Nació en 1749, en la ciudad de Málaga y
debía ser o hijodalgo o hijo de militar, pues a la edad quince años ingresó en
la clase de Cadete, el 24 de mayo de 1764, en el Regimiento de Infantería de
Zamora, que se hallaba de guarnición en Málaga.
En 1768 los moros atacaron con numerosas
tropas las plazas españolas de Melilla y del Peñón de Vélez de la Gomera, y
entre las tropas que se mandaron estaba el Regimiento de Zamora, el cual se
desplazó a ambos puntos sosteniendo un sitio bastante duro y complicado por la
contundencia y continuidad de las numerosas fuerzas atacantes, más la habilidad
de los nuestros solventó la situación favorablemente, abandonando los moros el
campo tras numerosas y sangrientas tentativas por conquistarlo.
Nuestro D. José actuó tal y como se esperaba
de él, señalándose particularmente en las acciones sostenidas en el fuerte
avanzado de la Victoria Grande. Tras pacificar y asegurar la zona, el
Regimiento abandonó aquellos parajes y se embarcó rumbo a Cádiz para darle
guarnición.
A finales de 1776 se
reanudan, ¡una vez más!, las hostilidades con nuestro vecino Portugal y en ese
contexto nuestro D. José junto con su Regimiento, encuadrado en la Compañía de
Cazadores, embarca en Cádiz rumbo a América en la escuadra mandada por Francisco Javier Everardo-Tilly, I marqués de
Casa Tilly, que transportó el ejército de Pedro
de Ceballos para a atacar las
posesiones portuguesas.
Esta
campaña naval tuvo una dimensión superior a las que se realizaron a lo largo de
los siglos XVIII y XIX, pues en ella se embarcaron 8.500 soldados de
infantería, a los que añadir 600
dragones a caballo, todos ellos a bordo de noventa y siete barcos perfectamente
artillados de transporte, más 19 navíos de guerra, llevando entre unos y otros
632 cañones. Suerte tuvieron los ingleses de no toparse con ellos.
Aunque debido a vientos contrarios algunos
buques se separaron de la Escuadra recalando en Montevideo, el grueso de la
expedición acabó desplegándose en la rada de Santa Catalina, desembarcando
tropas, entre ellas la Compañía de Granaderos de Zamora, con gran sigilo y
rapidez, y tras practicar un minucioso reconocimiento del terreno, consiguieron
sorprender a los portugueses y desalojarlos de los castillos de Punta Grossa,
Santa Cruz y Ratones y de los puestos
fortificados de la feligresía de San Antonio.
De esta manera se consiguió el dominio de
Santa Catalina, lo que llevó a su Gobernador a capitular, y el seis de marzo de
ese año de 1777 -por medio del convenio de Lubaton- pueden el Gobernador y la
oficialidad abandonar aquel punto y dirigirse a Río de Janeiro, aunque no así
la tropa, que permaneció prisionera de los españoles.
Con tan buenos resultados, decide el General
español que las tropas marchen a Montevideo para juntarse con las que se habían
extraviado en el viaje de ida, con la idea de pasar con todas ellas a la
invasión de la isla de Sacramento, pero pareciendo que los elementos se oponían
a esta empresa, de nuevo la furia de la mar arrojó a parte de la expedición a
la bahía de Maldonado, más no por eso cejaron nuestras tropas en su empeño y al
final tras desarrollar el General Ceballos el plan de acción, parte el General
Bertiz con una importante columna, en la que se hallaba encuadrado el segundo
Batallón de Zamora, columna con la que puso en dificultades al general
portugués Bohim, quien se hallaba posicionado en la línea de Río Grande de San
Pedro.
Ceballos, con el resto de las tropas avanza
sobre Sacramento a la vez que Bertiz a marchas forzadas consigue instalarse en
el campo de Santa Teresa, subiendo el General en Jefe, Ceballos, por el río de
la Plata y ordena desembarcar a sus hombres en Arroyo de los Molinos ejecutando
un falso ataque al baluarte del Carme el día de marzo, participando en estos
hechos nuestro D. José Zamorano, quien junto a sus compañeros del primer
Batallón, abre la trinchera en la que emplazaron las baterías contra la ciudad
de Sacramento.
En el avance consiguieron los de Zamora, y
nuestro hombre con ellos, clavar unos cañones del enemigo y tras un impetuoso
avance consiguieron que el Gobernador de ella, D. Francisco José de la Rocha
rindiese la plaza antes de que rompiese el fuego la artillería de batir
española. Tras estos sucesos, embarca el Ejército y pone rumbo a Montevideo.
Una vez en Montevideo, se recibió una orden
por la cual ciento sesenta hombres del Regimiento de Zamora debían pasar a
formar parte del Regimiento Fijo de Buenos Aires y una vez realizado esto, el
resto de Zamora se reembarcan en la segunda y tercera división de transportes,
poniendo el veinticuatro y el veintiséis de abril proa a Cádiz, donde
permanecieron unos pocos meses, pues a primeros de 1779, reiniciadas las
hostilidades con Gran Bretaña, marcharon al Campo de Gibraltar a formar parte
de la línea de bloqueo a esa plaza, pasando a las órdenes del General Solano y
permaneciendo allí hasta el primero de noviembre de 1781.
Se
recibió orden de que debía embarcar rumbo a América, su Regimiento a las
órdenes del General D. Bernardo de Gálvez, lo que hizo el primero de enero de
1782, junto a una escuadra francesa mandada por el conde de Grasse y que debían
llegar a la Martinica para juntas ambas escuadras atacar Jamaica, pero debido a
la inoperancia del francés, la escuadra francesa se vio batida por la británica
del Almirante Rodney y la escuadra española, viéndose aislada, optó por pasar a
refugiarse en la ensenada del Guárico, disponiendo el general Solano que
pasaran a tierra las tropas embarcadas, entre ellas los dos Batallones del
regimiento de Zamora y nuestro hombre con ellos.
Permaneciendo allí hasta que necesitando
reforzar la isla de Puerto Rico partió el dos de noviembre de 1782, quedando de
guarnición cuatro meses y diecinueve días, pues el 23 de julio de 1783 parte
para Veracruz, México, puerto desde el que el regimiento de Zamora, junto al
resto de las tropas, parte a las órdenes del General D. Bernardo de Gálvez,
para Nueva Orleans, por creerse había sido invadida. Embarcó, D. José Zamorano en el bergantín corsario
guardacostas San Antonio en el que llegó a aquella ciudad y tras solucionar los
problemas regresó a México.
En 1787 partió junto a cuatro Compañías de
su Regimiento a sofocar y pacificar una sublevación de indios en la provincia
de Papantlán, a las órdenes del Teniente Coronel D. Ildefonso Arias de Saavedra
y tras sofocar la rebelión pasó de guarnición en ese Virreinato desde el veintitrés
de julio de 1783 hasta el treinta y uno de marzo de 1788, que nuestro hombre es
destinado al Regimiento de Caballería Provincial de Querétaro por permuta con
el Teniente de este Regimiento Narciso Muñiz, mientras que el regimiento de
Infantería de Zamora parte en 1789 para la Península. Atrás quedaban veintitrés
años, diez meses y siete días de vida de Don José Zamorano en ese regimiento.
Durante estos años, D. José zamorano obtuvo
diferentes empleos, los cuales fueron:
- el dieciocho de septiembre de 1769 el de
Subteniente,
- el diecisiete de noviembre de 1780 el de
teniente, y
- el primero de enero de 1784 el de Capitán
Graduado.
En su nuevo destino estuvo bajo el mando del
Brigadier D. Pedro Ruiz Dávalos desde el veinte de diciembre de 1788 hasta el
treinta y uno de marzo de 1790, estando su cuartel en Sierra Gorda, pasando
después a otro emplazamiento.
De este destino pasó a formar parte de los
individuos que realizaron el Padrón General que se hizo en toda la
Subdelegación de Querétaro e Intendencia de Guanajuato al mando del Coronel D.
Ignacio García Rebollo desde el primero
de abril de 1791 hasta el treinta y uno de noviembre de 1792.
Uniforme de la Compañía de
San Blas según el reglamento de 1790 y aprobado en 1792.
Una vez finalizado pasó como
Primer Teniente -empleo obtenido el veintitrés de septiembre de 1793- a la
Compañía de San Blas con el carácter de segundo Comandante de la primera
División de la Costa del Sur, realizando la revista de toda ella. Esta Compañía
era unidad veterana creada en 1787. Debía residir en Tepic y tenía como
Ayudante a un Primer Teniente que debía suceder al Capitán en el mando de la
Compañía fija y de las de Milicias en caso de “enfermedad ó muerte” , por lo
que no alternaba con los otros dos Oficiales Subalternos de la Compañía Fija.
Añadir que el 30 de junio de 1789 se le
concede licencia para poder contraer matrimonio con la Sra. Dª. María Josefa
Revelo, quien aportó una dote de cincuenta mil reales de vellón, celebrándose
el enlace en mayo o junio de 1890.
Por despacho expedido por el Virrey marqués
de Brancifonte y aprobado por el Rey, pasó a continuar su mérito como Ayudante
Mayor del Regimiento de Celaya, tras obtener el despacho de tal el siete de
junio de 1796 y siendo destinado a servirlo en el fuerte de San Carlos de Perote,
donde pasó un año y ocho meses.
El veintidós de abril de 1799 pasa al
Regimiento Provincial de Infantería de Valladolid de Michoacán para ejercer las
funciones de Sargento Mayor, obteniendo la certificación de tal el primero de
junio de ese año y poco después, en 1803, obtiene el empleo de Sargento Mayor
de él, donde permanece hasta 1806.
A partir de aquí se pierde la pista de este
malagueño del siglo XVIII que alcanzó a ver el XIX. No sabemos si regresó a
Málaga.
El Hoplita Malagueño
Málaga 2016
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