Natural de Málaga. Nacido el nueve de octubre de 1735 y
bautizado el siguiente día doce. Noble. Era hijo de Miguel Ordóñez Barrientos y
de María Ana Natera y Zea.
Ingresó en el
Ejército el dos de noviembre de 1750, pasando a servir en la Compañía de
Guardias Marina y asistiendo a la academia hasta el veintitrés de julio de
1753.
Pasó al Perú,
donde el diecinueve de noviembre de 1754 fue nombrado Alférez de una de las
Compañías el presidio del Callao, en la que sirvió hasta 1757, que fue
promovido a Teniente de la Compañía de Marina que guarnecía el navío de guerra
San José el peruano, haciendo dos campañas, una al reino de Chile y la otra con
el conde de Superunda a tierra firme.
El trece de mayo
de 1768 se le concedió la alcaldía mayor de minas del Cerro de Potosí, tomando
posesión del cargo en el ayuntamiento de Potosí el trece de marzo de 1770 y
tras un tiempo ejerciendo su cargo, el
cuatro de mayo del año siguiente remitió carta en la que exponía que las
labores de dicho cerro se hallaban muy atrasadas y que por ello su empleo tenía
poco fundamento, considerándolo inútil y superfluo su sueldo, puesto que nada
tenía que hacer, por lo que pedía que se le agregara a la superintendencia de
la Mita o al gobierno de Potosí.
tras ser
estudiada su carta y motivos, se determinó concederle la corregiduría de la
provincia de Arica, en el Perú, el dos de septiembre de 1775 y tras tomar
posesión de su nuevo destino le nombró el Virrey Teniente General y alcalde
mayor de minas de la provincia por cinco años. A esto hay que añadir que
también fue nombrado juez comisario del juzgado mayor de bienes de difuntos de
la provincia.
El quince de
noviembre de este año es recibido por caballero de la Orden de Calatrava.
El sistema de
explotación colonial de la población indígena creó un descontento bastante
amplio, que dio lugar a la rebelión encabezada por José Gabriel Condorcanqui,
conocido como Túpac Amaru II, en el año de 1780 en el sur del Perú. Algunas de los
motivos de dicha rebelión fueron: el reparto forzoso de mercancías, las nuevas
políticas fiscales, los efectos de las reformas borbónicas, el tributo
indígena, la mita minera y agrícola y la pérdida de poder que sufrían los
caciques con los cambios administrativos del virreinato. Todo esto dio a que el
descontento en Codpa, Socoroma, Belén o
Ticnamar se extendiera por el Corregimiento
de Arica. Percatándose de ello, nuestro Andrés movilizo tempranamente a las milicias
de Arica y de Tacna, al mando de las cuales se hallaban los capitanes Nicolás
Barrios, Silvestre Gandolfo e Ignacio Enrique Portales, contando además con un
presupuesto inicial de casi veinte mil pesos de plata para subvencionar los
gastos que se originasen y que obtuvo mediante préstamos y retenciones.
La rebelión tuvo
su comienzo en la provincia de Chucuito, cercana al corregimiento que gobernaba
Andrés. La rebelión fue muy virulenta, se amotinaron un muy importante número
de indígenas de la zona de Taratá, donde cometieron toda clase de excesos,
matando a muchos españoles, quemando iglesias y haciendas e incluso conspirando
contra la vida misma del Corregidor, D. Andrés, quien tras cruentos
enfrentamientos reprimió la sublevación y venciendo graves y difíciles
situaciones pacificó a la provincia, redujo a los sublevados y realizó un gran
escarmiento público con los cabecillas capturados.
El catorce de
octubre de 1783 le expidió el Virrey Agustín de Jauregui la patente de Coronel
de infantería española de Arica, recibiendo la comisión de que arreglase e
inspeccionase las milicias. Una vez puestas manos a la obra observó como por la
falta de gente no existían los dos regimientos que debían de haber, uno de
Drgones y otro de Infantería, de modo que pensó que lo mejor era unificar ambos
con la denominación de Dragones de Sagunto de la Provincia de Arica, y aceptado
por el Virrey pasó a ser él su Coronel el tres de febrero de 1784.
Habiendo alcanzado
ya cierta edad, el siete de mayo de 1799 solicitó se le concediera el empleo de
Subinspector General del Perú o en su defecto la presidencia de alguno de estos
tres sitios: Charcas, Cuzco o Quito, y ello con el grado de Brigadier. Pero
como al parecer su actuación como Coronel del Regimiento de Dragones de Buenos
Aires no había sido el mejor, el marqués de Sobremonte, Virrey del Río de la Plata,
aconsejaba que se le diera otro destino o un retiro proporcionado a su clase,
pues en el concepto del Virrey su aplicación y dedicación al desempeño de su empleo
era escaso y no había aplicado las mejoras que el Regimiento necesitaba y por tanto
no aconsejaba su petición.
El Hoplita Malacitano
Málaga 2016
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