SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


lunes, 30 de enero de 2023

HISTORIAS BREVES 11: JUAN ESPEJO SIERRA, UN VELEÑO BATIÉNDOSE EN CUBA.

 Juan Espejo Sierra había nacido en la ciudad de Vélez Málaga, pero no sé cuándo, así como tampoco sé cuándo fue llamado a filas o si se presentó voluntario, pero lo que sí sé es que fue enviado a la provincia de Cuba a luchar contra los independentistas.

Sé también que en los combates de que tenemos noticias en que se halló, lo hizo formando parte del regimiento de infantería San Fernando Nº 11, el cual estaba integrado en la primera brigada de la primera división del primer cuerpo de ejército, departamento oriental, mandado por el general Moreno. Este primer cuerpo de ejército se hallaba situado en la parte occidental del anteriormente mencionado departamento oriental. ¡Uf, un lío!

La primera noticia que tenemos es que se halló en el combate contra los insurrectos en el lugar de Porvenir, que no he conseguido localizar, por lo cual fue recompensado con una cruz de plata con distintivo rojo. No obstante, como no he hallado referencias de este combate, desconozco la ubicación exacta y en qué fecha se libró.

Hallándose el general Julián Suárez Inclán en Bahía Honda, recibió órdenes de partir para atacar el punto de Cacarajícara, donde se hallaban Maceo y sus hombres. Tras partir con una fuerza de dos mil hombres, se le presentó un guajiro -campesino cubano- diciéndole que sabía donde se hallaba el campamento de Maceo, ofreciéndose como guía para llevarlos allí. Era a finales de abril de 1896.

Tras realizar durante el día treinta de ese mes un camino bastante difícil, este llegó a una zona estrecha y complicada, donde empezaron a recibir los primeros disparos de los insurgentes, pero nuestros hombres continuaron avanzando hasta llegar a un punto de la montaña desde que se veía el fuerte de los rebeldes, empezando entonces un fuego fuerte y continuado entre ambos bandos, el cual continuó todo el resto del día y de la noche, durante la cual Suárez Inclán distribuyó sus tropas y al poco de amanecer del primero de mayo, colocó sus dos piezas de artillería en posición.

Una vez establecidas en sus posiciones las dos piezas, ordenó abrir fuego contra las trincheras, lo que motivó que los rebeldes hubieran de salir, lo cual hicieron para atacar con los machetes a los artilleros, pero hubieron de frenar su carrera y dar media vuelta al ser detenidos por las descargas certeras de los soldados de infantería, ante lo cual, los insurrectos, a pesar de las conminaciones de un mando a que se enfrentaran al enemigo, no obedecieron y dejaron el campo en manos de los españoles.

Aprovecharon los españoles ese momento y tras recibir la orden, cargaron nuestros soldados a la bayoneta contra los insurrectos y tras hacerlos huir y desalojar sus posiciones, iniciando la vuelta a Bahía Honda, la cual fue dificilísima por los constantes ataques recibidos por parte de los insurrectos, pero se les hizo frente desmontando todas su posiciones, quebrando las defensas puestas por Maceo, hicieron flaquear a las de Socarrás y se frenaron los ataques de Quintín Banderas y poniendo en fuga a todos, consiguiendo llegar a su destino.

En estos enfrentamientos, los mandos rebeldes Antonio Socarrás y Pilar Rojas quedaron gravemente heridos, así como numerosa tropa, habiendo también bastantes heridos entre los nuestros.

Por su buen comportamiento y actuación en estas operaciones, el doce de septiembre siguiente nuestro Juan Espejo Sierra es agraciado con la Cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo, cruz que también recibieron muchos otros soldados que se batieron el cobre en esa jornada.

Continuó nuestro veleño con su servicio, siempre sobre las armas en prevención de los ataques de los rebeldes y en esas estaba cuando su batalló recibe orden de ponerse en movimiento, lo cual hace a primeros de octubre de 1896, dirigiéndose la columna española mandada por el general Francisco Fernández Bernal y formada por setecientos hombres al punto llamado Ceja de Negro, en la provincia del Pinar del Río, donde fueron el domingo día cuatro acometidos muy violentamente por los hombres de Antonio Maceo y Julián Rius Rivera.

 

Durante el enfrentamiento, que dio comienzo sobre las nueves de la mañana y duró todo el día, fueron dejados fuera de combate los sirvientes de los cañones de la columna y ante el peligro de quedarse sin ellos y no poder realizar una buena defensa-ataque, el capitán de infantería Julio Rodríguez Compagni se hizo cargo de ellos.

La lucha fue realmente tenaz por parte de ambos bandos y aunque los rebeldes ofrecieron una dura resistencia, no lograron mantener las excelentes posiciones que disfrutaban, siendo desalojados de ellas, dejando sobre el campo cien muertos y siendo hechos prisioneros por los nuestros alrededor de doscientos individuos (otras fuentes hablan de doscientos muertos y quinientos heridos)

Por parte española hubo que lamentar veinte muertos, setenta y cuatro heridos, un desaparecido y varios contusos (en otras fuentes se habla de treinta muertos y ochenta y cuatro heridos)

Durante el combate se distinguieron especialmente los individuos del regimiento de San Marcial Nº 44, aunque el resto de los hombres también se batieron valientemente ayudando a salvar la situación.

Añadir un par de notas respecto de esta acción:

1ª- que la artillería se quedó en Pinar del Río, debido a que se hallaban heridos todos los oficiales de la sección,

2ª- que durante la acción hubo muchos heridos a los que atender, destacándose por su comportamiento heroico el médico Osvaldo Codina Zapico, pues a pesar del terrible fuego, tanto de fusilería como de cañones, no dejó de atender, con riesgo constante de su vida, a los soldados que precisaron de sus servicios, por lo cual se le formó juicio contradictorio para concederle la cruz laureada de San Fernando, la cual le fue concedida el trece de julio de 1898, con una pensión anual de trescientas cincuenta pesetas.

Por su buen comportamiento y por el valor demostrado durante el enfrentamiento, nuestro Juan Espejo Sierra fue el veinticinco de febrero de 1897 agraciado con otra cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo, al igual que la anterior, pero esta vez pensionada mensualmente y de forma vitalicia, con siete pesetas y cincuenta céntimos.

No tengo información al respecto, pero a lo largo de 1897 debió participar en algunos combates más y en el transcurso de alguno de ellos debió haber sido herido de consideración, por lo que fue hospitalizado y tras eso y debido a que quedó conceptuado como inútil para el servicio de las armas hasta una próxima revisión médica, pasó al batallón provisional de La Habana, desde donde solicitó su retiro.

En febrero de 1898 fue cursada al Consejo supremo de Guerra y Marina su propuesta de retiro por inútil, pero resulta que tras una revisión médica que se le realizó, el veinticinco de agosto siguiente se determinó que la causa de su inutilidad había desaparecido y, por tanto, volvía a ser útil para el servicio militar, por lo tanto el Consejo Supremo desestimó dicho propuesta, disponiendo que cesasen los pagos a Juan por esa circunstancia y expedirle la licencia absoluta, aunque, eso sí, se le declaraba preferencia en el derecho a ocupar los destinos que determinaba el artículo noveno de la ley de ocho de julio de 1860.

A finales de abril o primeros de mayo de 1902, solicita se le conceda relief y abono de la pensión mensual de siete pesetas y cincuenta céntimos que iban anexas a la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo que le fue concedida, lo cual le fue concedido y con una retroactividad de cinco años el siguiente veinte de mayo, disponiéndose que lo percibiría a través de la Delegación de Haciendo de Málaga. Cobraría dicho importe contando desde el anterior veinte de abril de 1897.

En ese momento vivía en la calle Marquesa de Moya, 1, en la ciudad de Málaga.

Soldado Malagueño

Málaga  2023

lunes, 16 de enero de 2023

HISTORIAS BREVES 10: MUERTO AL HACER LA AGUADA

Pedro Álvarez Sorzano, natural de la ciudad de Antequera, donde había nacido alrededor de 1901, aunque era de buena familia, no pudo librarse -o no quiso- del servicio militar y fue llamado a quintas en la cuota de 1920, siendo destinado al Ejército de África.

El dieciséis de julio de 1922, hallándose sirviendo en el regimiento de Soria, de guarnición en el blocao de Seham el Saf, en el sector de Maxerah, cerca de Larache, fue designado junto a otros compañeros para realizar la siempre peligrosa operación de aguada y hallándose en ese menester, fueron víctimas de una emboscada de los moros, quienes abrieron fuego a discreción sobre ellos, pereciendo Pedro por efecto del plomo enemigo.

En el suceso, resultó también muerto el soldado Miguel Ojeda Vázquez y heridos los soldados Rafael Mayor de la Vega y Mariano Pané Ruiz, todos también del regimiento de Soria.

Dieciocho días después, nuevamente haciéndose una aguada, fueron muertos por el fuego moro un soldado y un cabo, también del Soria, siendo sus cadáveres recogidos por sus compañeros.

En recuerdo a la memoria de Pedro, su amigo Rafael de la Linde publicó en el periódico Sol de Antequera un poema en su recuerdo, el cual es como sigue:

A LA VIRGEN DEL CARMEN

A la memoria del que fué mi

querido amigo D. Pedro Alvarez Sorzano,

muerto gloriosamente en los campos africanos.

 

¡Yo te adoro, Virgen bella.

Virgen santa del Carmelo,

tú del alma eres consuelo

y eres paz del corazón;

a tí acude suplicante

el que siente desventura

y tú siempre, Virgen pura,

pones fin a su aflicción!

 

¡Cuántas veces, Madre mia,

a tus plantas me he postrado,

cuántas veces te he rezado

en mis horas de pesar;

y tú siempre compasiva,

y tú siempre cariñosa,

atendiste bondadosa

lo que a tí yo fui a implorar!

 

¡Hoy que sales, Virgen santa,

por las calles de Antequera,

hoy que el pueblo te venera

y hace objeto de su amor;

hoy te pido, Virgen mía,

con el pecho dolorido,

hagas eco a lo que pido...

puesto pido con fervor!

 

¡Cese ya la lucha ingrata

en los campos africanos,

lucha artera que hoy lloramos...

pues nos hiere el corazón;

al morir un hijo tuyo,

hijo bueno y cariñoso

que en un día venturoso

te llevara en procesión!

 

¡Cese ya la lucha ingrata

que mil vidas va segando,

y mil pechos va llenando

de tristura y de dolor...

tiende ya tu escapulario.

Virgen santa, sobre España

y termine esa campaña

con sus cuadros de terror!

 

¡Reina tú sobre los campos

esquilmados por la guerra,

reina tú sobre esa tierra

do la lucha es tan tenaz;

lleva paz al hogar triste...

do se llora al ser querido,

y al amigo que he perdido

da por siempre eterna paz!

Soldado Malagueño

Málaga - 2023

lunes, 9 de enero de 2023

HISTORIAS BREVES 9: UN GRUMERE SALVADO GRACIAS AL ACEITE DE HÍGADO DE BACALAO

 Francisco González era un joven alto y de buenas hechura que nació en la ciudad de Málaga en 1833 o 1834. Viviendo en una ciudad marinera como Málaga, nada tiene de extraño que al ser llamado a filas -o quizás ingresara en el ejército de forma voluntaria-, fue destinado a prestar sus servicios en la Armada.

No sé a dónde le enviarían a realizar el periodo de instrucción, lo que sí sé es que para 1855 se hallaba en clase de grumete a bordo de la corbeta de la Real Armada llamada Ferrolana, dotada con treinta cañones: dos bomberos de 68 libras, veintiocho de 32 libras, uno de 12 y otro de 4. Medía la corbeta 48,46 metros de eslora, 13 de manga y 6 de puntal y había sido botada en el arsenal de El Ferrol el veinte de febrero de 1848.

No tengo documento que me lo confirme, pero parece probable que el año de 1855 pasara con su barco a las Antillas, a Cuba, donde como suceso digno de mención, citar el disparo de cañón que el comandante del barco ordenó hacer en el mes de abril contra el vapor-correo estadounidense El Dorado, al haberse acercado este a diez millas del cabo San Antonio sin haber atendido a las señales de la corbeta para que se detuviese para inspección de rutina, pues había sospechas de que transportaba filibusteros.

En este caso, parece ser que se refiere a grupos organizados que iniciaban guerras como ejércitos privados, sin contar con el permiso de un gobierno legítimo.

Este hecho provocó que el Senado de Estados Unidos enviara instrucciones al comodoro y comandante de la escuadra guarda-costas de la marina de este país Charles Stewart McCauley, para que se opusiese desde entonces en adelante y con la fuerza si fuese necesario al derecho que, según ellos, se arrogaba de forma indebida el gobierno español de visitar los buques norteamericanos que bogaban en plena mar, aunque fuera en las inmediaciones de la isla de Cuba. El secretario de Estado dio inmediatamente conocimiento de estas resoluciones a las autoridades españolas.

El siguiente suceso reseñable de ese año, fue que ante los atentados que se estaban cometiendo contra las haciendas y las vidas de españoles residentes en México y hacer las necesarias reclamaciones, el capitán general de Cuba, a primeros de setiembre, ordenó que sin pérdida de tiempo saliesen con destino a Veracruz los vapores Don Antonio de Ulloa -armado con seis cañones- y Blasco de Garay -armado igualmente con seis cañones-, acompañados por la corbeta Ferrolana, con el objeto de reclamar el cese de las hostilidades contra los españoles y se reconociesen las deudas y obligaciones del estado mexicano para con aquellos. Estas reclamaciones eran apoyadas por cuarenta y dos cañones.

Desconozco si la tripulación la Ferrolana o algunos de sus miembros bajaron a tierra o si una delegación mexicana subió a bordo, pero el caso es que entre septiembre y diciembre, realizando travesía de La Habana a Veracruz, se produjo a bordo una epidemia de fiebre amarilla.

El veintiocho de abril de 1856, el bergantín de guerra francés Laperouse, el cual había sido completamente empavesado, largó ciento un cañonazos en saludo por el nacimiento del príncipe imperial francés. A estos cañonazos correspondieron de inmediato y como saludo de cortesía la corbeta Ferrolana, donde tenía su insignia el comandante general del apostadero, quien había andado izar bandera en los topes y el pabellón francés en el palo trinquete. Lo mismo hicieron en la fragata Perla y en la plaza habanera se realizó también una salva de veintiún cañonazos.

Esa noche, el cónsul dio un gran baile en su casa, al que, entre otros, asistió el capitán general de la isla.

No sé si de aquellos barros estos lodos -refiriéndome a la epidemia de fiebre amarilla de finales del año anterior-, el caso es que nuestro malagueño Francisco se presentó el veintitrés de julio de ese año de 1856 en el hospital habanero de San Francisco, aquejado de fiebre catarral, la una vez ingresado duró muchos días y a la que acompañaban síntomas de gran irritación bronquial que se había comunicado al parénquima pulmonar, haciéndose crónica. Fue atendido por el médico José de Erostarbe y Bucet, segundo médico del Cuerpo de Sanidad de la Armada.

Para no cansar a mis posibles lectores, resumiré diciendo que el malagueño Antonio González, grumete de la corbeta Ferrolana, se puso mal, muy mal, temiéndose seriamente por su vida, la cual estuvo en un tris de perder, apareciendo todos los síntomas del último periodo de la tisis, frente a lo que de nada servían los calmantes, pectorales, fumigaciones de yodo y revulsivos administrados.

Lo único que soportaba su débil y consumido cuerpo y que parecía irle bien, era el aceite de hígado de bacalao, observando el médico cómo gracias a este medicamento iba nuestro joven grumete mejorando día a día, tanto que, por fin, el quince de octubre, gracias a la notable mejoría experimentada, fue llevado a un barco que le transportó a su Málaga natal, siendo, eso sí, bien surtido por el Dr. Belot del suficiente aceite de hígado de bacalao para el viaje y primeros días de estancia en España.

Desgraciadamente, ya aquí le perdemos la pista a nuestro joven grumete. Espero que sanara o que, en el peor de los casos, se le convirtiera su dolencia en una enfermedad crónica.

Para aquellos que no lo sepan, el aceite de hígado de bacalao -oleum morrhuae- es un aceite extraído del hígado del bacalao del Atlántico -Gadus morhua- y está considerado como un suplemento nutricional gracias a su alto contenido en ácidos grasos omega 3 y que, entre otras cosas, sirve para aliviar el dolor, el malestar e incluso la rigidez articular asociada a enfermedades óseas tales como la artritis.

Evidentemente, también sirvió para que nuestro malagueño mejorara de forma sobresaliente y pudiera volver a su patria chica.

Soldado Malagueño

Málaga - 2023

domingo, 1 de enero de 2023

EL REGIMIENTO SIUZO DE REDING PARTIENDO DE MÁLAGA HACIA GRANADA EL 26 DE JUNIO D 1808.

   Este cuadro, pintado por José Ferré Clauzel y presentado en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga el once de marzo de 2016 , representa la partida de Málaga hacia Granada el dos de junio de 1808 del regimiento de suizos de Reding. Dicho cuadro, fue encargado por el malagueño y apasionado de la historia y la cultura militar José Carlos Millán, como un homenaje a Málaga

   Al fondo, a la derecha, podemos ver la catedral de Málaga, con su única torre. En el centro, el monte de Gibralfaro, con el castillo del mismo nombre. Y en primer término, a la derecha al general Teodoro Reding. 

   Dicho regimiento suizo -es algo sabido- tomó parte en la Batalla de Bailén, donde los españoles derrotaron al los franceses de Napoleón, quienes sufrieron su primera derrota en campo abierto.

   Como curiosidad, decir que tal victoria tuvo resonancia internacional, tanta que en la ciudad de Nueva York el compositor Peter Weldon publicara en 1809 The battle of Baylen**, partitura que quedó en el olvido hasta que fue encontrada doscientos años después por la malagueña Asociación Histórico-Cultural Teodoro Reding en el archivo de la Universidad de Rochester, la cual se volvió a escuchar ese día once de marzo de manera inédita y magistral de la mano de la violinista Sofía Higueras Sánchez y del pianista Álvaro Martín Lozano, miembros de la Joven Orquesta Provincial de Málaga.

   **El título completo de la obra traducido al español es: La Batalla de Bailén y rendición del General Dupont al ejército español patriótico al mando de los Generales Castaños y Redding: pieza histórica, música para el piano forte, acompañamiento de violín y bajo, dedicado a la Suprema Junta de Sevilla, Generales Castaños y Redding, sus valientes oficiales y soldados y a todos los patriotas españoles, por Peter Weldon.

   Sobre este insigne militar suizo y malagueño de adopción, recomendamos con interés la página en internet que la Asociación Histórico - Cultural Teodoro Reding tiene a disposición de los interesados. Se trata de una página muy bien documentada y mejor presentada que nos informa acerca de este bienhechor de Málaga y héroe de nuestra Guerra de la Independencia:

https://teodororeding.es/

Soldado Malagueño

Málaga - 2023

HISTORIAS BREVES 8: UN SOLDADO EN PETICIÓN DE AUXILIO

 Campesino nacido en la localidad de Alora, provincia de Málaga, el veintiocho de febrero de 1870, pensó que para mejorar su vida y poder aspirar a algo más que destripar terrones, podía intentarlo sirviendo en el Ejército, por lo cual, ni corto ni perezoso, en 1891 se alistó por un periodo de doce años (aunque luego fueron menos años)

Hay que hacer notar que debido a que era analfabeto no logró ascender, pasando los doce años en clase de soldado raso y ello a pesar de los sobrados méritos que adquirió para, al menos, ser cabo.

Una vez filiado, pasó por Barcelona, Mahón y Cádiz, desde donde a bordo del vapor Ciudad de Santander parte en febrero de 1893 rumbo a Cuba, siendo destinado a la primera compañía del segundo batallón del Regimiento de infantería Tarragona Nº 67, donde realizó instrucción y juró banderas.

 

En el momento de su llegada se estaba tendiendo la línea férrea que uniría las localidades de Puerto Príncipe con la localidad portuaria de Navieras, proyecto de gran importancia para el transporte tanto de tropas como de víveres, siendo, por tanto, objetivo de constantes ataques y sabotajes por parte de los independentistas y ello a pesar de que se había levantado una línea defensiva de fortines, situados estos cada dos kilómetros y dotados cada uno de ellos con unos diez soldados de media.

Poco antes de que Gonzalo Estrada, nuestro malagueño, llegara a su destino, los rebeldes habían logrado reducir a cenizas la estación de Redención, levantando las autoridades de inmediato un pequeño fuerte, aunque de mala calidad, al que pusieron por nombre El Ramblazo, dotándolo con un pelotón al mando del sargento Manuel Domínguez Garrido y del cabo Venancio Mena Ortiz, siendo precisamente este fuerte al que vino a parar Gonzalo, completándose así su dotación, la que incluyendo al cabo y al sargento sumaban diecisiete hombres.

No tengo la información que me diga en qué fecha llegó Gonzalo a este fuerte, calculo que poco después de jurar banderas, pues se le envió en operaciones de campaña a la zona, pero si sé que el día ocho de agosto de 1895, los vigías del fuerte empezaron a ver un movimiento sospechoso del enemigo a lo largo de la vía férrea y en las proximidades del fuerte, comprendiendo de inmediato la situación comprometida en la que estaban a punto de verse, pues iban a verse asediados por una fuerza numéricamente superior y, probablemente, bien armada.

Algunas fuentes cifran la fuerza rebelde atacante en más de cuatrocientos hombres, de modo que ante esa cifra quizás se comprenda mejor la magnitud de la hazaña llevada a cabo por ese escaso puñado de españoles.

Ante esta comprometida situación, a la que se añadía que de los diecisiete miembros de la dotación del fuerte, tres habían muerto y los demás estaban maltrechos en mayor o menor grado, se decidió mandar a alguno de los soldados a la estación llamada El Lugareño a dar aviso al capitán al mando, pidiendo el envío urgente de refuerzos. La idea era perfecta, lo no que era perfecto era que se trataba de una misión que rayaba lo suicida dada la lejanía de la estación y que el camino estaba infestado de rebeldes.

Encomendándose probablemente a la virgen de su pueblo y a toda la corte celestial, partió Gonzalo decidido a cumplir con su cometido, dejando a sus compañeros en la defensa, los cuales la ejercieron a cara de perro, los cuales

"... cuando ya debilitados por la pérdida de sangre caían al suelo, contribuían á la defensa entregando cartuchos á los que aún quedaban en pie; considerando que aun antes de llegar la columna de auxilio sólo podían hacer fuego los cabos Venanillo Mena y Julián Dominguez, y soldado Faustino Martin, heridos también, y el sargento Domínguez, y que todos estaban dispuestos á defender con sus machetes la entrada del fuerte, que no tenia puerta..."

Mientras esto ocurría, Gonzalo avanzaba en su camino, decidido, costara lo que costara, a llegar a su destino, aunque eso le supusiera tener que hacerlo a rastras y desollándose con la maleza y espinos, cosa que consiguió, pudiendo llegar los refuerzos a tiempo y desalojar a los enemigos, los cuales estaban ya en las mismas puertas del débil fuerte instando a su guarnición a rendirse y endureciendo el ataque.

Gracias a la encarnizada defensa de unos hombres que ante el asedio se crecieron, hubo tiempo de que los refuerzos actuaran a tiempo y salvaron a sus camaradas y al fuerte.

Por estos hechos y por orden de veintinueve de abril de 1896, los cabos Venancio Mena Ortíz y Julián Domínguez García, y los soldados Alonso Fernández Mondelo, Faustíno Martín Sánchez, Jerónimo Manrique Manrique, Guillermo Fernández Vallejo, Isidro Sanvicéns Bonet, Isidoro Vázquez Marqués, Joaquín Jerónimo Billera, Claudio Peña López, Jaime García Boneda, José Puig Fabregat, Juan Llodrá Durán y nuestro Gonzalo Estrada García, todos del regimiento Infantería de Tarragona 67, fueron agraciados con la cruz de primera clase de San Fernando, con la pensión anual de cien pesetas a contar desde el nueve de agosto del año anterior, que tuvo lugar el hecho de armas antes narrado.

Tras estos hechos, nuestro hombre, acompañando a su regimiento, se halló en las acciones que tuvieron lugar contra los insurrectos el siete de enero de 1896 en el lugar llamado Potrero México, que se saldó con victoria de las tropas nacionales y por su buena actuación, recibió nuestro Gonzalo la cruz al Mérito Militar de plata con distintivo rojo.

Poco después, por su buena actuación en el encuentro sostenido con los rebeldes en los lugares de Marina, El Faro y San Fernando, en las cercanías de Puerto Príncipe, los días uno, dos y cuatro de agosto de 1896 mientras conducían un convoy desde Cascorro a Guaimaro, fue agraciado nuevamente con otra cruz al Mérito Militar de plata con distintivo rojo.

Tras ser repatriado el regimiento a España en 1898 y posteriormente disuleto, la siguiente noticia que de este héroe malagueño tenemos, es que en mayo de 1900 finalizó su contrato con el ejército, trasladándose a su Álora natal, donde al parecer vivió hasta su muerte.

Soldado Español

Málaga - 2023