pues al llegar 1868,
con su pierna ya curada, se adhiere al alzamiento llevado a cabo por el general
Francisco Serrano Domínguez, que acabó con el reinado de Isabel II, siendo uno
de los militares que se alzaron en armas el dieciocho de septiembre en Santoña,
acudiendo al combate que tuvo lugar en Santander el día veinticuatro.
Tras la
promulgación de la nueva Constitución de 1869, que invistió a Serrano como
regente, Romualdo Palacio obtuvo el empleo de teniente coronel por antigüedad y
el de coronel por gracia general y con antigüedad de veintidós de junio de 1866,
concediéndosele el mando del regimiento del infante, al frente del cual llevó a
cabo operaciones de persecución de elementos carlistas que sembraban el caos y
el temor en las zonas donde operaban en la provincia de Zaragoza.
Permaneció
en esa situación hasta el diez de junio, que por su ascenso a brigadier, cesa
en el mando del regimiento, asumiendo el mando de una brigada creada por el
capitán general de Aragón y compuesta por el regimiento del Infante y el
batallón Cazadores de Arapiles, pues ante los tambores de guerra civil que se
estaban empezando a oír, se hacía necesaria su creación, partiendo con la
brigada a Vitoria, plaza a la que llegó el siguiente diecisiete de julio,
uniéndose a la brigada el regimiento de Bailén, el batallón Cazadores de
Alcántara y Carabineros y con estas fuerzas ejerció tal control en la zona
asignada que evitó el alzamiento de los carlistas, tras lo cual y ya sin los
Cazadores de Alcántara y los Carabineros, retornó a Zaragoza, desde donde
partió el veintisiete de septiembre a Cataluña para ayudar a sofocar la
rebelión republicana federal que había estallado poco antes.
Una vez
en el teatro de operaciones, se halló combatiendo a los sublevados por los
montes de la comarca de Manresa y montaña de Montserrat, desalojó a los mil
quinientos sublevados de la plaza de Esparraguera, acción donde recibió el roce
de un balazo que no le impidió continuar de operaciones, tomando primero la
plaza de Olesa y después la de Martorell después el veintinueve, entrando en
Barcelona el día siguiente.
Una vez
en dicha plaza, se le proporcionaron dos piezas de artillería de montaña y
treinta hombres a caballo, saliendo de nuevo a operar por la zona anteriormente
dicha, pero recibió órdenes de pasar el día dos de octubre a atacar las plazas
de Reus, en Tarragona, y Valls an Lérida, donde tras las operaciones oportunas,
consiguió la rendición de los sublevados.
Como la
sublevación contra el gobierno había prendido en diferentes puntos, el nueve de
octubre se le ordenó pasar a Valencia, lo que efectuó por ferrocarril al mando
del segundo batallón del regimiento del Infante, el batallón Cazadores de
Arapiles y cinco compañías de los Cazadores de Alcántara, a los que se unieron
el siguiente día catorce el primer batallón del regimiento del Infante y el
resto de los cazadores de Alcántara.
Con
estas fuerzas, el día once se enfrentó en las proximidades de Murviedro a unos
dos dos miol rebeldes, que si bien no los batió, si logró disolverlos,
impidiendo que entraran en Valencia. El día doce atacó y deslojó a los rebeldes
del barrio de Marchalanes, pasando después a batirlos en Mulata, atacando la
calle del Mar, tomando la plaza del Mercado y ocupando algunas iglesias, tras
lo cual consiguió dominar la situación, consiguiendo el retorno de la paz a
Valencia.
Por
todas las acciones antes mencionadas en Cataluña y Valencia, el once de
diciembre (1869) fue recompensado con la Gran Cruz Roja del Mérito Militar.
Tras asegurarse
la tranquilidad y el orden, fue Palacio llamado a Madrid, donde recibió el
mando de la primera brigada del ejército de Castilla La Nueva, donde permaneció
prestando el servicio hasta el dieciocho de febrero de 1870, que recibió el
mando de una brigada con la que pasó al País Vasco, con el encargo de mantener
el orden y la tranquilidad, estableciendo su cartel en Vitoria, donde
permaneció hasta el siguiente seis de mayo, que pasó en comisión a Bilbao para
un acto en memoria de los sitios que sufrió la villa los años de 1835 y 1836.
La paz
duró poco, pues en las provincias de Vizcaya y Navarra se alzaron en armas
alrededor de diez mil carlistas, iniciándose una nueva guerra. Ante este
suceso, el veintisiete de agosto se puso en campaña Romualdo Palacio, quien vio
reforzada su fuerza con el batallón Cazadores de las Navas, el regimiento de la
Princesa y los llamados tercios navarros, dividiendo su fuerza en cinco
columnas, logrando en ocho días acabar con la insurrección con la toma de Oñate
el cinco de septiembre, tras lo cual pasó a Tudela y de allí a Madrid, donde el
día veintitrés tomó el mando de una brigada con la que el veinticuatro de
diciembre partió para Cartagena, para recibir y tributar los honores debidos a la
llegada del nuevo rey de España: Amadeo
de Saboya, a quien debió recibir Juan Prim y Prats, pero cuy asesinato
impidió que así fuera.
Acompañó Romualdo a Amadeo hasta Madrid, haciendo, como es bien sabido,
su entrada en la Villa y Corte el siguiente dos de enero de 1871.
Este
año, aparte de seguir al mando de la brigada, fue elegido representante del
distrito de Balaguer para el Congreso de los Diputados. Así mismo, desde el
seis de julio y hasta el quince de septiembre ejerció las funciones de comandante
general del Real Sitio de San Ildefonso con motivo de la estancia de la Real
familia en aquel lugar.
Regresa
a Madrid, a continuar su mando de la brigada hasta noviembre, que pasa a
situación de cuartel, dedicándose entonces a sus obligaciones como diputado,
aunque no por mucho tiempo, pues ¡nuevamente! se declaró la guerra carlista,
siendo Romualdo Palacio enviado allí, donde el general Francisco Serrano le dio
el mando de la primera brigada de la primera división del Ejército del Norte,
poniéndose en marcha y operando por Navarra y las vascongadas durante los meses
de abril y mayo, enfrentándose posteriormente, el catorce de junio, a los
rebeldes en Peñas de Arriba, el siguiente día dieciocho en Puerto de Tudaire y
el diecinueve en la Sierra de Urbania, donde con un ejército bastante inferior,
logró batir a un combinado de todas las fuerzas carlistas de Navarra,
derrotándolos y dispersándolos, debiendo huir al extranjero los oficiales
carlistas que se salvaron.
Por sus
méritos, el siguiente diez de julio se le otorgó el empleo de mariscal y en
agosto el de comandante general de la primera división del Ejército de Castilla
la Nueva. Así mismo, volvió a ser elegido diputado a Cortes por el distrito de
Balaguer en la legislatura de 1872-1873.
El
veintiséis de diciembre de 1872 fue nombrado capitán general de Granada,
tomando posesión del cargo el siguiente dos de febrero de 1873 y al poco de
comenzar sus funciones, el día quince preparó su marcha a Málaga a sofocar un
levantamiento republicano en Málaga, ciudad en la que entró el diecisiete,
donde tras una serie de conservaciones restableció la paz y el orden en base a
una serie de medidas, algunas pactadas con el gobierno de la nación, regresando
a Granada el día dos de marzo, ciudad en la que organizó varias columnas para
perseguir, cazar y batir partidas de insurrectos carlistas, lo cual consiguió
en pocos días.
Tras
esos sucesos, se dedicó a la reorganización del Cuerpo de Carabineros, refuerzo
de la instrucción y disciplina de los cuerpos a su mando, creación de un cuerpo
de voluntarios movilizados y con el único batallón de infantería que le quedaba
-pues el resto de la fuerza militar había salido de su distrito por orden
gubernativa- más la Guardia Civil y los Carabineros consiguió mantener el orden
en la zona asignada a su mando.
Debido
a una serie de sucesos ocurridos durante una ausencia por motivos de salud,
presentó su dimisión del cargo, la que le fue aceptada el dieciséis de junio de
ese 1873, quedando de cuartel en Madrid,
donde permaneció hasta el siguiente tres de septiembre fue nombrado segundo
cabo de la capitanía general de Cuba, pero no llegó a tomar posesión del cargo,
pues por decreto del dieciocho de octubre fue nombrado capitán general en jefe
del distrito de Valencia.
La
situación en que cogió el mando no podía ser peor: miles de carlistas campando
a sus anchas, insurrecciones cantonales por doquier, mandos sublevados, el
ejército nacional hundido, … y todo ello contando con una escasa fuerza militar
formada en su mayor parte por quintos sin instrucción y mal o nada equipados.
Pero la
experiencia y los ánimos de Romualdo Palacio se sobrepusieron a tal estado de
cosas y a base de grandes esfuerzos equipó a los quintos, procurándoles
instrucción, trajo una media brigada que se hallaba en Vinaroz y organizó dos
brigadas con estructura de división, formada por unos cinco mil hombres y con
estas fuerzas partió en ayuda de las del capitán general de Aragón para
arrancar Morella de las garras de la insurrección, aunque todo estaba en contra
de las desmoralizadas fuerzas del gobierno, debido a las impresionantes fuerzas
con las que aquella contaba y a las derrotas que había cosechado.
La
situación era a todas luces suicida, pero eso no arredró a Romualdo Palacio,
quien tras una vibrante y sentimental arenga llevó a sus soldados al ataque y
tras más de seis horas de tremendos combates quebró la muralla rebelde, tomó
Morella y dejó franco los caminos entre Madrid, Aragón y Valencia. Era veintisiete
de noviembre de 1873.
Por
estos hechos le fue concedida la Gran Cruz de San Fernando de quinta case
pensionada con diez mil pesetas.
Una vez
tomada Morella, incrementó la instrucción de los reclutas, la fortificó y
artilló, abasteció y dejó una importante guarnición, tras lo cual marchó a
Castellón para reforzar las fuerzas del país, pero teniendo noticias de la
presencia de contingentes carlistas por la zona de la ribera del río Júcar
asolando el país, marchó rápidamente a Valencia, donde tras aprovisionarse y
rearmarse partió en persecución de los facciosos a los que en diversos puntos
alcanzó y batió, limpiando la tierra de rebeldes y reinstaurando la paz. Era el
veintidós de diciembre cuando se dieron por finalizadas estas operaciones.
El
quince de enero de 1874 presentó su dimisión del cargo, pasando a Madrid y
quedando en situación de cuartel, en la que permaneció hasta el siguiente
veintisiete de febrero, que pasó a las órdenes de Francisco Serrano Domínguez,
general supremo del Ejército del Norte, incorporándose a este en la localidad
de Somorrostro, Vizcaya, y participando el día veintisiete en la batalla de San
Pedro Abanto, haciéndose con el mando del segundo cuerpo de ejército, que lo
obtuvo hasta el veinte de abril, que pasó a ser comandante de a división de vanguardia,
con la que el día veintiocho del propio mes atacó y ocupó las alturas de
Montellano.
El
siguiente día treinta ocupó las faldas de Galdames, apoderándose del campamento
y trincheras enemigas, así como de municiones, equipos y ganado. Con esta toma,
quedaba expedito el camino a Bilbao, plaza a la que el ejército se encaminó al
día siguiente pasando por Portugalete y entrando en la villa bilbaína el día
dos de mayo. Tras estas operaciones, el siguiente día once quedó en situación
de cuartel.
El
diecisiete de mayo es nombrado capitán general de Aragón, donde lo primero que
hizo fue reorganizar las fuerzas a su mando, manteniendo a raya a las facciones
carlistas e infligiéndoles derrotas como la llevada a cabo por el brigadier
Delatre en las inmediaciones de Gandesa.
Organizó e instruyó cuatro batallones de reserva que correspondían a
Aragón con suma celeridad, de modo que en poco tiempo pudo disponer de fuerza
suficiente para guarnecer diferentes puntos de Zaragoza y Huesca y proteger la
línea férrea con Madrid.
Los
meses de junio y julio sostuvo enfrentamientos con los facciosos, mantuvo
avituallados diversas plazas, proporcionó escolta numerosos convoyes, reparó
caminos y puentes, distribuyó tropas, acudió en socorro de Cuenca, que se hallaba
asediada por los carlistas, etc.
El
veinticuatro de julio de ese 1874 se le promueve a teniente general y el
siguiente doce de agosto se le nombra capitán general de Extremadura, capitanía
que no llegó a ocupar, pues presentó su dimisión, la que le fue aceptada,
pasando el siguiente veintiocho de noviembre a ser nombrado capitán general de
granada, cargo del cual tampoco llegó a posesionarse, pues presento su renuncia
a mismo, quedando desde el seis de enero de 1875 de cuartel en Madrid.
Tras
doce años en esa situación -por motivos políticos-, por real decreto de
diecisiete de enero de 1887 es nombrado gobernador y capitán general de la isla
de Puerto Rico, cargo en el que permanece hasta el cuatro de enero de 1888, que
cesa en sus funciones. En este periodo de tiempo, adoptó las medidas necesarias
para asegurar la paz y la convivencia en la isla, habida cuento los movimientos
autonomistas presentes y que amenazaban con crear graves tensiones, reprimiendo
con energía dichos movimientos, así como los de las sociedades secretas de tipo
mafioso que creaban tensión y violencia contra los españolistas de la isla.
Sus
acciones en pos de la restauración del orden fueron calificadas de bestiales y
no fueron bien vistas en la Península y tras una conversación con el ministro
de Ultramar, el cuatro de enero de 1888 cesa en sus funciones, quedando de
cuartel en Madrid.
El
treinta de enero de 1892, es nombrado inspector general de la Guardia Civil,
ocupando el cargo hasta el veinte de enero del año siguiente, que es nombrado director
general de la misma, cargo que mantuvo hasta el ocho de febrero de 1899, que
pasó a la sección de reserva del Estado Mayor General del Ejército.
En 1854
contrajo matrimonio con Dª. Casandra Rodríguez Pumerejo, quien falleció en
Madrid el quince de junio de 1899 y con quien, al parecer, tuvo tres hijos, de
los cuales uno (Tomás, 1856-1909) ingresó en la infantería y alcanzó el empleo
de teniente coronel, falleciendo el veintisiete de julio de 1909 después de
recibir dos heridas de bala, la segunda en la cabeza, durante un encuentro con el enemigo en el Barranco
del Lobo, mandando el batallón Cazadores de las Navas. Parece ser que otro hijo
sirvió en la artillería, pero no he encontrado informació. que me lo confirme.
Fallece
en Getafe, Madrid, el siete de septiembre de 1908. Su entierro, fue presidido
el ministro de la Guerra, recibiendo honores de capitán general por parte del quinto regimiento montado de artillería,
que se halla acantonado en esa plaza de Getafe
Estaba
en posesión de las siguientes condecoraciones:
- Cruz de San Fernando de primera clase y Gran
Cruz,
- Gran Cruz de San Hermenegildo,
- Gran Cruz al Mérito Militar roja,
- Cruz, Encomiendo, Gran Cruz y Collar de Carlos
III,
- Cruz, Encomienda y
Gran Cruz de Isabel la Católica,
Soldado Malagueño
Málaga - 2024