Como ya se dijo en la biografía, D.
Manuel de Milla fue felicitado y recompensado por el éxito de su misión.
A continuación se expone la carta que el Comandante D. Francisco de
Fersén envía al Virrey elogiándo a este Oficial y solicitando que su hazaña sea
puesta en conocimiento del Rey para que éste le recompense.
El 2º
comandante de los ¿establecimientos? remite a Su Excelencia un despacho del
Ayudante Don Manuel Milla, remitiendo el diario original de ese Oficial, y
recomienda a la consideración de Su Excelencia el mérito singular que merece el
importante desempeño de su comisión.
Su Excelencia.- Fechada
en Yavisa el 13 del presente mes, el Ayudante Don Manuel Milla, me escribe lo
siguiente:
"Señor don
Francisco Fersen, - por el diario adjunto sabrá usted todo lo que se ha hecho,
así como mis motivos para dar este paso, ya que sería muy doloroso, si después
de haber logrado mi propósito, se produce alguna fatalidad.
No puedo explicarme más
plenamente, para que no puedan retener Suspani y sus indios, pero tan pronto
como llegue a Puerto Príncipe le haré una descripción más detallada y pedirle
que mi regreso a mi puesto (en Carolina ) sea con toda la rapidez posible. Dios
le guarde muchos años.
Manuel de Milla
Santaella
Yavisa, trece de marzo
de 1788"
La cual remito a Su
Excelencia con el diario original del camino de este Oficial, cuyo singular
mérito y el amor del servicio se han manifestado de una manera tan distinguida
en esta importante ocasión, que no cabe duda de que Su Excelencia, que sabe muy
bien cómo apreciar el mérito, tendrá en cuenta lo digno de ser puesto en
conocimiento del Soberano, para que pueda recibir de la abundancia real una
recompensa correspondiente a tan distinguido servicio, y hago saber la presente
a Su Excelencia en el cumplimiento de mi deber.
Dios guarde a VE muchos
años.
Francisco de Fersen.
D. Manuel retornó pues a Puerto Príncipe, donde permaneció hasta que
partió a Carolina, a donde llegó el día 26 de abril. El Comandante y Gobernador
en Carolina, D. Francisco de Fersén, remite carta al Virrey D. Antonio
Caballero y Góngora dándole cuenta de la llegada a este puerto de Milla,
adjuntándole el informe que este hizo de su viaje de regreso:
Exmo. Señor,
En la tarde del veintiséis
próximo pasado, arribó aquí el Ayudante D. Manuel Milla de regreso de Puerto
Príncipe, habiendo tomado su derrota por Panamá y Portobelo por no haberse
determinado a regresar por el mismo camino a causa de los motivos que expresa
en el papel adjunto consecuente a lo mismo que expuso este Oficial en su
diario. Todo lo que pongo en noticia de V. E. para confirmación de lo expuesto
en mi diario.
Dios guarde a V. E. m.
a. carolina y mayo de 1788
Francisco de Fersén
Papel adjunto de los motivos de D. Manuel de Milla:
Cuando
salí de esta fundación para la comisión que tengo evacuada, bien sabe V. m. que
fue en la inteligencia de que el indio Capitán de Sucubú, Urruchurchu, había
hablado y facilitado mi pase con todos los indios, especialmente con los
Chucunais, pero luego que llegué a internarme en las Tierras del Sur, lo conocí
me había engañado en esta parte, porque además de haber convocado ocho indios
Arnachucunas o ¿Inoretíes? para que nos guiasen como inteligentes de sus
tierras y aliados con los Chucunas me condujeron con tantas precauciones y
recelos que hasta mis pisadas las borraban con sus manos, de modo que a no ir
inflamado del deseo de lograr la empresa, que iba venciendo con tanto
conocimiento del terreno no hay duda hubiese retrocedido, pues lo contrario
solo fuese temeridad del empeño.
Los ocho referidos
indios llegaron al paraje donde yo estaba con tanto recelo y pusilanimidad que
en sus rostros patentizaban el mal humor que les causaba mi tránsito por sus
tierras y para haberlos de conformar en mi paso fue menester más de dos horas
de razonamientos, diciéndoles amén a cuanto proponían y obsequiándoles tabaco y
ropa que para el efecto llevó Urruchurchu de la que yo había regalado a susu
indios en su pueblo con calidad de reintegro a mi regreso.
Una de las
proposiciones que me hicieron los dichos ocho indios fue que para qué queríamos
abrir camino por sus tierras y diciéndoles que para tener fácil comunicación
con los pueblos del Sur, me respondieron que no era menester, que ellos
llevarían nuestras correspondencias de una a otra parte.
Diciéndoles que también
a sus pueblos a comerciar con ellos para que ellos no tuviesen tanto trabajo en
conducir sus efectos, me respondieron que ellos vendrían a nuestras
poblaciones, que no lo tenían por trabajoso y que en este supuesto yo se lo
propusiese así al Señor Virrey: En suma, para ir acorde en la ocasión y
conseguir pasar adelante hube de ofrecerles hacerlo como me lo pedían.
Otra de las embajadas
que me pusieron en cuidado fue el decirme que los Chucunas no habían hecho
paces, en cuyo supuesto si encontraban algún español por sus tierras y lo
mataban estaría bien hecho, bajo lo cual que ellos no me aseguraban la vida,
pues si nos encontrábamos con ellos no se prometían buenas esperanzas, pero yo
no quise sino seguir adelante.
En Puerto Príncipe
consideró Urruchurchu que si volvíamos por el propio paraje podían estar
aguardándonos los Chucunas, que ya habían sabido nuestro tránsito e ideó
conveniente regresar dando una dilatada vuelta por los ríos expresados en el
diario y aun por este paraje tuvo recelo, luego supo la noticia que me dio D.
Andrés de Ariza en la carta cuya copia acompaño a V. m., por cuyo motivo le
pareció acertado que lo esperase en Puerto Príncipe hasta que trajese los
pliego a V. m. y volviese por mi hablando antes a los Chucunas para que me
regresase sin el peligro que habíamos pasado.
Yo, conociendo no solo
la falsedad que en esto podía haber, como por regresarme con la posible
prontitud, determiné hacerlo por la vía de Panamá y Portobelo, como en efecto
lo puse en práctica al instante, de modo que habiéndome puesto en movimiento el
diecisiete llegué a Panamá el veinte y a Portobelo el veintiséis, pero habiendo
salido de esta ciudad el veintiocho en la cañonera La Maritornes, que a la
sazón venía para Mandinga, pero habiendo encontrado mucho norte fue preciso
arribar a Portobelo el treinta y uno.
El siete de abril,
conociendo que había abonanzado el tiempo algo, volvimos a salir, y viéndose
dicho buque en la precisión de hacer segunda arribada por seguir lo
intempestivo del tiempo, hube de transbordarme a una piragua que me condujo a Mandinga,
en donde me pasé a la lancha de Concepción y desde ella a este puerto en el
bergantín San José y las Ánimas, habiendo logrado mi arribo a este destino el
veinticinco del mes próximo pasado.
No hay duda que según
mi apresuramiento hubiera llegado a esta fundación a los trece días de haber
salido de Puerto Príncipe, pero los infortunios expresados en la navegación
desde Portobelo, han hecho mi arribo más tardío, por cuya causa espero que V.
m. dé por aprobado todo cuanto he resuelto en este asunto, informando al Señor
Virrey lo que le parezca justo.
Dios guarde a V. m.
muchos. años. Carolina y mayo 1º de 1788 ---
NOTA:
En el año de 1784, el Virrey Arzobispo de Nueva Granada, D. Antonio Caballero y Góngora, mandó construir
fuertes en Mandinga, Concepción,
Carolina (o Caledonia) y Caimán, cerca del golfo de San Miguel, costa atlántica, y al año siguiente, el Teniente
Coronel D. Andrés de Ariza, Gobernador
del Darién, fundó otro fuerte más en el Príncipe, en la costa del Pacífico, al que dotó con 200 hombres de guarnición.
El mismo Gobernador
abrió luego el camino que iba desde el
fuerte hasta la boca del Sucubtí, en el Chucunaque, donde quería fundar la ciudad de Betanzo,
como estación central para seguir por el
Sucubtí aguas arriba hasta el fuerte Caledonia ó Carolina.
Por este mismo camino el Capitán Suspani ó Urruchurchu, jefe de Sucubtí, condujo al Ayudante D. Manuel de Milla Santaella desde Carolina hasta el Príncipe.
El Hoplita Malacitano
Málaga 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario