SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


lunes, 26 de diciembre de 2022

HISTORIAS BREVES 7: ALISTAMIENTO DE UN ARTILLERO

    Nos encontramos en la ciudad de Orán, el ocho de febrero del año del Señor de 1749.

En una de sus calles, puede que en alguna taberna, Antonio Álvarez, natural de la ciudad de Málaga y de veinticuatro años, está en animada conversación con un cabo del ejército, el cual le está contando las maravillas de la vida del soldado y sus ventajas: paga mensual, ropa, armas, rancho, nuevos amigos, ...

Oh sí, la vida del soldado por supuesto que también tiene sus inconvenientes, como no, eso era innegable, pero las ventajas los superan y por eso le animaba con entusiasmo a que no se lo pensara más y que se presentara voluntario en el cuartel más próximo y se alistara, indicándole, quizás, que los de artillería estaban necesitados de gente, por lo que sería recibido con los brazos abiertos.

Excitado Antonio por estas palabras, dejó volar su imaginación y al poco se estaba viendo con la posibilidad de hacer carrera y ganarse la vida de una forma honrada y, además, en el noble ejercicio de la milicia, de donde han salido los bravos héroes españoles que habían conquistado medio mundo y habían llevado el nombre de España y de su santa religión hasta los confines más remotas. De modo que espoleado por su imaginación y por la perspectiva de un trabajo seguro, se decidió y junto con el cabo acudió a la oficina de enganche para presentarse como voluntario, donde le felicitaron por su decisión, tomándole nota de sus señas.

Ni que decir tiene que el cabo recibió una recompensa por haber conseguido un recluta.

Era Antonio un hombre moreno, de una estatura aproximada de un metro y sesenta y cuatro centímetros, de pelo negro, como su barba, la cual era cerrada. Sus ojos, de color pardo. Mostraba una cicatriz de herida en la mejilla derecha y su frente lucía un lunar, que no pasaba desapercibido.

Cuando firmara su contrato, lo haría por un mínimo de ocho años, al cabo de los cuales podía reengancharse o licenciarse, eso ya lo vería él cuando pasara el tiempo y viera si le cuadraba la vida militar, que ocho años son muchos años. En cuanto a la paga, se le daría una determinada cantidad de entrada más el vestuario y el armamento, todo según el uso de la compañía a que fuese destinado. Luego, tras pasar el periodo de entrenamiento, ya se discutiría el sueldo que finalmente percibiría.

Una vez tomada su filiación, pasó a manos de un médico para ser examinado su estado de salud, si tenía buena vista y si su constitución física era la óptima para ser un soldado, para decidir si es apto o no para el servicio de las armas.

Una vez superado el examen, fue conducido por un sargento o un cabo, que eso no lo explica claramente el documento usado para esta historia, a presencia del comandante, quien comprobó si sus señas y circunstancias se correspondían con la minuta que se le había enviado, preguntándole a continuación si estaba dispuesto a someterse a las ordenanzas que rigen la vida militar, si era un desertor, si estaba matriculado para el servicio en la marina, si había escapado de la cárcel y otras varias preguntas más, tras lo cual le puso al corriente de las consecuencias que tenían las deserciones, la insubordinación, el homicidio, el latrocinio y otros delitos mayores y menores.

Tras no hallar nada reprobable ni es su salud y estado físico ni en su pasado y aceptadas por Antonio las ordenanzas, el comandante le sentó minuta, estampando el ADMITIDO y su firma.

Una vez obtenida la admisión, pasó Antonio a casa del Ayudante, donde le fueron leídas las ordenanzas, advirtiéndosele que no podía pernoctar fuera del cuartel, la obligación de asistir a las revistas, de entrar en el rancho con sus compañeros, de no trabajar en su oficio, de no ser asistente de ningún oficial como criado, advirtiéndosele que si contravenía alguna de estas normas, se daría parte al comandante.

Una vez enterado de todo lo que tenía que saber, pasó a presencia del capitán de su compañía, quien le proporcionó el vestuario y el armamento, anotando su entrada y remitiéndolo nuevamente al ayudante, quien formalizó su filiación, tomando nota de cosas tales como si sabía leer y escribir, si había estudiado algo y en caso de ser afirmativo, qué estudió, si había servido anteriormente en algún otro cuerpo y con qué licencia salió de él, etc., y tras preguntarle si había recibido su vestuario y armas, certificó que el nuevo soldado quedaba satisfecho y bien informado, presentándole el papel para que lo firmara, devolviendo el ayudante al capitán la minuta, donde quedaba consignado que estaba asentado en el libro correspondiente.

Antonio ya era soldado del regimiento de Real Artillería de la plaza de Orán. Un nuevo horizonte se descubría ante él.

 De vuelta a la compañía, el capitán, y por cuenta de su masita, le proveyó de lo siguiente:

- de un par de botines de lienzo de resistencia, con sus charreteras de baqueta,

- una mochila de proporcionado tamaño con correa y hebilla grandes,

- una camisa, un par de calzones de lienzo, un par de botines y un par de zapatos para llevar en la mochila, para las contingencias de una marcha,

- tres pares de camisas, dos pares de zapatos, dos pares de botines un par de medias y dos pares de calzones.

Y con su equipo pasó a la armería, donde se le proporcionó lo necesario para su entrenamiento, el cual comenzaría en breve, junto con su nueva vida.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

lunes, 19 de diciembre de 2022

HISTORIAS BREVES 6: ANDRÉS CANTERO CALDERÓN. UN MUTILADO QUE PASÓ DE SOLDADO A TENIENTE CORONEL

    Natural de la ciudad de Málaga, vino a nacer el catorce de diciembre de 1867 y desde el dieciocho de noviembre de 1895 se hallaba prestando sus servicios militares en el ejército, pasando a prestar sus servicios en el batallón peninsular de Vergara Nº 8, el cual fue destinado a la Isla de Cuba.

   Su batallón se hallaba encuadrado en la columna del mando del teniente coronel Torras y junto a sus compañeros de armas, y por orden del general Suárez Inclán, se hallaba desde el día once de mayo de 1897 realizando una amplia batida por Lechuga, Loma Colorada, Soroa, Oleaga, Magama, Bocú y Rubí, enfrentándose a reducidos grupos de insurrectos, a los que atacaron, desalojaron y les hicieron cinco muertos, durando esta operación hasta el siguiente día catorce.

   Los siguientes días del diecisiete al veinte, se ordenó que el batallón se dividiera en varias columnas y se dispersaran por el interior de la sierra, topándose con los campamentos de los rebeldes Ducasi y Benítez, a los que arrollaron, apoderándose de sus campamentos y todo lo que dejaron allí los enemigos. Ese día tuvieron que lamentar tres heridos.

   Tras reorganizarse nuevamente, continuaron su avance, realizando labores de rastreo del enemigo, al que hallaron el siguiente día veinticinco por la sierra de las Ánimas y Bocú, a los que se atacó de inmediato, haciéndoles nueve muertos y apoderándose de unas cuantas armas, debiendo lamentar el batallón un muerto y diez heridos, entre los cuales se hallaba nuestro malagueño Andrés Calderón, el cual recibió un balazo en el muslo derecho, dejándole una herida bastante fea.

   Trasladado al hospital, se le operó, pero pasados dos días, la herida empezó a presentar gangrena gaseosa y el veintisiete no hubo más remedio que amputarle la pierna a la altura del muslo, por encima de la herida, quedando de esta manera Andrés lisiado y excluido del servicio militar, siendo propuesto para pasar a Inválidos.

   Su batallón, ni que decir tiene que continuó en campaña.

   Al regresar a España a bordo del barco Colón, Andrés cursó instancia para su ingreso en el Cuerpo y Cuartel de Inválidos, en la cual rogaba una mejora en la recompensa por los servicios prestados en la campaña cubana, a lo cual se accedió el veintitrés de junio de 1898 , concediéndosele una pensión mensual vitalicia de siete pesetas y cincuenta céntimos, que iría anexa a la anexa á la cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo concedida el diecisiete de febrero de 1898, por las acciones sostenidas durante mayo de 1897 en la parte oriental de Pinar del Río y la línea militar de Ariel.

   No se desligó Andrés de la vida militar, pues sé que ascendió a sargento, aunque desconozco la fecha, y el treinta y uno de mayo de 1921 asciende a alférez del Cuerpo de Inválidos, percibiendo el siguiente veinte de julio la gratificación anual de efectividad, dotada de quinientas pesetas.

 

   El treinta y uno de marzo de 1924, asciende a teniente del Cuerpo de Inválidos, recibiendo el siguiente veinticuatro de junio una gratificación de mil pesetas por sus treinta años de servicios militares.

   El diecisiete de junio de 1926, es agraciado con la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

   El doce de marzo de 1931 asciende a capitán y diez años después, el dieciocho de marzo de 1941, asciende a comandante, quedando prestando sus servicios en el mismo Cuerpo de Inválidos, alcanzando con los años el empleo de teniente coronel y estando ya jubilado y adscrito a la Comisión Inspectora Provincial de Mutilados de Guerra por la Patria de Málaga, el ocho de octubre de 1949 le alcanzó la muerte en esa plaza andaluza.

 Soldado Malagueño

Málaga - 2022

domingo, 11 de diciembre de 2022

HISTORIAS BREVES 5: CUANDO A TU COMPAÑERO SE LE DISPARA EL FUSIL Y TE DA A TI.

    Cuba, provincia de Pinar del Río, La candelaria.

   Amanece el día veinticuatro de octubre de 1896 cuando soldados de los regimientos de Mallorca que había desembarcado el anterior día veinte junto con media compañía de ingenieros, Zamora y Mérida, al mando del coronel Enrique Segura, acuden a sus posiciones en la altura conocida como Brazo Nogal ante el ataque que prevén van a llevar a cabo los rebeldes mandados por Antonio Maceo y del general Juan Rius Rivera, quienes han tomado posiciones en la Loma Caravaca, desde donde divisaban el campamento real.

   Sobre las nueve el coronel Segura da orden de que los hombres se pongan en movimiento hacia la meseta de Soroa a socorrer a los soldados de Zamora que estaban realizando obras de fortificación, que estaban sufriendo el intenso fuego a que fueron sometidos por los rebeldes.

   Pero previendo Maceo este movimiento, ordenó que los hombres de Vidal Ducasse atacaran de inmediato por el flanco a la columna española, la cual avanzaba en dos líneas, sufriendo la primera la mayor parte del ataque enemigo, aprovechando ese momento de incertidumbre Maceo para atacar a la segunda columna, provocando gran destrozo, ante lo cual el coronel Segura introdujo el segundo batallón con la idea de mantener las posiciones que tenían seguras, pasando el combate a un toma y daca, decidiendo Maceo pasar a la ofensiva sobre los hombres de Zamora, intentándolo en tres ocasiones, siendo rechazado las tres veces por los disciplinados soldados peninsulares, aunque en uno de los ataques, ¡ay!, lograron los insurrectos apoderarse de la bandera del Zamora.

   No obstante esto, los peninsulares lograron rechazar a los rebeldes hacia Miracielo.

   Con la caída de la noche se suspendieron los ataques, reanudándose nuevamente a la mañana siguiente, cuando los rebeldes volvieron a la carga intentando forzar el paso y el coronel Segura, adelantándose a los rebeldes, ordena pasar a la acción y abrir fuego sobre ellos.

   Durante el combate, Eduardo Mayor Palomo, natural de la ciudad de Málaga, soldado del regimiento de Mallorca, es herido de cierta importancia en las lomas de Soroa, pero no por fuego enemigo, no, sino porque a su compañero se le disparó accidentalmente el arma, impactando el proyectil en el antebrazo izquierdo, siguiendo la bala la trayectoria cara anterior del tercio inferior de entrada y salida por la cara posterior, con resultado de rotura del cúbito y del radio, debiendo ser inmediatamente evacuado del lugar y perdiéndose el resto del combate.

   En realidad no perdió mucho, pues tras mucho tira y afloja, los peninsulares batieron primero y persiguieron después al enemigo hasta el medio día, quedando dueños del campo y pudiéndose terminar las obras de fortificación que se estaban llevando a cabo, las cuales, una vez finalizadas, sirvieron de atrincheramiento a los soldados del Mallorca, aunque claro, sin nuestro Eduardo.

   El siguiente día veintiséis, el médico, apellidado Pedraza, le practicó una recesión en el cúbito y el radio, pero pasado el tiempo, se vio que se estaba desarrollando una osteítis necrótica, de modo que el siguiente diecisiete de febrero de 1897, se le practicó una recesión total de los huesos del carpo y de las cabezas del tercero y cuarto metacarpianos, a la vez que se limpiaba y raspaban los tejidos blandos.

   Tras pasar la convalecencia, al tiempo fue incluido entre los soldados propuestos para el retiro. Es decir, que se había quedado bastante fastidiado de ese brazo.

   Ante esta situación, y suponemos que aconsejado por amigos o familiares, solicitó le fuera concedida una pensión por inutilidad, la cual le fue concedida, pero la verdad es que el pobre la disfrutó poco, pues revisado su caso por el Consejo Supremo e Guerra y Marina, se determinó que no se hallaba comprendido en lo estipulado en el Real Decreto de once de agosto de 1875, de modo que el siete de diciembre de 1898 se ordenó que se le dejara de abonar esa pensión por inutilidad y que se le expidiera licencia absoluta.

   Así, quedaba Eduardo lisiado y licenciado.

   No sé qué edad tendría cuando fue a Cuba, aunque imagino -y es un juicio personal sin mucha base documental en que sustentarlo- que debía ser bastante joven y cabe la posibilidad de que fuera alistado a la fuerza para ir a combatir a mas de 7000 quilómetros de su casa en una guerra que seguramente no entendía, para, al final, traerse como recuerdo un brazo inutilizado.

   Desconozco si recibió alguna ayuda económica, pero si he averiguado que en junio de 1906 y en junio de 1920, recibió 63,85 y 50, 75 pesetas por parte de la Junta Clasificadora de las obligaciones procedentes de Ultramar.

Soldado Malagueño
Málaga - 2022

miércoles, 7 de diciembre de 2022

HISTORIAS BREVES 4: ACCIÓN HEROICA DEL SOLDADO JOSÉ RUIZ RUBIO EN JUNIO DE 1914

    A primeros de julio de 1914, recibió el alcalde de la ciudad de Antequera una comunicación remitida por el coronel del regimiento de Borbón, en la que se describe el valiente comportamiento del soldado antequerano José Ruiz Rubio en el encuentro habido con los kabileños la noche del veintiocho de Junio último.

   Dicha comunicación decía que en la noche del veintiocho de Junio de 1914, fue avisado el sargento Adolfo Méndez Gómez, comandante del reducto A. de la orilla izquierda del río Martín por el centinela de que por las inmediaciones del reducto había visto merodeando un bulto sospechoso, señalándoselo y visto por el sargento, este, cumpliendo escrupulosamente con las órdenes recibidas, salió a reconocerlo acompañado por el soldado antequerano José Ruiz Rubio, a la vez que se ponía sobre las armas el cabo Juan Belcho Gómez, que se hallaba de segundo cuarto con el resto del destacamento, ojo avizor en prevención de un ataque moro y actuar en defensa del sargento y del soldado.

   Al poco de ponerse en movimiento nuestros hombres, los enemigos apostados al amparo de la oscuridad, realizaron sobre ellos una descarga de fusilería, con la mala suerte de que uno de los disparos alcanzó al sargento en una pierna, hiriéndolo, aprovechando el momento los moros para abalanzarse sobre él para hacerlo prisionero.

   Lo malo es que los moros no contaron con la bravura, disciplina y determinación del antequerano, quien haciendo uso despiadado de su fusil, mantuvo a raya a los enemigos, a la vez que tiraba de su sargento aproximándolo al reducto dando voces a los compañeros para que descargaran sus fusiles sobre los atacantes, los cuales, ante las circunstancias, debieron abandonar la escena del combate y su intención de hacer prisionero al sargento, quien ese día pudo decir que había vuelto a nacer gracias a la valerosa y arriesgada acción del soldado, soldado que por cierto, también se libró de ser hecho prisionero.

   Dicha acción fue, desde luego, incluida en la orden del cuerpo del día siguiente con el doble objetivo de servir de estímulo a quienes componían el regimiento de Borbón y de dar satisfacción al soldado José Ruiz Rubio y sus compañeros.

   Leída la notificación, decidió la corporación municipal antequerana felicitar de forma oficial al valiente soldado antequerano trasladando el oficio a sus familia, así como agradecer el coronel el haber puesto en conocimiento del Ayuntamiento el suceso.

   Decir que el coronel del regimiento era Felipe Navascués Garayoa y que era conocido en Antequera, pues entre diciembre de 1904 y agosto de 1905 al mando de la Caja de Recluta de esa ciudad y comandante militar de la misma.

   Así mismo, es justo hacer notar el hecho de que el soldado era hijo de una familia humilde, que se tuvo que buscar desde niño la vida y que vio en la milicia un medio seguro de sustento y mejora en sus condiciones de vida.

   En palabras del documento del que he sacado esta noticia,

   "...el caso del soldado José Ruiz Rubio, como otros muchos ha venido a demostrar, que dentro de cada pecho español late el corazón de un héroe dispuesto siempre a sacrificar la vida en cumplimiento del deber..."

   "...se da lectura a una comunicación del Coronel del Regimiento de Infantería de Borbón núm. 17 dando cuenta del bizarro comportamiento del soldado antequerano José Ruiz Rubio. En otro lugar insertamos lo esencial de dicha comunicación.

   El Sr. León Motta propone que declare el Ayuntamiento haber oído con sumo gusto la lectura de ese escrito. Que se dirija oficio al soldado de que se trata, felicitándole por su valeroso proceder; que se dén expresivas gracias al Coronel del Regimiento Sr. Navascués por la deferencia que ha tenido para con esta corporación; y que se traslade el oficio de dicho Jefe, a los padres del soldado.

   Así se acordó por unanimidad"

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

sábado, 3 de diciembre de 2022

HISTORIAS BREVES 3: JULIÁN RUIZ,UN RONDEÑO HÉROE EN EL DOS DE MAYO

    El treinta y uno de agosto de 1794, gracias al limeño José Antonio Lavalle, que aporta los caudales para levantarlo, queda reorganizado un regimiento con la denominación de regimiento de granaderos Voluntarios del Estado, Nº 36 en la escala, pasando a Cádiz, donde en 1795 se le forma el segundo batallón y en 1796 el tercero, permaneciendo con este nombre hasta 1803, que por Real decreto de veintiocho de noviembre queda denominado como Regimiento de Voluntarios del Estado Nº 36, cuyo cuartel era el de Mejorada y estaba en Madrid.

   Bien pues nuestro Julián Ruiz, de veintitrés años y natural de la ciudad de Ronda, provincia de Málaga, acabó siendo destinado a este regimiento, no sé cuando, pero si sé que quedó encuadrado en la 3ª compañía del 2º batallón, siendo el capitán de dicha compañía Rafael Goicoechea, y hallándose prestando su servicio le sorprendió la invasión napoleónica y fue de los que el dos de mayo de 1808 se enfrentó a los franceses defendiendo el parque de Artillería de Monteleón.

   No voy a entrar en detalles de cómo fue la cosa el famoso Dos de Mayo en Madrid, de modo que haré un resumen para situar a nuestro Julián en el lugar exacto.

   Ante la negativa del coronel del regimiento, Esteban Giráldez Sanz y Merino, marqués de Casa Palacio, amigo de Manuel Godoy y afrancesado, el sargento mayor Julián Romero consigue que, bajo su responsabilidad, una compañía acuda a Monteleón para intentar desalojar a los sesenta artilleros franceses que ocupaban dicho punto.

   Esa compañía fue precisamente la tercera del segundo batallón, en la que se encontraba nuestro soldado rondeño, Julián Ruiz. Controlar el Parque era fundamental para el regimiento Voluntarios del Estado, pues controlándolo se garantizaba la seguridad de su cuartel.

   Una vez llegados al Parque de Monteleón -lo hacen antes de las once de la mañana y antes de que llegara el capitán Pedro Velarde y Santillán-, entran por un postigo que al parecer, no conocían los franceses ocupantes y aprovechando la circunstancia sorprenden a los franceses, que no son capaces de responder ante la llegada de los españoles y aprovechando su confusión, el teniente de la compañía Jacinto Ruiz Mendoza les conmina a la rendición y entrega de las armas, comunicándoles que ellos son una avanzadilla y que el resto del batallón está al llegar.

   Engañaos los franceses, se rinden y entregan las armas, siendo encerrados en unas caballerizas, llegando al poco el capitán Velarde, el cual deja entrar a paisanos en el Parque y les entrega armas, a la vez que organiza a las tropas disponibles -los soldados de Voluntarios del Estado y un puñado de artilleros-, mandando que los soldados de Voluntarios se dividan en dos secciones y defendiesen las tapias que daban a la calle de San Bernardo, por donde pretendían acercarse los franceses, dando cobertura defensiva a los artilleros, que habían sacado tres cañones a la calle.

Nuestros hombres resistieron el primer ataque francés y durante el segundo intento de asalto, los soldados de Voluntarios fueron fundamentales para la defensa gracias a su acertada capacidad de fuego y puntería, pero la superioridad numérica y armamentística francesa hizo que al final los españoles hubieran de retirarse, haciéndolo los soldados de Voluntarios por la puerta principal después de haber rendido el recinto, llevándose con ellos a ocho heridos y dejando a nueve muertos.

Entre los heridos se encontraba nuestro Julián Ruiz, que, además, lo está de gravedad y que a pesar de los intentos realizados por salvarlo, muere al siguiente día tres, pasando a ser uno de los muchos héroes que murieron por defender la independencia y la libertad de la patria, siendo fiel a su honor de español, a su juramento militar y a su miserable rey, Fernando VII.

Su muerte está recogida en el Hospital General, en el registro parroquial castrense, al folio 32 vuelto.

Entre los oficiales que mandaban en este regimiento, como ya he dicho, se hallaba el teniente Jacinto Ruiz Mendoza, quien debido a su heroica actuación el Dos de Mayo, posteriormente a los hechos se le erigió una estatua en Madrid, situada en la Plaza del Rey y obra de Mariano Beinllure, costeada por suscripción voluntaria entre todas las clases militares.

   Un nuevo ejemplo de que la gloria se la llevan los oficiales y no los soldados, que suelen ser los que ponen los muertos. Los nombres de los muertos y heridos del Voluntarios del Estado que he encontrado son:

   Muertos: Antonio Luque Rodríguez, Manuel Velarte Badinas, Manuel García y Julián Ruiz, todos solados, mas el cadete Juan Vázquez Afán de Ribera.

   Heridos: Antonio López Suárez, Esteban Villamendas y Quílez, Francisco Lavaña Erriera, José Abad y Leso, José Romero, José Hacha, Manuel Bravo Parra y Lázaro Cansanillo Diego.

   También conocemos el nombre de uno de los tenientes coroneles de este regimiento, Francisco Cabrera Ramírez, natural de Vélez Málaga, quien asumió el cargo el nueve de octubre de 1804, permaneciendo en el hasta el quince de enero de 1808, que ascendió a coronel y se le entregó el mando del regimiento de Soria.

   El uniforme de este regimiento era casaca, chaleco, botón y calzón blanco. Vuelta, solapa, cuello y vivo carmesí. En tiempo de paz constaba de tres batallones, con una fuerza de 1008 plazas en tiempo de paz y de 2256 en tiempo de guerra.

Tomás López Enguídanos. 1813

Nota: El regimiento de Voluntarios del Estado tiene su origen primero en el Tercio de Álava, levantado en 1703. Su evolución histórica hasta la muerte de nuestro Julián es la siguiente:

- Tercio de Álava, 1703,

- Regimiento de Álava, 28-9-1704,

- Regimiento de Victoria, 28-2-1707,

- Disuelto por la reforma de 20-4-1715,

- Regimiento de Granaderos Voluntarios del Estado, 31-8-1795,

- Regimiento de Voluntarios del Estado, 28-11-1803.

   Tras los sucesos del Dos de Mayo fue disuelto, aunque no obstante su historia continua, pero con otros nombres, pero eso es ya otra historia.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

miércoles, 30 de noviembre de 2022

HISTORIAS BREVES 2: UN SOLDADO PRISIONERO EN LA ACCIÓN DE IZARROZA. 1911.

   Antonio Rueda Pérez, natural de la localidad malagueña de Marbella, era un soldado del regimiento de infantería de Melilla Nº 59 desde mayo de 1911.

   Nos hallamos en la Campaña del Kert de 1911-1912. Habiéndose hallado Antonio con sus compañeros de batallón en la acción contra las harkas rebeldes de la zona del río Kert, tras las operaciones militares llevadas a cabo se logró retomar los puntos de Tauriat Zag y Tauriat Buchi el diecinueve de diciembre de 1911, comenzando acto seguido los trabajos de fortificación y abastecimiento de ambos puntos, quedando al cargo de sus correspondientes guarniciones.

   Una vez hecho esto, las cinco columnas españolas implicadas en las operaciones, se pusieron en movimiento para converger en las cercanías de Izarrora, o Izarroza, con la idea de presionar al harka rebelde allí establecida y forzarla a abandonar esa posición para que se desplazara a la desembocadura del río Kert.

   Nuestro hombre se hallaba en una de las compañías de los batallones cuarto y quinto del regimiento de Melilla, al cual acompañaban un escuadrón del regimiento de caballería Alcántara, una batería de artillería de montaña, una estación heliográfica y una sección de ambulancias, todo bajo el mando del general de brigada Silverio Ros Souza.

   Ocupadas las posiciones, el veintisiete de diciembre se entabló combate cerca de Izarroza y en uno de los muchos lances del mismo, un grupo de ocho soldados y el cantinero se refugiaron en una caseta, donde permanecieron defendiéndose de los continuos ataques de los rifeños hasta que se les acabó la munición, lanzándose al combate cuerpo a cuerpo, pero ante la superioridad numérica y que los moros si tenían municiones para sus armas de fuego, optaron por rendirse, siendo hechos prisioneros -junto con el cantinero, de nombre Andrés San Nicolás- y tras despojarlos de sus uniformes y atarlos por los brazos, fueron llevados caminando toda la noche por la orilla izquierda del Kert al campamento moro de Bu Hermana, a donde llegaron poco después de amanecer, donde, todo hay que decirlo, fueron bien tratados, pues lo primero que hicieron los jefes de la harka fue emitir un pregón por el cual se prohibía terminantemente bajo pena de muerte causar ningún daño a los prisioneros, tras lo cual fueron trasladados a la casa que fue su prisión durante el tiempo que estuvieron cautivos.

   A los soldados que se hallaban en buenas condiciones se les proporcionó telas, aceite, huevos y sal, con lo cual pudieron alimentarse ellos y atender a los compañeros que estaban heridos, a los cuales les lavaban las heridas varias veces al día con agua, tras lo cual le untaban aceite y sal y se las vendaban.

   Recibieron visita de el M'Talzi, El-Mizzián y otros jefes principales, que se interesaron por su estado y si eran bien atendidos. También les visitó en una ocasión un santón con trazas de fanático, quien les regaló una buena alfombra, que los soldados, tras su liberación, regalaron al moro que ejerció de patrón. Su alimentación durante los días de cautiverio fue invariablemente patatas guisadas, tortas (que sería pan moruno) y fruta y se les permitía pasear por los alrededores e incluso bajar al zoco. Se les permitía incluso recibir prensa española, medicamentos y ropa.

   Tras haberse entablado conversaciones entre las autoridades militares españolas y los jefes de la harka para el canje de prisioneros y llegar a un acuerdo, el día uno de febrero a las doce del medio día salieron del campamento de Bu Ermana Antonio y sus compañeros de cautiverio y tras cruzar el río Kert llegaron a Semmar, donde les pilló la noche, pero debido a alguna complicación, volvieron a pasar el río y pernoctaron en la casa de un moro que les atendió muy bien, incluso les proporcionó colchonetas para dormir y por fin, al día siguiente tuvo lugar el canje.

   Una vez libres, Antonio y demás compañeros liberados salieron de Yazanem en un coche Loher rumbo a Melilla, escoltados por un escuadrón del regimiento de Lusitania, mandado por el capitán Acero, realizando el viaje bajo una fuerte lluvia, llegando a Malilla alrededor de las ocho de la noche, acabando así la odisea del marbellí Antonio Rueda Pérez y sus compañeros.

   Decir que durante la acción de Izarroza, el general Ros fue herido de gravedad en el cuello, aunque salvó la vida y que tras la ocupación del lugar por parte de los españoles, el harka rebelde se desintegró y sus miembros cruzaron el río Kert.

   Como suele ser habitual, la gloria se la llevaron los oficiales y jefes, quedando para la tropa y clases breves menciones.

   El veinticuatro de abril de ese año de 1912, nuestro Antonio es destinado al regimiento de infantería de Córdoba Nº 10 y el cuatro de mayo siguiente se le premia con la Cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo y pensión mensual de 7,50 pesetas , no vitalicia.

   Aprovecharé para dar cuenta de los nombres de sus siete compañeros de cautiverio:

   Francisco Hurtado Carcales, Antonio Olmo Pérez, Joaquín Andrés Narro, Eloy Hernández Vicente, Agapito Castellanos Martinez , Ricardo Ambas Sánchez y Roque Garrido Garrido, los cuatro últimos heridos.

Soldado Malagueño
Málaga - 2022

sábado, 26 de noviembre de 2022

HISTORIAS BREVES 1: UN SOLDADO ENFERMO.

 Al artillero Antonio Carrasco, nacido en Marbella (Málaga) en 1832, con veintidós años y todavía soltero, sus compañeros de la compañía le definían como un joven impulsivo, muy apasionado, que se deja llevar en demasiadas ocasiones por el sentimiento más que por la razón y con un estado de ánimo que mareaba a cualquiera, pues tendía a ser variable.

Hallándose destinado en La Habana, empezó a sentir una sensación de pesadez en la cabeza, con constricciones y pinchazos, aparte de dolor, síntomas que conforme pasaban los días se hacían más frecuentes y duraderos y ante la persistencia de estos y lo insoportable que le estaba ya resultando, un día del mes de julio de 1854 se presentó en el hospital militar de la capital cubana, donde al médico que le atendió le dio cuenta de lo que le pasaba y tras examinarlo y hacerle unas preguntas, el facultativo determinó que padecía una cefalalgia moderada.

Así mismo, apuntó el médico en el cuaderno que presentaba un pulso frecuente, lleno, con alguna dureza, la piel estaba caliente y seca y la lengua con crápula blanquecina de sabor pastoso, apuntando que el paciente le dijo que padecía bastante sed.

Tras el diagnóstico, el médico le recetó un emeto-catártico para acelerar la defecación, refrigerantes, diaforéticos para provocarle el sudor y pediluvios o baños de pies. 

Tras aplicarle el tratamiento vomitó y defecó varias veces, presentando una mejoría, pero conforme pasaba el tiempo su estado empeoró y al segundo día se le puso la punta de la lengua roja, le entró dolor en el epigastrio, le disminuyó la cantidad de orina, la cefalalgia a mentó a intensa, comenzando a palpitarle las sienes, empezando a tener dolor en la región lumbar y en las piernas. Ante esto se le aplicaron los remedios oportunos, pero como no mejoraba, se le practicó una sangría en el brazo.

El tercer día continuó con pulso débil, frecuente, presentaba un ligero coma, la lengua le continuaba crapulosa y seguía sintiendo bastante sed, la respiración era anhelosa y continuaba con poca orina. el dolor de la región lumbar y piernas continuaba.

Se le aplicaron refrigerante, enemas y cataplasmas emolientes, así como pediluvios y sinapismos. Al medio día se le administró una enema purgante, a la vez que se le aplicaron dos vejigatorios en las piernas, pasando el resto del día en la misma situación, pero con el problema que se le acentuó el coma y el pulso era cada vez más débil. 

El cuarto día de estancia de Antonio en el hospital no supuso un avance, antes al contrario, pues se mantenían los mismos síntomas negativos a los que se sumaron dolor de abdomen, sordera, coma profundo, diarrea, mucha inquietud y la cara se le puso roja.

Esforzándose el personal médico en salvarle la vida, se continuó con el tratamiento, aplicándosele dos vejigatorios en los muslos. Se le dieron friegas con alcohol y quinina, acentuándose la inquietud conforme avanzaba el día.

El quinto día empeoró bastante, quedando inmóvil desde bien temprano, con la respiración muy anhelosa, que se hizo aun más a partir de las nueve. Se le dieron fricciones escitantes, lo que no evitó que un sudor frío cubriera su cuerpo, a la vez que empezó a tener vómitos oscuros a lo que siguió un hipo persistente.

Poco a poco, sus constantes vitales fueron disminuyendo, hasta que cesaron, falleciendo el pobre a las tres de la tarde.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

jueves, 17 de noviembre de 2022

REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE RONDA. 1704 - 1715

 Como es de sobra conocido, a la muerte sin descendencia del rey Carlos II, en el año de 1701 comenzó un trágica guerra civil en España que de inmediato adquirió dimensión continental. No voy a entrar en mayores detalles sobre la génesis y el desarrollo de esta contienda, pues hay mucha literatura al respecto y no es el objeto de este breve trabajo.

   Al poco de comenzar esta guerra, los dos bandos en liza hicieron un llamamiento a las ciudades, villas, corporaciones nobiliarias, hombres ricos, Iglesia y nobles particulares para que contribuyeran con su esfuerzo a sostener los derechos de aspirante al trono español y es en este contexto en el que, en respuesta a ese llamado, en este caso en el bando felipista, el capitán de infantería José Maltés Negrón levantó un regimiento con el nombre de Regimiento de la Real Maestranza de Ronda. Decir que en el momento de hacer la oferta al rey, José Maltés era capitán de una de las compañías del tercio del maestre de campo Jerónimo de la Puente Herrera.

   El porqué de que José Maltés levantara este regimiento en Ronda siendo natural de Cádiz o del entorno de su bahía, puede tener que ver con que en 1702 la flota combinada anglo-holándesa atacó Cádiz y aunque fue un fracaso, Rota, el Puerto de Sta. María y Puerto Real se vieron seriamente afectados por los saqueos e incendios que hicieron los enemigos.

   Estas acciones, junto con la posterior toma de Gibraltar en 1704 por los ingleses, fueron determinantes para  que la nobleza y burguesía pudiente de Cádiz se dispersara por las localidades cercanas, tales como Tarifa, Marbella, Estepona o Ronda, de modo que es factible especular con la hipótesis de que nuestro José Maltés Negrón hubiera recalado en la ciudad de Ronda y aprovechando su empleo militar como capitán y su poderío económico, se hubiese decidido a sufragar el coste de levantar el batallón.

   Bien, regresando al tema, este capitán se compromete en a levantar a sus expensas un batallón de infantería y en la capitulación admitida por el rey en abril de 1704, José Maltés a levantar y vestir a sus expensas un regimiento de quinientos hombres en un plazo de tres meses, a cambio de lo cual solicitaba el empleo de coronel del mismo y la libertad de elección de los oficiales que mandarían en dicho regimiento. 

   Alrededor del mes de junio, recibió diez patentes de capitán y doce de alférez en blanco para rellenarlas él, las cuales vendería a las personas previamente elegidas por él,  recuperando así la inversión realizada.


Escudo del regimiento de Ronda

   Los soldados los reclutó en varias localidades: Málaga, Cádiz, su ciudad natal, Lucena, Jerez de la Frontera, Utrera y Sevilla.

   Así pues, levantó un regimiento, en base al pie de un batallón, completamente equipado y armado, entregado al rey el dieciséis de de octubre de 1704 y con la denominación de Regimiento de la Real Maestranza de Ronda.

   El batallón estaba compuesto por doce compañías, de las cuales, una era de granaderos y el resto de fusileros, estando formada cada compañía por cincuenta soldados -incluidos los suboficiales- y tres oficiales, los cuales pasaron a ser caballeros maestrantes. Contaba con su correspondiente plana mayor.

   El nueve de junio de 1707 se amplía el regimiento con un segundo batallón

   Por una ordenanza del año de 1707, cambia su nombre a Regimiento de Ronda, asignándosele el número 44 en la escala, manteniéndose así hasta el final de la guerra y en vista de lo maltrecho que quedó y las numerosas bajas que había sufrido, por Real decreto de de veinte de abril de 1715, queda extinguido, al igual que otros muchos regimientos que fueron levantados como consecuencia de las urgencias de la guerra.

      Aunque no me ha sido posible a la conclusión de este breve trabajo encontrar algún hecho de armas en el que haya participado este regimiento, si he podido averiguar dos cosas:

- que pasó a Ceuta de guarnición, y

- que fue enviado junto a la frontera con Portugal, en la plaza de Badajoz y otras del contorno y parece ser que también se estuvo moviendo por la zona fronteriza luso-salmantina. Según un texto encontrado

 “...en dicha compañia y rrejimiento fue (...) a las fronteras de la plaza de Badajoz y a las de otras plazas de los confines de Portugal y en dichos paises (...) sirbio a Su Magestad (que Dios guarde) tiempo de un año poco mas o menos andando la mayor parte del dicho tiempo acampado sin dar lugar las ymbasiones de los henemigos a la menor residenzia en los pueblos pues de ordinario se andaba en guerra biba ...”

   Así mismo, he podido rescatar los nombres de algunos de los oficiales del mismo y así, tenemos a:

- José Maltés Negrón, patente de coronel en 1704,

- Francisco Albarracín Fernández, nombrado teniente en 1708, con antigüedad de 1704,

- José del Barco, nombrado ayudante mayor en 1709,

- Gaspar Gil Martínez, es capitán de granaderos en 1709,

 - Martín López, nombrado alférez en 1707,  

- Simó López Pérez, soldado alistado en 1708 y dado de baja en 1709 por herido,

- Manuel López, capellán del regimiento en 1712

- Filiberto Medrano, capitán nombrado para teniente coronel en 1710

- Juan Terriente, subteniente, nombrado para teniente en 1709

- Fernando Maris, nombrado sargento mayor en 1706

- Bartolomé Joaquí de Mendiola, nombrado capitán en 1706

- Juan Villalba, nombrado para la tenencia coronela del regimiento en 1706

- Francisco Cidrón, nombrado teniente en 1705

- Carlos Maltés, nombrado teniente en 1706

- José Pardo, nombrado capitán en 1706.

Soldado Malagueño

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TENIENTE GENERAL JOSÉ CAGIGAL DE LA VEGA MACSUINI

 Nació en la ilustre ciudad de Málaga un ocho de diciembre de 1757, hijo del teniente general Felipe Cagigal de la Vega y Niño y de María Teresa Macsuini Pacheco, marqueses de Casa-Cagigal.

Era su padre, aparte de teniente general, Caballero de Santiago, Comendador de Esparragal en la Orden de Alcántara, Gentilhombre de cámara del rey y Consejero de Guerra. Comenzó su carrera militar como cadete en 1728.... Pero esto es ya otra historia.

Según consta en la documentación usada, él y sus hermanos castellanizaron el apellido materno, poniéndose Martínez en vez de Macsuini.

El nueve de mayo de 1761, con tan solo cuatro añitos -aun no cumplidos- ingresa como cadete de menor edad en el regimiento de Victoria, regimiento que entonces mandaba su padre, siendo ascendido al empleo de teniente el 20 de febrero de 1766.

Por fin, el primero de abril de 1770 comienza a hacer el servicio, siendo nombrado ayudante mayor el primero de mayo del año siguiente, continuando su servicio, hasta que el diez de junio de 1775 es graduado de capitán.

En junio de 1775 asciende a ayudante del regimiento de Asturias y con este empleo pasó a la expedición de Pedro de Cevallos al Río de la Plata, hallándose en la rendición de la isla de Santa Catalina el cinco de marzo de 1777 y en la toma de la Colonia de Sacramente, el siguiente treinta de mayo.

En febrero de 1779 pasa agregado al regimiento de infantería de Toledo, donde obtiene el empleo de capitán vivo el siete de agosto de 1781 y con este nuevo empleo pasa, a las órdenes de Luis Berton de Balbe, duque de Crillón, a la expedición de reconquista de la isla de Menorca, asistiendo a las operaciones que concluyeron con la rendición del castillo de San Felipe y por sus méritos le fue concedido el grado de teniente coronel el primero de marzo de 1782, pasando posteriormente a las operaciones del sitio de Gibraltar, donde permaneció hasta que acabó la guerra y se levantó el sitio.

En 1786 pasa con su regimiento de guarnición a la plaza de Ceuta, permaneciendo en dicho punto hasta febrero de 1789, que embarcó para Cádiz, pasando posteriormente con el empleo de capitán al regimiento de Toledo, en cuyo destino obtuvo licencia en enero de 1791 para contraer matrimonio con Doña Catalina Suero y Lobato. Y junto con la licencia, en agosto de ese mismo año, recibe su despacho de capitán de granaderos.

Poco iba a durar la tranquilidad, pues 1793, comenzada la guerra contra Francia, es destinado al ejército de Guipúzcoa, encuadrado en el regimiento de León, participando en diversas acciones, destacando en la del ataque a la Cruz de la Loma.

Continuó de operaciones y en 1794 le vemos participando en la quema de Arlegui y en la de Ondarrola y en el ataque a las fábricas de Equí y Orbaiceta el diecisiete de octubre de 1794, pero en las operaciones habidas poco después, cayó prisionero a finales de abril de 1795 en la altura de Biscarrat o Biscarel, depende de las fuentes.

Tras la firma de la paz, pudo retornar a España, donde el cuatro de septiembre de 1795 se le concede el grado de coronel, pasando el siguiente veinte de noviembre de 1796 tal regimiento del Príncipe, con el empleo de capitán.

El año de 1801 le vemos combatiendo contra Portugal, asistiendo en mayo-junio al sitio y toma de la plaza de Campo Maior.

El veintiuno de noviembre de 1806 es nombrado gobernador de la plaza de Albuquerque y en ese puesto y plaza le sorprende la invasión francesa de la Península, presentándose de inmediato a las autoridades superiores de la Junta de Extremadura, las cuales le nombran primero brigadier el dos de junio de 1808 y mariscal de campo el siguiente ocho de septiembre.

Con estos nuevos empleos, el siguiente doce de octubre se le confía el mando de la cuarta división del ejército de Extremadura, a las órdenes del general José Galluzo y Páez, natural de la plaza norteafricana de Orán, con el cual partió a Madrid, donde la división fue disuelta y sus hombres puestos al mando del conde de Belvedere, siendo nuestro José Cagigal agregado a la plana mayor del ejército de Extremadura, combatiendo contra los franceses en la Batalla de Gamonal el siguiente diez de noviembre, siendo derrotados los españoles, dejando expedito el camino a los gabachos para el saqueo de Burgos.

Tras esta derrota, José Cagigal se retira a Segovia primero y a Madrid después, pasando a participar en su defensa, en la cual se halló hasta la rendición de la plaza el tres de diciembre, quedando nuestro hombre prisionero, pero no habían transcurrido noventa días, cuando aprovechando su oportunidad, logra fugarse, poniendo tierra de por medio hasta presentarse ante el general Gregorio García de la Cuesta, quien de inmediato lo destinó a Badajoz, pasando el siguiente primero de diciembre de 1809 a hacerse cargo del gobierno de Albuquerque.

Habiendo tenido noticia de que las plazas de Badajoz y Campo Mayor había caído en manos francesas, envió despacho al general Gabriel de Mendizábal preguntando qué debía hacer ante el más que evidente ataque de los franceses a lo cual este le respondió:

Contestando al oficio de V. S. de 13 del corriente, debo manifestarle que quando el Ayudante de V. S. D. Pedro Suero estuvo ultimamente en su ????? no fue a pedir instrucciones algunas sobre su defensa, sino dinero para la Plana mayor, y entonces mande 30 mil reales para esta y la Guarnicion.

Al The. Coronel de Leales de Fernando VII que me indicó qué haria en el caso de rendir las Plazas de Badajoz y Campo-Mayor, preguntele V. S. qual fue mi contestacion.

La defensa del Castillo de ese Pueblo debe llegar á lo infinito, pues asi lo requiere su situacion, siendo este guarnecido por la Tropa de Ynfanteria, y el recinto de la Villa de adentro por las Milicias Urbanas, pues que este es su instituto y la obligacion de llamarse Españoles i si V. S. quiere abandonar esse Punto, como se podra defender al que me dice piensa retirarse, siendo mucho menos fuerte.

Hago a V. S. responsable a la Nacion de la conservacion de esse Castillo, el Pueblo poco influye e las operaciones del Gefe Militar quando este tiene nervio para hacerse obedecer; ademas por momentos estan llegando los refuerzos que enbian los aliados para libertar la Extremadura y entonces, lo que V. S. Quiere abandonar sin tirar un cañonazo, nos costaria arroyos de sangre para tomarlo.

Tengo segura confianza que el celo de V. S., los largos servicios y el Patriotismo que le acompañan, daran un nuebo realze, y a la Nacion un testimonio de que no se equivoco de haber puesto al cuidado de V. S. la defensa de essa Plaza.

Del recibo de este oficio sirvase V. S. avisarme con la posible brebedad. Dios gue. a V. S. ms as. Estremoz y Marzo 15 a las nuebe de la noche de 1811.

Gabriel de Mendizabal

Como estaba previsto la plaza fue atacada el dieciséis de marzo de 1811 por dos regimientos de caballería gabacha al mando del general Marie Victor Latour-Maubourg, y aunque intentó la defensa con los seis mil hombres de que disponía, aguantó solo ese día de cerco y desoyendo las órdenes que recibió de mantenerla a toda costa ordenó la capitulación de la plaza, siendo hecho ¡de nuevo! prisionero, pero aprovechando su oportunidad ¡de nuevo! logra fugarse, presentándose ante el general Castaños Aragorri.

No he logrado averiguar qué consecuencias tuvo para él el haber desobedecido las órdenes, pero si sé que tras presentarse a Castaños, en diciembre de 1812 fue destinado de cuartel y sin empleo a Badajoz, siendo probablemente ese su castigo.

En diciembre de 1829 asciende a teniente general.

Como se decía al principio, era marqués de Casa-Cagival, y aunque no era él el siguiente en la sucesión en el título de marqués pues era el tercero de los varones, resulta que al fallecer el primogénito y primero con derecho al título y también fallecer sin sucesión el siguiente hermano, sucedió en 1824 nuestro José en el título. A su muerte, su hijo Fernando fue quien sucedió en el título y, además, también ejerció la carrera de las armas. Pero eso ya es otra historia.

Sus cinco hijos varones siguieron la carrera de las armas y parece ser que aparte de la milicia también hizo sus pinitos en la literatura

En 1816, obtuvo la Gran Cruz de San Hernengildo.

Falleció en la localidad de Valverde de Leganés, el ocho de diciembre de 1838, el mismo día que nació, pero ochenta años después.

Soldado Malagueño

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TENIENTE JOSÉ RAMOS CABELLO

 Nació José en la ciudad de Antequera el veintisiete de marza de 195 y era hijo del comisario general de vigilancia de Antequera José Ramos Bazaga y María Cabello.

El nueve de abril de 1922 tuvo su ingreso en el ejército.

Siendo alférez en el batallón de montaña Estella Nº 4, se le destina al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Ceuta Nº 3 y hallándose en este destino participo a primeros de agosto de 1925 junto con sus compañeros en la heroica defensa de la posición llamada Casa Hamido, donde se destacó por su valentía y arrojo, por lo cual fue citado en la orden general del Ejército de operaciones de esa Comandancia, presentándolo como modelo de soldado.

Asciende al empleo de teniente el treinta de junio de 1926.

Continuó de operaciones y en julio de 1927 le vemos acudiendo al socorro de la posición de Sidi Meskín, la cual se hallaba asediado por los moros y después de un duro combate de más de siete horas pudieron ser rechazados. El encuentro se saldó con la muerte de un corneta y varios soldados y heridos un sargento, dos cabos y cuarenta soldados, así como el oficial de la posición.

El dieciséis de noviembre de 1927 se le concedió la Cruz de María Cristina y el veintiuno de junio de 1929 se le concede la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.

Para agosto de 1929 se hallaba destinado en el regimiento del Príncipe Nº 3, fecha en la que obtuvo licencia para contraer matrimonio con Carmen Aspíroz Luis.

El quince de junio de 1932 es trasladado al centro de movilización y reserva Nº 3, en Sevilla.

Para el primero de enero de 1934, nos lo encontramos destinado en el Cuerpo de Seguridad y Asalto, en la décimo octava compañía del décimo Grupo, con sede en la ciudad de Oviedo.

En la madrugada del cinco de Octubre de 1934, se produjo el alzamiento armado de la cuenca minera asturiana. Una vez proclamada la revolución en los pueblos, los alzados, perfectamente armados, atacaron de forma sorpresiva y contundente los puestos y reductos de la fuerza pública que había por el país. Decir que, en líneas generales, dichos puestos contaban con poco personal y estaban mal equipados, lo que permitió que la revolución triunfara en un primer momento.

Fue Sama de Langreo uno de los pueblos asaltados por los alzados, quienes atacaron con ímpetu al cuartel de la Guardia Civil, ejerciendo los guardias una enconada resistencia, pero debido a la escasez de medios de medios defensivos y cada vez más acosados, enviaron recado a Oviedo, a la sección de Asalto, a pedir auxilio, pues la situación se estaba volviendo crítica.

Los encargados de salir a Sama de Langreo fueron los hombres de la sección que mandaba nuestro José Ramos, que precisamente ese día no le correspondía salir al frente de su sección, pues por turno le correspondía a otro teniente. El caso es que José se presentó voluntario para acaudillar la expedición, entre otras cosas por su conocimiento de la conflictiva situación político-social de la cuenca minera.

Así pues, se aprestaron dos camionetas que de inmediato partieron hacia Sama de Langreo, camino que fue peligroso, pues fueron hostigados por los rebeldes, y al llegar al puente de la localidad, debieron sostener un vivísimo fuego con los alzados que querían impedirles el paso camino del cuartel de la Guardia Civil, paso que finalmente fue franqueado, no sin antes perder nuestro teniente a la mitad o más de sus hombres, entre muertos y heridos. Debieron continuar su camino pie a tierra.

Tras pasar el puente, ocupan los guardias de asalto una casa, donde se refugió para poner orden en la situación, aunque, desde luego, el enemigo continuó haciendo un fuerte fuego sobre ellos, lo que no fue óbice para que los guardias de asalto, con el teniente Ramos al frente, lograsen abrirse camino hasta el cuartel de la Guardia Civil, donde continuaron resistiendo y agrediendo al enemigo hasta el medio día del siguiente día seis, donde ya solo se lanzaban bombas de fabricación casera con dinamita que se les había cogido a los revoltosos, resultando gravemente herido durante el enfrentamiento.

A pesar de estar tan mal, aun pudo organizar el abandono del cuartel, valiéndose de la poca munición que les quedaba, abriéndose camino bajo la lluvia de proyectiles que les lanzaban los alzados, muy superiores numéricamente y bien municionados, consiguiendo de esta manera llegar a las afueras del pueblo, aunque con la inmensa mayoría de los hombres muertos.

Debido a lo extenuado que estaba fue hecho prisionero por los rebeldes, quienes le arrastraron al interior del pueblo, llevándolo al día siguiente al cementerio, donde junto a su tapia lo fusilaron. Era el seis de octubre de 1934.

Por su actuación y a petición de su mujer, fue propuesto para que se le concediera la Cruz Laureada de San Fernando. En el juicio contradictorio, todos los interrogados coincidieron en su arrojo, valentía, capacidad de mando y conocimientos tácticos y todos consideraron que su caso se ajustaba a lo prevenido en el artículo 49, casos tercero, cuarto y noveno; artículo 50, caso quinto; artículo 53, caso primero, y artículo 54, caso primero, del Reglamento de la Orden Militar de San Fernando. Desconozco si se le concedió.

Así mismo, el diputado liberal demócrata Alfonso Muñoz de Diego, junto con otros diputados asturianos, ha presentaron a las Cortes una proposición de ley para honrar la memoria de tan heroico teniente antequerano con la concesión del empleo de capitán del Cuerpo de Seguridad y Asalto. En este caso, tampoco sé si se le concedió.

Dejaba viuda, Carmen Aspiroz Luis, quien fue la que pidió se iniciaran los trámites para la concesión de la cruz, y dos hijos, José Luis y Carlos.

Soldado Malagueño

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BRIGADIER JUAN CASAMAYOR COTRINA

 Vino a nacer Juan en la ciudad de Málaga, un veinte de marzo del año de Nuestro Señor de 1742, hijo del matrimonio formado por Luis y Ana.

Tuvo nuestro hombre su ingreso en el ejército el once de enero de 1761, cuando ingresó como soldado en el regimiento de caballería del Príncipe, en el cual y no sé porqué, pasó a ser cadete el siguiente dieciséis de octubre, todavía con diecinueve años y con este empleo pasó a la campaña de Portugal al año siguiente, no debiendo toar parte en ningún hecho de armas significativo, pues los documentos usados no dan testimonio de ello.

El veintiséis de febrero de 1767 asciende a alférez y con este nuevo empleo pasó el siguiente tres de octubre de 1768 a un nuevo destino: el regimiento de Dragones de Lusitania, donde continuó prestando el servicio de su clase, hasta el primero de agosto de 1776, que pasó a servir en la expedición de Pedro de Cevallos al Río de la Plata, hallándose en el sitio y toma de la isla de Santa Catalina, obteniendo su ascenso a teniente del arma el trece de abril de 1778, regresando a España tras finalizar aquella campaña.

Desde el diez de agosto de 1779 se halló en el sitio y bloqueo de la plaza de Gibraltar, permaneciendo en aquellas operaciones hasta septiembre de 1782, fecha en la que se le destinó a los granaderos desmontados, permaneciendo en dicho destino hasta el veintiocho de febrero de 1783. Antes, el primero de enero, había sido agraciado con el grado de capitán.

El cinco de julio de 1783, con cuarenta y un años, recibe licencia para casarse con Polonia de Hoces y Muñoz, teniendo lugar el enlace en la ciudad de Jerez de la Frontera.

Desde el quince de septiembre de 1787 hasta el doce de noviembre de 1788, estuvo comisionado en la persecución y captura para su entrega a la justicia de bandidos, aunque no acabó ahí su celo persecutorio, pues el catorce de abril de 1789 se distinguió al sorprender con las manos en la masa a una partida de contrabandistas en la localidad de Cuevas Altas, conocida hoy en día como Cuevas de San Marcos, al norte de la provincia de Málaga, y en el enfrentamiento resultó herido, pero ello no fue óbice para empezar la persecución de los bandidos, que tuvo por resultado su captura junto al río Genil, cuando ya se iban a subir a la barca que cruzaba el río.

El diecinueve de abril de 1790 asciende a capitán vivo y con este nuevo destino se le envía al ejército del Rosellón. En este escenario bélico, se halló en la batalla de Maesdeu del diecinueve de mayo de 1793, pasando después a la acción de Illas, tras lo cual pasó a con su escuadrón destinado al ejército de Aragón y al año siguiente al de Navarra, recibiendo el grado de teniente coronel en septiembre de 1795.

El veinticinco de mayo de 1803, Pedro de Grimarest y Oller fue nombrado comandante general de las provincias internas orientales de Nueva España y cuando embarcó formando parte de la expedición a la Martinica, Juan Casamayor y Cotrina, nuestro hombre, fue puesto al frente de la caballería de la expedición, pero debido a la presencia de una importante escuadra inglesa, se prefirió dar la vuelta y retornar a España, pasando a tomar parte en el combate naval de Finisterre el día veintidós de junio de 1805.

Iba embarcado en el navío llamado San Rafael, del mando del brigadier Francisco de Montes Pérez y con ochenta cañones, en el que fue herido y tras duro combate y tener cincuenta muertos y ciento catorce heridos, hubo el barco de rendirse, siendo hecho prisioneros los supervivientes por los pérfidos y trasladados a la localidad inglesa de Plymouth, entre ellos nuestro hombre.

Una vez negociada y recuperada la libertad, retorna a España, donde se le concede el grado de coronel, para poco después, el cinco de febrero de 1808, pasó de cuartel a Málaga, permaneciendo en esta situación hasta que los franceses invadieron nuestra patria, ante lo cual, sin dudarlo un instante, se presentó ante el general Francisco Javier Castaños Aragorri, quien de inmediato lo destinó como coronel agregado al regimiento de Dragones de Numancia y con su escuadrón se halló en la famosa Batalla de Bailén, en la cual fue herido de dos cuchilladas en la cabeza, por lo cual fue retirado del servicio, pasando a Málaga a recuperarse.

El seis de octubre de 1808, la junta de Granada le ascendió a brigadier de caballería y con este nuevo empleo, la Junta Central le destinó, ya en 1809, a que prestara sus servicios en el ejército de Cataluña, tomando el mando de la caballería en Gerona.

La única noticia que he encontrado sobre actividad en el campo de batalla es de los días seis y siete de julio de 1809, que se hallaba bajo el mando del mariscal Pedro Cuadrado operando por Santa Coloma, en unas acciones contra las avanzadas de los enemigos, logrando, no sin esfuerzos, desalojarlos de aquellos puntos.

Lograron ocupar el punto de la Massarra, extendiendo la línea un cuarto de legua de Santa Coloma, con lo cual, con las tropas de infantería, caballería y tres piezas de artillería avanzaron hacia Martorell, donde se hallaban los franceses, quienes viendo aproximarse a los españoles optaron por retirarse, dejando el campo en manos españolas. Ocurría esto el día siete, a las seis de la tarde.

La suerte no le acompañó en su estancia en tierras gerundenses, pues si bien no resultó herido, si cayó enfermo, por lo cual se le apartó del servicio activo en el campo y se le mandó de gobernador a la plaza de Mataró, donde fue hecho prisionero por los franceses en 1809.

Una vez terminada la guerra fue liberado, justificando su conducta, tras lo cual pasó a situación de cuartel, en la que permaneció hasta el treinta de diciembre de 1825, en Cádiz.

Soldado Malagueño

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GENERAL DE DIVISIÓN LUIS DE SANTIAGO AGUIRREVENGOA

 Nació en la ciudad de Málaga el doce de julio de 1854. En otros documento se le llama Aguirrebengoa.

Comenzó a el primero de septiembre de 1870, fecha en la que tuvo su ingreso en la Escuela de Artillería, realizando con gran aprovechamiento sus estudios y así, el primero de junio de 1872 tuvo su nombramiento como alférez alumno y con este empleo solicitó y obtuvo licencia absoluta el primero de junio del año siguiente.

Debió pensárselo mejor o el motivo por el que solicitó dicha licencia dejó de ser importante, porque solicitó la vuelta al servicio, volviendo a ingresar en la Academia el primero de octubre siguiente para continuar sus estudios, tras los cuales en mayo de 1874 obtuvo su ascenso al empleo de teniente y destinado al tercer regimiento de a pie, en el parque móvil del primer cuerpo del Ejército del Norte, con el que los meses de agosto y septiembre los pasó en campaña contra las facciones carlistas y en marzo y abril de 1875 se halló nuevamente de operaciones por la provincia navarra, concediéndosele el grado de capitán por el levantamiento del bloqueo de Pamplona, pasando después al cuarto regimiento montado, tras lo cual pasó al cuarto regimiento montado y en abril a segundo de montaña.

Destinado al Ejército del Centro, en junio salió a campaña por la provincia de Huesca, asistiendo el diez de julio a la toma de los pueblos de Torrecilla, Boltaña y Guaro, resultando herido durante las operaciones, por lo que fue recompensado con la cruz roja de primera clase del Mérito Militar.

El doce de agosto se halló en el combate habido en las cercanías de Monte Perdido; los días uno al tres de septiembre en los combates sostenidos con el enemigo en Puyarruego, tras el que se le concedió el empleo de capitán de ejército; los días diecisiete y dieciocho de octubre en en Salasaltas y Aldehuesca; entre el veinticuatro y el veintinueve de dicho mes en Fauló y Puerto Puyarruego, por cuyo comportamiento obtuvo el grado de comandante.

Los días dieciséis al dieciocho de noviembre se halló en las acciones que tuvieron por objeto la persecución de la facción llamada de Rivero y por sus méritos fue agraciado con una mención honorífica.

Considerando la Superioridad que era más necesario en otros puntos, fue destinado al Ejército del Norte y en este nuevo destino, se halló el veintiséis de noviembre en el ataque y posterior toma de las posiciones enemigas en la Sierra de Leire y por el óptimo comportamiento observado se le recompensó con una cruz roja de primera clase del Mérito Militar, para acto seguido continuar en el campo de operaciones, hostigando a los rebeldes carlistas allí donde le ordenaran que fuera, hasta marzo de 1876, que terminó la campaña.

El siguiente mes de mayo pasó a prestar sus servicios al quinto regimiento montado, permaneciendo en dicho destino hasta diciembre, que pasó a la Isla de Cuba, ocupando la plaza de capitán de artillería de la comandancia principal de artillería de Sancti Spíritus, de la que poco después pasó a la línea militar de Júcaro a Morón.

En octubre de 1878 se hizo cargo de la comandancia del arma de la plaza de Matanzas, la cual administró hasta agosto de 1879, fecha en la que obtuvo su pase a la Península y a su llegada quedó sin efecto el empleo de capitán de ejército, pasando destinado al quinto regimiento a pie, pero debido a que cayó enfermo no se pudo incorporar, pasando en diciembre al segundo regimiento de montaña.

En junio de 1882 asciende a capitán por antigüedad, pasando a servirlo al segundo regimiento de a pie, permaneciendo en dicho destino hasta julio de 1884, que pasó destinado a Cádiz, al parque de artillería, donde desempeñó diversas comisiones.

En noviembre de 1888 es destinado a la Escuela Central de Tiro, en Cádiz.

En diciembre de 1890 queda en situación de súper numerario sin sueldo, situación en la que permaneció hasta mayo de 1893, que ascendió a comandante por antigüedad, aunque no obtuvo co9locación hasta abril de 1896, que ocupó plaza en el quinto batallón de plaza y por Real orden de veintiuno de octubre siguiente se le dan las gracias por su colaboración con las fuerzas destinadas a Ultramar.

Entre abril y noviembre de 1897, prestó sus servicios en el primer depósito de reserva del cuerpo, del cual pasó a la primera sección de la Escuela Central de Tiro. Por sus servicios en la secretaría de la misma, recibió la cruz con distintivo blanco y de segunda clase del Mérito Militar.

En julio de 1898 asciende a teniente coronel, haciéndosele responsable del decimo tercer batallón de plaza, pasando el siguiente octubre al Ministerio de la Guerra, para que prestara sus servicios en la comisión de experiencias de artillería, comisión que posteriormente formó parte de la junta facultativa del arma, desempeñando en ambas -comisión y junta- las funciones de vocal, así como formó parte de numerosas comisiones de carácter técnico tanto en España como en el extranjero. Así mismo, desempeñó el cargo de auxiliar de la Comisión de Táctica desde febrero de 1907.

Retrocediendo en el tiempo, en 1901 y por Real orden, se le dieron las gracias por su ejemplar actuación en la catástrofe ocurrida durante los ejercicios de pruebas de la batería de Santa Catalina, en Gijón, el veintitrés de noviembre de 1899. Nuevamente se le dieron las gracias por el desempeño de su cometido en la comisión que se formó para la adopción de los diferentes tipos de cañón rápido con los que se quería dotar a la artillería de campaña.

Entre 1900 y 1901 estuvo trabajando en el reconocimiento y clasificación de los distintos tipos de pólvora que había en varias plazas, por cuyo buen trabajo obtuvo una cruz de segunda clase del Mérito Militar con distintivo blanco y pensionada, pensión que disfrutaría hasta su siguiente ascenso. obteniendo en mayo de 1905 otra igual cuya pensión duraría hasta su ascenso a general o su retiro, lo que ocurriera antes, por los servicios que prestó en la comisión que desempeñó en el extranjero para estudiar material de artillería.

En abril de 1907 asciende a coronel, quedando agregado a la Comisión de Táctica en clase de vocal, de presidente de la ponencia de artillería y con destino en el Ministerio de la Guerra con los cargos de presidente de la Comisión de Experiencias y vocal de la Junta facultativa del arma de artillería.

Tras esto, desempeñó diversas comisiones técnicas en España y en extranjero. Formó parte de la junta clasificatoria de los trabajos efectuados por los oficiales del ejército que aspiraban a integrarse en le Escuela Superior de Guerra los años de 1907 y 1909, y en mayo de este último se le nombra vocal de la Junta Mixta de Defensa y Armamento, la cual se había constituido en la plaza de Melilla con el objeto de proponer obras de fortificación, artillado, comunicaciones y otros en la zona ocupada por España en Marruecos y por lo bien realizado el trabajo, fue agraciado con la cruz roja de tercera clase del Mérito Militar.

Así mismo, por sus relevantes servicios en la Comisión de Táctica, cuya presidencia ejerció en varios momentos, le fueron dadas las gracias por Real orden y, además, se le concedió la cruz blanca de tercera clase del Mérito Militar, pensionada, pensión que obtendría hasta su ascenso inmediato.

También, por los méritos contraídos como presidente de la Comisión de Experiencias de la artillería y el desempeño de diferentes comisiones en el extranjero, recibió las gracias en nombre del rey y otras dos cruces más blancas de tercera clase del Mérito Militar, de las cuales una iba pensionada hasta su ascenso a general o se jubilara, lo que ocurriera antes.

Mencionar que en diferentes momentos de su carrera, ha desempeñado cargos como vocal y presidente de la junta encargada de clasificar los trabajos que eran presentados para su publicación en la revista "Memorial de Artillería".

Así mismo, reseñar que recibió la cruz blanca de tercera clase del Mérito Militar por los trabajos que realizó para la implantación de la cartuchería Mauser de bala P y pólvora progresiva.

El cinco de junio de 1914, asciendo a general de brigada, con antigüedad del día anterior, quedando en situación de cuartel hasta septiembre de 1915, que se le nombra jefe de sección del Ministerio de la Guerra, en la sección de artillería, ejerciendo a la par el de presidente de la Junta facultativa de artillería y de la de municionamiento y transporte de las fuerzas en campaña.

El tres de febrero de 1917 se le comisionó para visitar el frente occidental de operaciones del ejército alemán, yendo acompañado entre otros, por su ayudante de campo , el capitán de artillería José Gener Lobatón y por el capitán de ingenieros Pedro Maluenda López, siendo recibidos por el mariscal Hindemburg y el general Ludendorf, recorriendo mayormente el litoral de Bélgica, desde Knocke -cerca de Holanda- hasta Middelkerde, a ocho kilómetros de las líneas francesas, efectuándolo en más de una ocasión bajo fuego del frente contrario, permaneciendo en dicha comisión desde el quince de marzo al dieciséis de abril y tras su retorno a España, presentó ante el estado mayor central una Memoria con sus impresiones y observaciones, publicándose parte de ellas en la revista La Guerra y su preparación.

Antes, el veintitrés de enero de 1917, había sido agraciado con la Gran Cruz del Mérito Militar.

El cinco de julio de 1918 se le nombra general de División y con este nuevo empleo el siguiente catorce de noviembre es nombrado gobernador militar de Cartagena y provincia de Murcia y el dieciséis de abril del año siguiente ministro de la Guerra, puesto que ocupará hasta el siguiente veinte de abril, que dimitirá, pasando el siguiente catorce de enero a ocupar el gobierno militar del Campo de Gibraltar.

Poco tiempo dura en ese puesto, pues el diecinueve de mayo de ese mismo año de 1920 es nombrado consejero del Supremo Consejo de Guerra y Marina, permaneciendo en esa situación hasta el veintiocho de julio siguiente, que pasa a situación de primera reserva, aunque permanecerá en el cargo de Consejero del Supremo de Guerra y Marina hasta el trece de abril de 1922, que pasa a situación de segunda reserva.

Entre sus condecoraciones, aparte de toda las que recibió del Mérito Militar, figuran la gran cruz, cruz y placa de San Hermenegildo, cruz de la Legión de Honor de Francia, encomienda de la orden francesa de la Estrella Negra de Bénim, medallas de honor de Alfonso XII y de Alfonso XIII, la conmemorativa del centenario de los Sitios de Zaragoza, la de las Cortes de Cádiz y la de Melilla.

Se tiene conocimiento de un libro u obra que escribió llamada Recuerdos de mi vida. Varios escritos, aunque se trata de una obra inédita, aunque si fue conocida.

Falleció en Madrid el dieciséis de mayo de 1930

Soldado Malagueño

Málaga - 2022