SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


domingo, 29 de noviembre de 2020

LA FRAGATA ARGENTINA PRESIDENTE SARMIENTO EN MÁLAGA. NOVIEMBRE DE 1911.

    En la tarde del sábado, cuatro de noviembre de 1911, llegaba al puerto de Málaga la fragata argentina buque escuela Presidente Sarmiento tras un viaje, al parecer sin contratiempos, que la traía desde la ciudad de Barcelona. Era su comandante el capitán de fragata Mariano F. Beascoechea.

   El siguiente día, domingo, el comandante, acompañado de parte de la oficialidad del buque, saltó a tierra para cumplimentar una visita y presentación a las autoridades malagueñas, en un clima de gran cordialidad y fraternidad entre dos naciones hermanas y en buena armonía, estableciendo un plan de estancia de la expedición argentina en nuestra ciudad.

   El lunes día seis, ofreció la oficialidad argentina una fiesta a bordo de la fragata que resultó ser muy agradable y exitosa, ofreciéndose refrigerios. Por la noche, se les ofreció a los marineros un banquete.

   Al día siguiente, martes, fue la oficialidad argentina invitada a un espléndido banquete en su honor, organizado por la Cámara de Comercio malagueña. La presidencia de dicho banquete la ocupó José Álvarez Net, presidente de la Cámara, quien situó a su derecha al capitán Beascoechea y a su izquierda al señor Huelín.

   Entre los comensales se hallaban siete oficiales y siete guardias marinas de la fragata, los miembros de la junta directiva de la Cámara y los principales comerciantes e industriales de Málaga.

   Durante la comida, se brindó numerosas veces por la amistad y fraternidad entre ambas naciones y el señor Álvarez Net manifestó los verdaderos e intensos deseos de que se estrecharan aun más los ya de por si sólidos lazaos que unían a Málaga con la república hermana, a lo que el señor Beascoechea respondió manifestando la gratitud por la acogida recibida en nuestra ciudad a la vez que recordaba los lazos, no solo económicos y comerciales, sino que también los históricos y espirituales que unen indisolublemente a ambos pueblos, español y argentino, deseando vivamente que España, "...con las nobles armas del trabajo reconquiste comercialmente a la Argentina..."

   Por la noche, el Ayuntamiento malagueño obsequió a los marinos con un banquete en los salones del hotel Regina.

   El miércoles, se ofreció a la buena sociedad malagueña un té a bordo de la fragata, al que acompañó un baile que duró hasta bien entrada la noche. Ese mismo día, los marineros argentinos fueron obsequiados con una función organizada por la Cruz Roja malagueña.

   El jueves, día nueve de noviembre, la fragata "Presidente Sarmiento " abandonó las aguas malagueñas con rumbo a Gibraltar.

   En 1931, siendo ya contraalmirante, Beascoechea escribió una narración del undécimo viaje de esta fragata, en el transcurso del cual narró su estancia en la ciudad de Málaga en noviembre de 1911.

   He aquí lo narrado:

   Hace ya muchos años, tal vez veinte, tal vez más, una gran inundación, causó grandes perjuicios en la ciudad de Málaga. Su río, el Guadalmedina, que la cruza desde las faldas de sus montañas hasta el mar, desbordó torrentes de su profundo cauce y arrastró en sus turbiones, caseríos importantes, ocasionando muertes y destrozos que llevaron a la miseria a muchos cientos de sus habitantes.


   Esta noticia fue conocida en Buenos Aires el mismo día de la catástrofe y el Banco Español, entonces en la plenitud de su crédito, inició de inmediato una suscripción para socorrer esta desgracia. El pueblo argentino respondió al instante y la colonia española con afán patriótico recolectó en pocas horas, sumas importantes de dinero. Nuestras cámaras votaron en el día, una donación generosa y con tal rapidez se llevó a cabo la colecta, que esa noche llegó a Málaga un giro telegráfico por más de un millón de pesetas. Allí le llamaron el óbolo argentino, y desde ese tiempo aquella ciudad, agradecida, pedía por intermedio del Ministro Español en Buenos Aires, que la fragata "Sarmiento" tocara en Málaga en uno de sus viajes.

   El 4 de noviembre, a las cuatro de la tarde, estábamos frente a Málaga, con cielo claro y sol radiante. La ciudad, blanca como una paloma, entre sus montañas y las playas del mediterráneo. Un grupo numeroso de embarcaciones hizo rumbo hacia nosotros. Eran guigues del Club de regatas tripulados por niñas que con blusas azules, vestidos blancos y gorras marineras, en cuyas cintas decía Viva la noble Argentina, venían a traernos el primer saludo, subieron a bordo, entre aplausos y acordes musicales, y con tan preciosa carga, la "Sarmiento" que venía con todo su velamen, inició su entrada al puerto, recogiendo sus velas con tal prontitud y corrección, que se [hay un borrón] ...tas sentamientos que accionaban la maniobra, en que cada marinero desplegaba el máximo de su agilidad y destreza para que aquella faena que contemplaban miles de espectadores resultara lucida.

   La ciudad estaba embanderada; los balcones con adornos y flores y el Regimiento Húsares de la Reina, venido especialmente de Madrid, al mando del Coronel Cayetano de Alvear, desplegado en orden de batalla, presentaba sus armas a los acordes de nuestro Himno (el argentino), que varias bandas de música hacían oír en aquel momento.

   El pueblo, con aclamaciones entusiastas, vivaba una y mil veces a la República Argentina y a sus marinos, a la hija predilecta de España. Y entre aquel clamoreo que no cesaba un instante y entre los silbatos de las sirenas de los buques y las fábricas vecinas, la "Sarmiento" continuaba su entrada, recogidas ya sus velas y tirando a tierra los cabos necesarios para amarrarse al malecón que le estaba destinado.

   ¡Cómo narrar aquellos días inolvidables en que sus horas fueron una serie no interrumpida de ovaciones y de fiestas!

   Desde mi llegada, avisé a la Comisión de Fiestas que mi estada en el puerto duraría tres días, aunque eran cuatro los marcados en el itinerario del viaje. Siempre lo hacía así en todas partes, porque a última hora, principiaban las insistencias para que la fragata postergara su salida, siéndome entonces posible complacerlos sin pedir permiso al Ministerio.

   En la tarde del tercer día, vinieron a bordo varias damas de la Sociedad de Beneficencia a decirme que ellas sabían que debía zarpar a la mañana siguiente, pero a pesar de ello me pedían en nombre de todas las damas y señoritas de Málaga, que postergara un
día mi partida, pues se iba a dar una función de gala con fines caritativos en el teatro "Cervantes" y que ellas estaban seguras, que si podían anunciar en los carteles que nosotros íbamos a estar presentes, la fiesta sería todo un éxito, reportando grandes beneficios para sus pobres protegidos. Accedí al pedido haciéndoles saber que sentimientos de esa naturaleza no se invocaban inútilmente en un buque argentino.

   Esta noticia corrió pronto por toda Málaga y cuando en la noche siguiente, nos presentamos en el adornado palco que nos habían destinado, los concurrentes del teatro se pusieron de pie y damas y caballeros nos aplaudieron con cariñoso entusiasmo.

   En los entreactos, visitando los palcos de mis amigas, noté que todas ellas me decían: "Ya verá Vd. cómo mañana tendremos todavía la felicidad de tener a la Sarmiento en nuestro puerto" Y efectivamente, así hubiera sucedido, si una cariñosa indiscreción no hubiera hecho saber a uno de mis oficiales, que todas las niñas del Rowing Club tenían el propósito de cerrarnos la salida del puerto, con sus embarcaciones tripuladas por ellas mismas!

   ¿Qué comandante, no hubiera dejado caer las anclas de su navío, ante semejante muralla? Por eso nos fuimos en silencio, a las dos de la mañana, mientras la ciudad dormía.

   El 12 de noviembre, después de varios días de permanencia en Gibraltar, dedicados a una prolija recorrida de toda la arboladura, hicimos rumbo al Atlántico, en busca de los alisios del noroeste.

   Mandé a Málaga este pensamiento, que, según supe más tarde, fue publicado en numerosos diarios de España:

A MÁLAGA

   Si las gracias de las malagueñas se derramaran sobre las cuencas del Guadalmedina, ni el Guadalquivir, ni el Plata, ni el Amazonas, serian más caudalosos! ¡Adiós, pedazo del cielo, bañado por el Mediterráneo! ¡Lo terrible es haberte conocido y tenerte que dejar!

   La "Sarmiento"

*NOTA: Las dos últimas fotos son propiedad del Archivo Díaz de Escovar, de Málaga.

IHPMalagueñas

Málaga - 2020

sábado, 7 de noviembre de 2020

DIEGO XIMÉNEZ CASASOLA. CAPITÁN, CAUTIVO Y REDIMIDO.

   Nació Diego en la ciudad de Archidona, provincia de Málaga, el diez de abril de 1644 y era hijo de Diego Ximénez de Lucena Casasola y de María de Gemar García. Era descendiente por línea directa de Juan Vázquez de Casasola, natural de Logroño, que vino a Andalucía en clase de capitán con las tropas del infante Don Fernando a la conquista de Antequera, la cual ocurrió en 1410, afincándose en la comarca, naciendo en entre Antequera y Archidona sus descendientes. 

    Su padre fue de los que en su tiempo se alistó por el estado noble para servir al rey.

   En la documentación usada no especifica cuando ingresó en el ejército, pero estimo que debió ser entre los años de 1655 y de 1658 atendiendo a que según esa documentación dice que estuvo prestando sus servicios por más de cincuenta años y se que fue hecho prisionero en Orán en 1708, quedando en cautividad durante tres años, teniendo ya sesenta y nueve años cuando fue rescatado.

   Habiendo quedado vacante una plaza de capitán en las milicias de Archidona, el duque de Osuna le otorgó la plaza

   "D. Gaspar Tellez Giron duque de Osuna y de Uceda conde de Ureña marques de Peñafiel y de Velmonte camarero mayor de S M notario mayor de los Reynos de Castilla cavallero de la Orden de Calatava Thesorero de la Rl Casa de la Moneda Virrey y cap. Genl. del Principado de Cataluña &...

    Por quanto la Compañia de Milicia que se conpone de mi Villa de Archidona por estar vaca por Gaspar Muñoz y de Castro conviene ponerla en Persona de satisfacion y prendas pª q en las ocasiones que se ofrecieren de salir tenga quien la sirva y govierne y concurriendo estas y las demas buenas partes que pª ello se requieren en la de vosDon Diego Ximenez de Cassasola y teniendo atención al deseo que teneis de servir he tenido por vien de elegiros y nombraros como por la presente os elixo y nonbro por Capitan de dha compañia de milicia de mi Villa de Archidona y mando a la Justicia y Rejimiento della os tengan por tal Capitan, os guarden y hagan guardar las onrras preheminencias y exenciones que os tocan y a los oficiales y soldados de la dha Compañia q ovedescan los Ordenes que les dieredes por escrito o de palabra sin replica ni dilacion alguna por convenir asi al favor de S M.

   Dada en Md a doce de Jullio de mill seyscientos y sesenta y siete.

                                                                                                        Hay dos firmas"

   Tras su nombramiento por el duque, este fue presentado a la reina gobernadora, quien el siguiente diecisiete de marzo de 1668 le firma su patente de capitán de dichas milicias.

   Debido a que no existen más datos sobre su vida militar en el Archivo General de Simancas que su nombramiento de capitán por el duque de Osuna -o al menos no se han encontrado-, es por lo que no tengo noticias de cuales destinos pudo haber tenido después de ser nombrado capitán, siendo el siguiente dato hallado el que en 1697 solicitó ser capitán de una de las compañías de Archidona que pasase al socorro de la costa de Málaga, petición que le fue concedida por Real provisión de veinte de mayo de ese año.

   Esta falta de información durante treinta años, me hace sospechar que no debió haberse hallado en ningún lance militar de importancia fuera del mantenimiento del control del partido de Archidona: limpieza de malhechores, servicio de vigilancia de caminos, traslado de reos, ...

  Una vez aceptado como capitán de una de las compañías de Archidona que pasarían a la costa, supongo que se dedicaría a prepararse y organizarse para el desempeño de las tareas que se le encomendasen, hasta que a primeros del año de 1700 pasó por disposición del duque de Osuna a ejercer el mando como comandante electo de cuatro compañías a la costa del Reino de Granada, con destino a "...Vélez y sus mares..." (Vélez Málaga y su costa), donde continuó prestando sus servicios y una vez comenzada la Guerra de Sucesión, se mantuvo fiel a la causa del rey Felipe V.

   A finales de mayo de 1706, el bey Mustafá Bou-Chelegrán, llamado por los españoles "el Bigotillo", se trasladó desde Mazouna a Mascara (actual Muaskrar), donde decretó la guerra santa contra los españoles de Orán y Mazalquivir, acudiendo multitud de moros al llamamiento y alistándose en las filas del bey.

   Ante esta situación complicada, desde Orán se solicitaron suministros, dinero, municiones y tropas a Felipe V, respondiendo este con el envía de dos barcos cargados de víveres, municiones, hombres y cuarenta mil pesos para que ambas plazas pudieran comprar los suministros necesarios, encargando a Juan Manuel Quatralbo, marqués de Santa Cruz de los Manueles de acaudillar la expedición.

   Pero ocurrió que Quatralbo fue seducido por las ofertas que le hicieron desde el bando austracista y una vez los barcos se hallaban navegando hacia Orán, cambió el rumbo y se dirigió a las costas de Levante, entregando ambos barcos y sus cargas al pretendiente Carlos. Había hecho defección del bando felipista.

   Estableció el bey  el sitio a Orán, ayudado en esto por Mohammed Baktache, bajá de Argel, quien al año siguiente, 1707, le envió tropas y piezas de artillería al mando de su cuñado Ouzum Hassan, estrechando así, aun más, el cerco, quedando la guarnición bloqueada dentro de las murallas de la plaza.

   A esto, hay que añadir que los Beni Amar, tradicionales aliados de los españoles de Orán, habían sido aniquilados previamente por las tropas del bey.

   A partir de entonces el asedo fue constante y continuo, consiguiendo los atacantes concentrar ya en primavera frente a Orán y los cinco castillos que la defendían a cuatro o cinco mil jenízaros, soldados de infantería turcos. Junto a ellos, se hallaban varios miles de soldados auxiliares y aliados magrebíes, a los que añadir un ingeniero inglés, varios minadores europeos, diez o doce cañones, ocho morteros, doce barcos de transporte y unas siete goletas armadas cada una con unos cincuenta cañones.

  Evidentemente, lo que se quería era aislar a Orán y Mazalquivir tanto por tierra como por mar y a pesar de esto, ambas plazas resistían.

   En septiembre de ese año de 1707 llega a Orán el nuevo gobernador, Melchor de Avellaneda, marqués de Valdecañas, que sustituía a Carlos Carafa, que había sido muy contestado durante su gobierno, pues se le acusaba de falta de resolución e, incluso, de tibieza a la hora de posicionarse con claridad meridiana en el servicio de Felipe V.

   Junto con Valdecañas vino la segunda remesa de tropas que se mandaban desde España ese año, tropas procedentes de Andalucía y Murcia, entre las cuales es bastante ms que probable que se hallara el protagonista de este artículo, Diego Ximénez Casasola, con el empleo de comandante al mando de las cuatro compañías antes citadas, las cuales se quedan para la defensa de dicha plaza.  Permaneció en ella, como veremos luego, cuatro meses.

      Ante este panorama, el gobernador ordena que las mujeres, los niños, el archivo del vicario, los ornamentos de las iglesias y la imagen de Nuestra Señora de Peña de Francia, patrona de Orán, embarcaran y pusieran proa a España.

   El asedio continúa y viendo la imposibilidad de seguir defendiendo Orán y la inutilidad de exponer las vidas de los soldados, Valdecañas ordena el veintiuno de enero de 1708 el abandono de la ciudad y el traslado a Mazalquivir, donde se hacen fuertes.

   Hasta allí, llegan las noticias de que han sido batidos y tomados por los moros los castillos de San Felipe, el ocho de septiembre, y el de Santa Cruz, el veintitrés del mismo mes. Este último fue muy castigado por la artillería enemiga, emplazada en una meseta próxima, lo que añadido a los estragos causados por una mina que quebró la muralla, permitieron la entrada en el castillo de los enemigos. Más tarde se habló de que había habido traición por parte de unos renegados, que en la confusión del momento abrieron las puertas del castillo, facilitando la entrada de los enemigos.

   En cualquier caso, la suerte estaba echada y con traición o sin ella, los moros se hubieran hecho dueños del castillo. Ciento seis hombres y seis mujeres fueron presos y esclavizados.

      Al día siguiente de abandonar Orán, los moros toman el castillo de Rosalcázar y sus quinientos cuarenta defensores son hachos prisioneros y reducidos a esclavitud.

   Ante este panorama, el gobernador Valdecañas ordena a Diego Ximénez de Casasola -que se hallaba en Mazalquivir desde septiembre del año anterior, como vimos- que acuda con tropa a la defensa del castillo de San Andrés, poniéndose a las órdenes de su gobernador, el capitán Antonio del Castillo,  lo que cumple con exactitud y a pesar de la numantina defensa que los defensores del castillo hicieron durante días, al final la falta de municiones y de víveres y el constante fuego artillero de los moros hizo imposible su defensa, capitulando y como solía ser habitual, los moros no respetaron las condiciones de la capitulación e hicieron prisioneros a los defensores y los condenaron a la esclavitud, quedando, por tanto, nuestro Diego Ximenez de Casasola convertido en esclavo  y con un futuro bastante negro a sus sesenta y seis años.

   El asedio continúa. El cinco de abril, los defensores de Mazalquivir, agotados y también  faltos de munición y víveres, se rinde, pactando la capitulación, que como en el caso anterior, los moros incumplen, haciendo prisioneros a los españoles y reduciéndolos a esclavitud. El gobernador de la plaza, Baltasar Villalba, fue de los que murió consecuencia de las penalidades sufridas durante el cautiverio.

   Tan solo quedaba resistiendo al enemigo el castillo de San Gregorio, cuyos cincuenta defensores repelieron los siete asaltos dados por el enemigo, a pesar de las brechas que este había conseguido hacer en sus muros. Murieron todos en la defensa del castillo.

      Volviendo a nuestro hombre, su cautiverio terminó en 1711, que pudo ser rescatado gracias a la redención de cautivos realizada por los Padres Mercedarios, previo pago de mil pesos, embarcando Argel en un barco alquilado a un moro, pues la galera española San Marcos, habilitada al efecto, resultó no tener suficiente capacidad para acoger a todos los cautivos. Por fin, su barco abandonó el puerto de Argel y tres años de pesadilla el catorce de abril, arribado a Cartagena el siguiente día dieciséis, junto a otros ciento treinta y siete cautivos.

   Tenía sesenta y nueve años cando lo rescataron y se rescataron en total doscientos ochenta y nueve cautivos entre soldados y oficiales. Desde el día en que fue rescatado, llevó prendido en su atuendo de forma perpetua el escudo de la orden de Nuestra Señora  de la Merced.

      Como dato interesante, decir que en su liberación contó con la suerte de ser de los que embarcaron en el barco que se le alquiló a un moro, pues la goleta española San Marcos tuvo la desgracia de ser apresado al poco de salir de Argel por la nave corsaria tunecina La Capitana de Túnez, que la abordó, apresó y llevó a la ciudad de Túnez, donde los españoles que iban a bordo volvieron a ser cautivos.


Imagen del Archivo Histórico Municipal de Antequera (1)

   Una vez en Cartagena, tuvo que pasar una cuarentena en el lazareto de San Julián, de los Padres Mercedarios, y una vez cumplida pasó al hospicio de la orden, tras lo cual recibieron el salvoconducto de la redención y pudo volver, ¡por fin!, a su casa en Antequera, donde el dos de julio de 1715 testó ante el escribano José Salcedo, donde entre otras cosas, dejó encargadas para cuando se hubiera muerto doscientas misas por su alma en diferentes iglesias y conventos y que sobre la tapa de su féretro fuera colocado el escudo de la Orden de la Merced.

   El veintiuno de enero de 1718, falleció en su casa de la calle de la Carrera, siendo sepultado en el convento de San Juan de Dios.

   Había contraído matrimonio en Archidona con Luciana Cabrero de Olivares, el tres de septiembre de 1663, con quien tuvo ocho hijos y había sido regidor de Antequera por el estado noble. En otros documentos ponen a su mujer como Luciana Leal de Olivares y Cabrero.

   Se cuenta que hallándose cautivo en la plaza de Argel, vio como los moros llevaban una imagen de Nuestro Señor Jesucristo atado a la Columna y otra de Nuestra Señora de Belén para quemarlas. Antes de que ocurriera, habló con la autoridad y consiguió rescató ambas imágenes por cierta suma de dinero y cuando por fin recuperó la libertad, se las llevó a Antequera, donde se les rindió veneración y culto.

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Soldado Malagueño

Málaga - 2020

jueves, 22 de octubre de 2020

FUERTE DE SAN LUIS, MARBELLA. 1739 - 2020.

                         

Vista de Marbella según Francis Carter. 1772.

   Como todo el mundo sabe, hay en Marbella un hotel llamado Hotel El Fuerte, que abrió sus puertas el primero de julio del año de 1957, siendo el primero de una serie de hoteles que con el tiempo formarían la cadena hotelera Fuerte Hoteles, de gran prestigio y renombre y que ha sido testigo de la impresionante evolución que la ciudad de Marbella ha experimentado desde aquellos entonces hasta el día de hoy.

   En él se han alojado celebridades como la gran Lola Flores, Rafael Alberti, Walt Disney, Penélope Cruz, Vargas Llosa o Timoty Dalton. También ha sido el hotel escenario de películas, como Holiday in Spain. Así mismo, es sede de un museo donde se exponen fotos, tanto del hotel como de los restos del castillo, antiguas centralitas de teléfono, viejas cafeteras, cajas registradoras que hace muchos años quedaron en desuso, botellas de vinos y licores de hace décadas, libros de reclamaciones y de operaciones de los años sesenta, un proyector de cine de 1958,  ...

   Pero lo que quizás alguno puede que no sepa, es que en la finca donde hoy se alza este hotel, se halló desde 1739 un castillo o fortaleza llamada de San Luis, que en el año de 1810 escribió una brillante y heroica página en los anales de la historia de Marbella, de Málaga y de España por su tenaz y numantina defensa frente a los cinco sitios que en un periodo de casi nueve meses fue sometida la fortaleza y sus bravos defensores por las tropas del entonces mejor ejército del mundo, el francés, quienes en su huida, en agosto de 1812, lo volaron dejándolo en ruinas.

   Bien, con este breve trabajo pretendo dar a conocer este fuerte o castillo, hoy solo un recuerdo en las páginas de los libros y periódicos. Dar a conocer tanto el edificio como algunas breves pinceladas de su devenir histórico.


Fotos de Marbella Antigua. Tomada del grupo de Facebook Historia de Marbella

Edificio y Dotación

   La ocupación inglesa del Peñón de Gibraltar en plena Guerra de Sucesión Española, supuso que al finalizar esta contienda se iniciase un proceso de fortificación de las plazas costeras tanto a levante como a poniente del Estrecho, como prevención y defensa ante las acciones hostiles por parte de los británicos, en una época de amenaza de guerra permanente.


Plano del fuerte. Plantas alta y baja.

   Es en este nuevo marco en el que hay que situar la edificación del fuerte de San Luis en la playa de Marbella, cuya misión sería defender tanto la playa como el fondeadero, por lo que desde la década de los años veinte de ese siglo XVIII se elaboraron diferentes proyectos para la edificación de un fuerte capaz de hacer frente y repeler los ataques enemigos.

   Así, tenemos que en 1726, el ingeniero Domingo Recco levanta un plano para la rehabilitación del castillo de Marbella y la construcción de una batería para defender la playa, aunque no será el único proyecto que se elabore para la defensa de la ciudad, pues en 1732, el ingeniero Francisco de Ibáñez elabora un plano, perfil y elevación de un cuartel de caballería.

      Por fin, lo que se opta, aparte de mejorar el castillo y las defensas de la ciudad, es la construcción de una batería en la marina marbellí, siendo Juan Bernardo Frosne quien elabora los planos de dicho fuerte con su cuerpo de guardia, que en 1736 fueron aprobados, estándose construyendo ya en 1738 a base de mampostería y parapeto de sillería de piedra labrada. Batería a barbeta sobre bóveda capaz para ocho cañones y con gola cerrada por hornabeque y tambor para defensa de la puerta.

   Contaba con habitación para el gobernador, alojamiento para una treintena de soldados, dos cocinas, una para oficiales y otra para la tropa, un almacén para pólvora y otro para armas y pertrechos, calabozo, caballerizas, lugar común, cuartel con chimenea, cuerpo de guardia con chimenea, foso, puente levadizo, pozo de agua dulce con su pila y horno.

   Tenía un perímetro de unos ciento trece metros y se hallaba situado a unos doscientos cincuenta metros de la plaza de Marbella y a unos veinticinco o cuarenta y ocho metros de la playa, según el informe que se maneje.

   Lógicamente, el paso del tiempo fue deteriorándolo y así, en 1749 hubo que reparar el puente levadizo y en 1767 se debió renovar el hormigón de las bóvedas y un rastrillo y puente levadizos nuevos. Así mismo, se construyó una garita en la batería, un lugar común en el tambor que defendía la puerta que miraba a poniente. En 1803 se le volvieron a hacer algunas obras.

   Tras la destrucción que sufrió en diciembre de 1810, como luego se verá, en 1821 se recomendó construir uno nuevo apto para tres cañones de a veinticuatro , con cuerpo de guardia y repuesto, pero no será hasta 1849 que la  idea que se vio reafirmada en el informe de Miguel de Santillana, quien propone demoler lo que quedaba y levantar uno nuevo, justificándolo en que era útil para la defensa de la ciudad y del fondeadero, aunque la idea, nuevamente, no llegó a buen puerto, aunque debió de seguir manteniendo alguna fuerza destacada en el, pues en los Estados Militares de España continuó apareciendo con gobernador hasta el año de 1842.

   En 1857, José Herrera García hace una descripción del mismo, donde se destaca el estado de ruina en el que se encuentra:

   "Colocado a 52 varas del mar -43,47 m- en el terreno alto contiguo á la playa, frente de la Ciudad de Marvella, de quien dista un tiro de fusil: su forma es cuadrilátera, de cuyos cuatro lados, el que mira al Norte o á la Población es de 33 varas de largo -27,58m-, constituyendo un frente abalaurtado: los dos lados colaterales, forman dos alas de 17 y 1/4 varas de largo -14,42 m-; y el que mira al mar es curvo de 320 de desarrollo. En la cortina del frente abalaurtado está la puerta de entrada, con su foso y puente levadizo.

   Se encuentra arruinado, igualmente que sus Edificios á prueba de bomba, adosados interiormente á todo el perímetro del castillo, formando un patio en el centro por donde tienen las entradas. Sobre los techos de los Edificios, correspondientes al frente de tierra y sus colaterales, había una Plaza de armas para fusilería; y sobre el frente curvo, la correspondiente batería a barbeta contra el mar.

   El objeto de este castillo es la defensa del fondeadero de Marvella, que está a Poniente, y proteger la Población: su posición es buena: puede montar cinco piezas gruesas de Artillería. Dista de la torre anterior -la del Río Real- media legua -2,79 kms- Debe reedificarse, tanto por la importancia del puerto que ocupa, cuanto por ser la única obra de defensa que se encuentra en el Castillo de Manilva en las 7 leguas -27,86 kms- que hay de distancia, y también, por conservar la memoria de la heroica defensa que hizo en la Guerra de la Independencia, resistiendo su pequeña guarnición contra las Tropas francesas que lo atacaron y no pudieron tomarlo hasta que consiguieron traer artillería gruesa, abriendo para ello su Camino; en cuyo caso volaron sus defensores el castillo, y verificaron su retirada por mar.

   Tiene sin embargo este Castillo el defecto de encontrarse si flanqueo las alas y el frente de Tierra, cuya falta debe corregirse en el proyecto de su reedificación. Necesita grandes reparos.

   En un informe de 1906, se dice que el fuerte solo era una casa blanca de tres pisos que habían sido construidos sobre sus ruinas.

   En agosto de 1890, el fuerte y la finca donde se ubicaba pasó a manos privadas  a través de subasta pública. No he averiguado quien compró la propiedad, pero sí que en 1907 la tenía el médico soriano Félix Jiménez de Ledesma, quien instaló junto al fuerte una fábrica de harina.

   En 1933 pasó a ser propiedad de la melillense Ana María Sánchez Luna, quien lo mantuvo en su poder hasta  que al principio de la década de 1940 adquirió una señora llamada Elvira Vidal en la década de 1940, que terminó por vendérsela a José Luque Manzano en 1954 por un millón doscientas mil pesetas,  quien construyó un hotel, quedando los restos del antiguo y heroico fuerte en los jardines dentro del ámbito del mismo. Más adelante se dará alguna información más.

   En cuanto a la dotación, Contamos con pocas fuentes que den noticia de esta. La primera la da Luis Fernández de Córdoba en 1740, quien informa que debe contar con  un cabo y seis soldados para pasar avisos. También dice que debería tener solo cuatro cañones, dos de grueso calibre y otros des de menor calibre.

   En 1752 contaba con siete cañones.

   La siguiente fuente es el Reglamento de 1764, que dice que este fuerte ha de contar con media compañía de inválidos -cincuenta y tres individuos-, en la que van incluidos los oficiales, un cabo, cuatro inválidos de artillería y un guarda almacén.

   En 1774, Francisco Gozar informa que había sido dotada con cuatro cañones de a veinticuatro y dos más de a dieciséis.    


Situación del fuerte respecto de la ciudad. Archivo General de Simancas

 Gobernadores y otros individuos conocidos del castillo.

   En junio de 1751, le fue conferido el gobierno del castillo al teniente coronel Juan Bautista Millas.

   Los años de 1767, 1768 y 1769 fue gobernador el teniente coronel Juan Gallardo

   Entre los años de 1770 y de 1784, ambos inclusives, el gobernador fue el capitán Nicolás Bernardi, teniente coronel desde 1781.

   Entre los años de 1785 y mayo de 1792, ambos inclusives, el gobernador fue el capitán Manuel de Leyba, teniente coronel desde 1792.

   Desde mayo 1792 hasta 1803, el gobernador fue teniente de navío, Pedro Antonio Casasola.

   Desde 1804 y hasta 1842, ambos inclusives, fue gobernador el capitán Manuel Artola.

   Además de estos gobernadores, tenemos los nombres de algunos moradores del castillo:

   1769, sargento Villaplana

   1777, capitán Pedro de Burgos,

   1795, capellán Fernando Espinosa,

   1800, Rafael de Toro, con un sueldo de doce escudos al mes. Probablemente se tratase de un guarda almacén, al igual que Miguel Caballero, que lo era de artillería, aunque de este desconozco la fecha de su estadía en el castillo.  

Sucesos acaecidos en torno al castillo

   Como suele suceder con muchas de las edificaciones de este tipo, son pocas las noticias que sobre ellas trascienden y en el mejor de los casos las que hay son relativas a algún hecho militar o político. No obstante, algunas he encontrado, las que paso a enumerar:

   1ª - El quince de febrero de 1790, el castillo fue parte de los escenarios donde se desarrollaron fiestas populares con motivo de la elevación al trono de Carlos IV.

   Efectivamente, una de las representaciones que se llevaron a cabo era el intento de desembarco y asalto de la ciudad de Marbella por parte de tropas moras y en uno de los desembarcos, la centinela del castillo hizo la señal de moros en tierra, lo que entendido por el vigía de la torre de la vela de la fortaleza de la ciudad, echó la campana a rebato, partiendo de inmediato las tropas de infantería y caballería a la playa, donde se enfrentaron a ellos, venciéndolos, haciéndolos cautivos y encerrándolos en los calabozos de la ciudad.

   2ª - Este castillo entró en la Historia por la puerta grande en 1810, cuando entre marzo y diciembre de ese año, él y sus  defensores soportaron un tenaz asedio por parte de los franceses, quienes fueron durante todo ese tiempo fueron incapaces de tomarlo en las varias veces que lo intentaron, que fueron en marzo, en mayo por dos veces y en julio el día diez, que fue de bastante intensidad y del cual tenemos una relación escrita del ataque y defensa en un parte enviado por el brigadier Francisco González Peinado al brigadier Francisco Javier Abadía:

   "Mi querido Amigo: a las 4 de la tarde del 10, me atacaron los enemigos que se encajaron encima sin dar más que media hora de tiempo por causa de la falta de una vanguardia de caballería la que he pedido a Lacy, repetidas veces, y en ningún punto puede emplearse con más utilidad que en este. Aunque el tiempo fue tan corto, las providencias se midieron con él.

   Le mandé a Valdivia que con las compañías de Estepona, Marbella y una porción de dispersos de la División de Lacy, se subiese al Ingenio, y estableciese a sus inmediaciones las guerrillas en la altura cercana a la espalda del mismo edificio; por cima de ésta, hay otra más eminente que finaliza la cordillera, en donde le encargué pusiese su reserva, lo que ejecutó muy puntual.

   En este Castillo se dieron las disposiciones siguientes: salieron dos guerrillas al mando de dos oficiales y se establecieron la 1ª sobre el flanco derecho del castillo, bien avanzada, detrás de una cordillera de pitas y protegida, en caso de retirada, por la playa; la otra, sobre la izquierda, oculta por una grande arboleda; por delante de ellas, con tres o cuatro caballos, salió el valiente y poco ponderado Cevallos, que se lisonjeaba mi corazón de ver su arrojo, aunque después le eché una buena peluca, pues se expuso demasiado, y mató a un oficial de caballería.

   Yo me metí en el barco que monta un obús, y con él y otro místico inglés, que tiene a su bordo dos cañones de a 4 me dirigí a esperar al enemigo que bajaba por la playa, a quién le rompí el fuego arrimándome a tierra todo lo posible, y les hice variar de dirección. Después dieron vuelta por unas pequeñas alturas, y atacaron a las guerrillas de Cevallos, las que los recibieron con la mayor serenidad, y se travó un furioso tiroteo, que duró hasta cerca de ponerse el sol, dando tiempo a que se salvase el pan que había en los hornos, y mucha gente que salió del pueblo a la montaña. A ésta se dirigió otra columna que fue muy bien recibida por Valdivia, y se travó un fuego infernal.

   A la media hora de esta contienda se sintió u oyó un caracol, y enseguida se desplomaron por el flanco derecho de los enemigos, como unos 200 paisanos de Ojén y pueblos inmediatos, quienes emprendieron un tiroteo terrible, con lo que se animaron las pocas tropas de Valdivia, y aunque quiso sostenerse el enemigo, lo cargaron en tales términos que tuvieron que bajarse con la mayor precipitación al llano inmediato a la ciudad.

   Aquí fue cuando más padeció mi espíritu por la falta de Caballería, que si la hubiésemos tenido, capaz de contrarrestar a la suya, hubiera sido asunto concluido. En este estado llegó la noche, y se quedó todo tranquilo.    

   Ayer de mañana, me entré en el castillo, y a los pocos momentos lo rodearon los enemigos con porción de guerrillas; pero sin presentar objeto, causándonos 7 heridos que dos de ellos murieron a poco rato.

   Donde se advertía mucho fuego se les contestaba con el nuestro de fusilería y Artillería metralla, cuya contienda duró todo el día sin interrupción. Se oyeron muchos lamentos y muchos que subieron a los árboles con sus pies, bajaron de cabeza.....

   ... Aunque no tengo humor de escribir y que debía aprovechar este momento en descansar le quiero dar esta prueba de afecto, y que asegure al Gobierno y a nuestros amigos, que mientras que haya pólvora, balas y piedras sobre el castillo, mientras exista González y Cevallos, no será presa de los Vándalos. Así se lo asegura su Afectísimo Apasionado Amigo de corazón..."

   La numantina resistencia de los defensores encendió la ira de la canalla francesa, quienes viendo como su orgullosa Grande Armée era rechazada una y otra vez ante sus furiosos embates, acaudillados por el sargento mayor Rafael Ceballos Escalera, hizo comprender al general francés Víctor que sin artillería de gran calibre y una presencia importante de saldados no había nada que hacer, por lo que solicitó una y otra vez se le enviara, lo que consiguió  y una vez con ella, a primeros de diciembre comenzó un incesante cañoneo que destruyó el puente levadizo y un almacén de pólvora, explosión que hirió a varios soldados y tras cinco días de fuego francés había abiertas brechas en los lienzos que miraban a la ciudad, por las cuales comenzaron a los enemigos a practicar el asalto a la fortaleza.

   Afortunadamente para la guarnición, se hallaba en la bahía el bergantín inglés La Nave, que por medio de señales indicó que el comandante iba a desembarcar, a pesar del fuego, para conocer de primera mano la situación, el cual, al verla, comprendió lo crítica que era y pidió a los defensores que resistieran, que vendría con lanchas de salvamento para evacuarlos, lo que se consiguió en la noche del ocho de diciembre, no sin antes haber lavado la artillería. En la operación fallecieron algunos hombres por culpa de las prisas con hubo que hacerlo todo, pues los franceses redoblaron el fuego de fusilería para impedir el embarque de nuestros hombres.

   Esta guarnición fue trasladada a Algeciras, habiendo debido refugiarse en el Peñón de Alhucemas por culpa del temporal.

   La acción vino relejada en la Gaceta de la Regencia del siguiente modo, aportándonos algunos datos más a los ya referidos:

   "A las 11 del día 3 del corriente se presentaron los enemigos en número de 1700 a 2000 hombres con tres cañones de á 24, dos obuses de á 7 y un mortero de 9 pulgadas, al mando del general Sebastini, al frente del castillo de S. Luis de Marbella.

   En el momento empezaron á formar sus baterias en la ermita del calvario de este pueblo, las que se consiguio destruir por dos veces con el vivo y acertado fuego de nuestros artilleros; pero el 8 amanecieron construidas tres baterias, la una de sacos á tierra en el camino de Marbella á Málaga, que batia el flanco derecho del castillo, compuesta de dos cañones de á 24; la otra dentro del pueblo de Marbella que constaba del mortero y un obus y la otra del cañon y un obus, que batia el flanco izquierdo del expresado fuerte.

   Todas rompieron el fuego á las 11 del dia, y se les contestó con mucha viveza; pero como las murallas eran debiles y los fuegos del enemigo mayores que los nuestros, consiguieron desmontarnos un cañón, batiendo al mismo tiempo la puerta y murallas de la fortaleza.

   En vista de ello su gobernador el teniente coronel D. Rafael Cevallos Escalera, que en otras ocasiones anteriores la habia defendido gloriosamente, obligando al enemigo á abandonar con mengua la empresa, determinó evacuar el fuerte, y embarcarse con su guarnición en algunos buques ingleses que cruzaban en aquellas aguas.

   Así se executó con el mayor orden á pesar del vivo fuego de artilleria que hizo el enemigo y duró hasta las 11 de la noche del 8 en cuya hora estaba ya a bordo toda la guarnición, á excepción del cabo Miguel Hilario, que con 4 artilleros se quedó a clavar las piezas, romper los juegos de armas e inutilizar las municiones.

   El fuerte ha quedado enteramente arruinado, y actualmente lo ocupa un corto destacamento enemigo."

   A pesar de no ser numeroso el destacamento francés, este acometió obras de fortificación en el castillo, así como aspilleraron el convento de San Francisco, hicieron un fuerte reducto con foso y empalizada y colocaron ocho cañones de grueso calibre, todo ello pagado por el vecindario.

   Casi dos años después y viendo perdida la guerra, las tropas francesas estacionadas en las villas costeras, recibieron el veintidós de agosto de 1812 la orden la orden de evacuarlas, orden que fue rápidamente ejecutada y los franceses estacionados en Marbella, al mando del coronel Maransin, huyeron de Marbella el veinticinco de agosto de 1812, no sin antes hacer estallar el polvorín, destruyendo el ala de levante del castillo, clavar las piezas de artillería y arrojar al mar las municiones que no se pudieron llevar.

   Esto que a continuación pongo es la traducción de la orden por la cual el general Honoré Gazan de la Peyriere le ordena al general Jean-Pierre Maransin que evacúe, entre otros, Marbella y destruya lo que pueda:

   "Sevilla, 22 de agosto de 1812

   Orden de evacuar el Litoral. Medidas a tomar.

  Señor general, según las órdenes del general en jefe, habrá de evacuar inmediatamente Marbella Alhaurín, Vélez y Málaga, y conducirá a todas las tropas de todas las armas, francesas o españolas, así como con las francesas. que están establecidos en el país que temerían verse comprometidos si se quedaran, incluso con los españoles que quieran seguirle, el cónsul de Francia, las administraciones y comisiones de secuestro, a Antequera, donde se unirá a la columna del general Conroux y seguirá las órdenes de este general.

    Al evacuar los lugares incluidos en su gobierno, destruirá las armas y municiones que no se puedan llevar, así como las principales fortificaciones. Devolverá a las autoridades del país, de acuerdo con el orden del día 15 de este mes, las tiendas y objetos que quedaran. Se encargará de que no se cometan molestias y de que las tropas observen una severa disciplina, manteniéndolas siempre preparadas para el combate y haciéndolas servir con gran vigilancia.

   Dará órdenes para que cada soldado cuente con 60 cartuchos y que se lleven la mayor cantidad de comida posible. Tenga especial cuidado de que nadie se quede atrás.

   El general de división Conroux recibe las órdenes generales para esta evacuación; ejecutar lo que sea en el caso de recibirlas, sin separarlas del contenido de esta orden.

                                                                                                          El general de división,

                                                                                     Jefe del Estado Mayor General del Ejército,

                                                                                                              Conde Gazan

   Iguales o similares órdenes fueron dictadas al capitán Chesnaie, comandante de Alhaurín, al mariscal Soult, al general Maransin y otros.

   3ª - Tras la declaración de guerra a Francia en abril de 1823, la ciudad de Marbella vio que en caso de acciones militares en su territorio estaba pobremente defendida, tan solo por una compañía de inválidos hábiles y la milicia nacional, por lo que se decide desenterrar los cañones que se hallaban junto al castillo desde 1812, fecha en que se retiraron los franceses.


Tarjeta de invitación a la inauguración del Hotel El Fuerte

   4ª - El periódico El Mediodía de Málaga, informaba en febrero de 1885 "que frente al castillo de San Luis, en aguas de Marbella, naufragó dias pasados el laúd «Virgen del Carmen.» La tripulación estuvo á punto de perecer, logrando con bastante trabajo ganar la playa, gracias á los esfuerzos de un cabo de carabineros y siete individuos á sus órdenes"  

   5ª - Hay quien afirma que en el muro que mira al mar fueron fusilados entre 1936 y 1938 marbellíes y que están enterrados en ese sitio.

   5ª - El nueve de septiembre de 2017, la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831 ofreció a la altura de los restos del castillo, una recreación histórica de la defensa del mismo que realizaron los soldados del regimiento de infantería de Málaga. Los miembros de la asociación iban perfectamente vestidos con ropa de la época y portando banderas del regimiento, tras lo cual leyeron un documento que daba cuenta de os sucesos acaecidos dos siglos antes.

   6ª - Al día de hoy solo quedan restos de varias habitaciones abovedadas, aunque bastante desfiguradas, hallándose junto al hotel que desde el cuatro de julio de 1957 ocupa la finca donde se hallan los dichos restos y donde se ha ubicado un pequeño museo que depende del hotel.

   Se halla amparado por la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Soldado Malagueño

Málaga - 2020

jueves, 15 de octubre de 2020

COMANDANTE IGNACIO DE ROJAS Y ROJAS. 1835-1917.

    Nació Ignacio en la ciudad de Antequera, el nueve de octubre de 1835, hijo de Joaquín de Rojas y González Torres de Navarra y de Carmen Rojas Díez de Tejada Godoy, marqueses de la Peña de los Enamorados.

   Ingresó el diecinueve de enero de 1850 como cadete en el Colegio General Militar, donde permaneció hasta que este fue extinguido, pasando a continuar su formación al Colegio de infantería, donde estuvo hasta el siguiente uno de enero de 1856, que obtuvo su empleo de subteniente con destino al regimiento de Burgos, al que se incorporó en Madrid a finales de febrero, quedando de guarnición hasta fin de mayo, que pasó en igual situación a Granada.

Escudo de los Rojas

   En enero de 1857, pasa el regimiento de guarnición a Valencia, quedando en Játiva primero hasta fin de junio y a Morella después hasta fin de septiembre, que pasó al batallón provincial de Aranda de Duero. El veinticinco de septiembre asciende a teniente por antigüedad.

   En diciembre de ese año, es destinado a prestar sus servicios al batallón provincial de Écija, en cuyo punto de demarcación permaneció hasta el treinta y uno de julio de 1859, que por orden superior es destinado al regimiento de África, incorporándose a él en la ciudad de Sevilla, permaneciendo en dicha plaza hasta el veintiséis de diciembre, que pasó a Cádiz, donde el veintiocho de febrero de 1860 se embarcó para África conduciendo soldados que habían sido destinados a aquel ejército y una vez cumplido ese cometido, el veintiocho del mismo mes causa baja en dicho regimiento, pasando a continuar su servicio en el batallón de Cazadores de Baza.

   Se incorporó a dicho batallón el primero de marzo en las llamadas Huertas de Tetuán, hallándose el siguiente día veintitrés en la batalla de Wad-Ras y Sierra de Benicidex y por el mérito contraído en esas acciones obtuvo el grado de capitán, con fecha del mismo día.

   Firmada la paz preliminar con los moros, volvió a hallarse en las Huertas de Tetuán, donde permaneció hasta tres de mayo, tras lo cual embarcó en Ceuta y marchó a Alicante, para desde allí pasar a Madrid, donde quedó de guarnición hasta el treinta y uno de agosto de 1861, que pasó con Real licencia a Antequera, permaneciendo en dicha plaza hasta finales de febrero de 1862, que se incorporó a su batallón en Madrid, permaneciendo en el de guarnición hasta agosto, que pasó al provincial de Lucena, donde quedó formando el cuadro permanente hasta fin de julio, que fue transferido al regimiento provincial de Málaga, pasando a Antequera con goce de media paga hasta el treinta y uno de diciembre de 1866.

   El primero de enero de 1867, recibe la orden de incorporare al regimiento de Valencia, lo que efectuó el siguiente día veinte en la plaza de Cádiz, quedando de guarnición hasta el dieciocho de junio, que pasó a dar guarnición a Algeciras hasta el siete de agosto del año siguiente, que obtuvo licencia temporal para pasar a Antequera.

   El diez de octubre asciende a capitán y queda en situación de reemplazo.

   Continuando en situación de reemplazo, en 1869 prestó en Granada el juramento a la Constitución y en 1871 prestó el juramento de fidelidad al rey Amadeo.

   Por Real orden de nueve de marzo de 1872, es destinado al batallón de reserva de Granada, donde permaneció hasta siguiente treinta y uno de julio, que recibió la orden de incorporarse al regimiento de la Reina, pero no llegó a hacerlo, pues justo un mes después pasó a situación de supernumerario con residencia en Antequera.

   El diecinueve de octubre de ese año de 1872, contrae matrimonio con María del Carmen Rojas-Arrese Yáñez-Barnuevo.


Archivo Histórico Municipal de Antequera

   Continúa en situación de supernumerario hasta el veinticuatro de noviembre de 1875, que pasa destinado al batallón de reserva Nº 20, permaneciendo en el hasta fin de año. Antes, el veinte de febrero, es ascendido a Comandante por antigüedad.

   El treinta de enero de 1876, es declarado en situación de reemplazo, en la que permanece hasta el veinte de marzo de 1878, que pasa destinado al batallón de reserva de Antequera, que dando en situación de provincia hasta el treinta de junio de 1879.

   En el interín, el once de abril de 1878 fallece su mujer.

   El treinta y uno de julio de 1880 pasa al Depósito de Antequera y el veintitrés de octubre contrae segundas nupcias con Teresa Arrese Rojas y Yéz-Barnuevo.

   Permanece en igual situación hasta febrero de 1884, que por Real orden pasa a la situación de reserva y el veintiocho de agosto de 1886, se le concede el retiro.

   Había obtenido las siguientes condecoraciones:

- La medalla conmemorativa de la Campaña de África, por R. D, de diez de marzo de 1860.

- "Bien de la Patria" por haber pertenecido al Ejército de África, por R. O. de ocho de octubre de 1860.

- En 1873, recibió la cruz sencilla de la Orden de San Hermenegildo, con antigüedad de diecinueve de enero de 1871.

- En 1882, obtuvo la placa de la Orden de San Hermenegildo, con antigüedad de treinta de diciembre de 1879.

   Así pues, el treinta y uno de agosto de 1886, presentaba treinta y seis años, siete meses y doce días de servicios, de los cuales se le dedujeron nueve meses por descuentos de servicios. Falleció el catorce de abril de 1917.

NOTA: La imagen del Archivo Histórico Municipal de Antequera es propiedad de ese Archivo. Está prohibido su uso con fines comerciales, económicos, mercantiles, propagandísticos o cualquier otro uso que suponga beneficio económico.

Soldado Malagueño

Málaga - 2020