SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


martes, 22 de febrero de 2022

CAPITÁN GERÓNIMO DE ROJAS SANTISTEBAN.

    Nació Gerónimo en la ciudad de Antequera, el año de 1657, hijo de José de Rojas Niño y de Manuela Santisteban Narváez, quienes habían contraído matrimonio el año de 1651.

   La primera noticia que de él tenemos nos lo sitúa el diez de agosto de 1674 a bordo del galeón San José, uno de los de la escuadra de bajeles llamada de la Santísima Trinidad, de la Armada Real del Océano, con diecisiete años, formando parte de la compañía del capitán Juan de la Encina, del tercio del maestre de campo Pedro Manuel Colón de Portugal, duque de Veragua, sirviendo con aplicación y actividad a todo cuanto se le ordenaba durante la travesía que les llevó a Sicilia, asistiendo al asedio a Mesina, que se había confabulado con los franceses contra España, y particularmente en el enfrentamiento con los barcos franceses el día once de febrero de 1675, sirviendo en aquellos puntos que se le creía necesario, así como infante y como artillero, aunque debido a la inferioridad numérica de los españoles y el viento contrario, hubo de retirarse la flota española.

   Tras esto pasó a la compañía del capitán Pedro de Ceballos, una de las del tercio del maestre de campo Francisco de Cárdenas y Zúñiga. Iba como soldado de infantería española, con seis escudos de sueldo, cuatro de plaza ordinaria y dos de ventaja.

   Estando es estas, en el viaje que hizo la armada bajo el mando del príncipe de Montesarcho, gobernador general de la armada, a las costas de Mesina, el cinco de noviembre de 1675 su barco se separó de la flota, aunque vueltos a reunir, desembarcando en el puerto de Crotona, pasando con su compañía por orden del capitán general del reino de Sicilia, marqués de Villafranca, a servir en el ejército de ese reino, pues la villa de Sabonara se había rebelado y pasado al bando francés y eran necesarios los servicios de esas tropas.

   Durante el enfrentamiento con los franceses, fue herido en la pierna izquierda de un mosquetazo y aunque el capitán Juan de Aragón y Sotelo le ordenó retirarse, él no obedeció y continuó luchando hasta el final del combate.

   El dos de enero de 1676 se halló en la toma de la plaza de Lybasso, el siguiente día cinco en el ataque y toma de la Torre de San Rizo, en las proximidades de Messina, desalojando de aquellos contornos al enemigo, el veinte de marzo -otras fuentes dicen veintiséis- en la toma del puesto de Capuchinos de Mesina y de un nuevo fortín que habían levantado los enemigos y que dominaba la ciudad de Mesina, formando parte del tercio de Gaspar de Borja, donde se destacó por su arrojo y temeridad en la escalada de las murallas, tomándolo por asalto, aunque los franceses pudieron refugiarse en el fortín

   La tarde del día veintiséis del mismo mes -otras fuentes dicen veintiocho- se enfrentaron a los enemigos en el puesto de Salvador de los Griegos, en la ciudad de Mesina, tomándolo por asalto.

      El once de abril siguiente, pasó a continuar su servicio en la compañía del capitán Cristóbal de Quesada, del tercio de Mateo Caller de Ameto, también de la armada real, y en su nuevo destino, el veintidós de abril se halló en el enfrentamiento con los franceses en el lugar de Dromo, donde participó no solo en el ataque sino también en la quema de los contornos.

   El siguiente quince de mayo de 1677 pasa a la compañía de caballos corazas del trozo de Nápoles que mandaba Manuel de Castrejón.

   En agosto de 1678, estaba su compañía lista para pasar al ejército de Cataluña, embarcándose el siete de septiembre.


Escudo de la familia Rojas de Antequera.

   La siguiente noticia que de él tenemos, nos lo sitúa a primeros de noviembre de 1681 en la plaza de Larache, encuadrado en la compañía de infantería española del capitán Martín de Aranguren y Zabala, del tercio del maestre de campo Bernabé Alonso de Aguilar, que acudió al socorro de la plaza, permaneciendo en ella desde el veinticuatro de mayo hasta el seis de noviembre de ese año de 1681, que embarcó para pasar a España.

   A mediados de julio de 1693, unos barcos ingleses se refugiaron en el puerto de Málaga huyendo de unos barcos de guerra franceses que los perseguían, los cuales exigieron a las autoridades malagueñas que se los entregaran y ante la negativa de estas a entregarlos, los franceses empezaron a bombardear la ciudad, dañando, entre otros, la catedral.

   Ante el peligro de que los franceses desembarcaran e intentaran invadir la ciudad, envió el cabildo malagueño mensaje a Antequera solicitando ayuda militar. Cuando llegó la petición, rápidamente aprestó el cabildo antequerano ocho compañías, poniéndose al frente de una de ellas a Gerónimo de Rojas Santisteban, quien por aquel entonces era, aparte de militar, regidor de Antequera.

   No volvemos a tener noticias suyas hasta hallarse ya España sumida en la Guerra de Sucesión.

   El cinco de mayo del año de 1702, se recibe en Antequera un real decreto con la orden de "... tener prevenidas, alistadas y ejercitadas las milicias...", con la idea de estar prevenidos en el caso de que los enemigos invadiesen las costas malagueñas.

   Tras recibirse la orden, se procedió al reclutamiento y adiestramiento de las milicias, habilitándose para ello ocho cuarteles en la ciudad, a mediados de junio fue nombrado por el sargento mayor Luis Ignacio de Pareja responsable del cuartel de San Francisco.

   Al darse el ocho de febrero de 1704 la orden de la organización de las nuevas milicias que habían de formarse, en las reuniones capitulares de los días diecinueve y veinte de ese mismo mes se concretó que haría al respecto la ciudad, así como se comunicó que el coronel del nuevo regimiento sería Pedro Narváez Argote, I conde de Bobadilla, Luis Pareja el teniente coronel y Juan de Santisteban como sargento mayor en primer lugar, siendo nuestro Gerónimo de Rojas nombrado para ese puesto en segundo lugar, siendo nombrado capitán de la primera compañía.

   El treinta de abril se recibió orden de que estuvieran prestos para partir hacia la plaza de Ayamonte para pasar a Portugal, iniciándose la marcha a mediados de junio, parando en Sevilla y continuado luego el camino.

   Una vez en Portugal, el regimiento pasa a intervenir en el sitio a la plaza de Marvaón la cual es tomada el ocho de junio, tras lo cual pasa a atacar la plaza de Castel da Vide, la cual es asaltada y tomada el día veintiséis de ese mes de junio, quedando el regimiento de Antequera de guarnición en la plaza.

   Aquí perdemos la pista de Gerónimo de Rojas Santisteban.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

lunes, 21 de febrero de 2022

REDIMIDO DEL SERVICIO MILITAR

    José Carreira Ramírez nació en la localidad de Palenciana, provincia de Córdoba y nació el siete de octubre de 1876, hijo de José y de Rosario. Se trataba de una familia acomodada, con tierras y negocios agropecuarios tanto en Palenciana como en Antequera y otras partes de la provincia de Sevilla, gente adinerada que podía mandar a su hijo a estudiar para continuar con el negocio familiar.

   A punto de cumplir los diecinueve años, fue llamado a filas en el reemplazo de 1895, ingresando en Caja el veintiuno de septiembre, correspondiéndole el número 44 del cupo del pueblo.

   El veinticinco de septiembre de ese año recibe carta en la que se le comunica que debe permanecer en su pueblo hasta que se le llamara para ser destinado a cuerpo u otra función del servicio, apercibiéndosele que si una vez llamado no se presentase en el plazo de tres días, sería declarado desertor, con la pena que eso llevaba aparejado.

   Pero como afortunadamente papá tiene dinero y no está dispuesto a dejar que manden a su hijo a Cuba o a Filipinas o a Marruecos, donde probablemente enfermaría, quedaría tullido o moriría, se apresuró a pagar la cantidad estipulada para redimirlo de prestar el servicio militar y una vez movidos los papeles correspondientes, el catorce de octubre entregó nuestro joven José en  la Caja de Recluta de la zona una carta de pago expedida por la Delegación de Hacienda de Córdoba, su fecha ocho del mismo mes, en la cual quedaba consignado que había entregado en Caja de dicha entidad la cantidad de mil quinientas pesetas, las mismas que le iban a redimir de realizar el servicio militar activo, quedando en su pueblo como recluta en depósito.

    El veinte de septiembre de 1907 se le comunica por carta que obtiene la licencia absoluta, después de haber realizado los siguiente servicios:   

 

   O sea, nada, como era de esperar. Si uno mira su hoja de servicios, en la página correspondiente a Situaciones, servicios y vicisitudes se puede ver que está en blanco, nada, mi una letra, ni un número, ni una mancha, nada.

   En fin, esa era la realidad en la España de entonces y no voy a juzgarlo porque no tiene sentido, pero en mi fuero interno me produce desazón ver como los hijos de papá podía librarse de servir en el Ejército y los hijos de los obreros, jornaleros y demás tenían que ir, si o si, siendo este colectivo el que solía poner los muertos y los lisiados.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

domingo, 20 de febrero de 2022

JUAN ESPEJO SIERRA, UN VELEÑO BATIÉNDOSE EN CUBA.

    Juan Espejo Sierra había nacido en la ciudad de Vélez Málaga, pero no sé cuándo, así como tampoco sé cuándo fue llamado a filas o si se presentó voluntario, pero lo que sí sé es que fue enviado a la provincia de Cuba a luchar contra los independentistas.

   Sé también que en los combates de que tenemos noticias en que se halló, lo hizo formando parte del regimiento de infantería San Fernando Nº 11, el cual estaba integrado en la primera brigada de la primera división del primer cuerpo de ejército, departamento oriental, mandado por el general Moreno. Este primer cuerpo de ejército se hallaba situado en la parte occidental del anteriormente mencionado departamento oriental. ¡Uf, un lío!

   La primera noticia que tenemos es que se halló en el combate contra los insurrectos en el lugar de Porvenir, que no he conseguido localizar, por lo cual fue recompensado con una cruz de plata con distintivo rojo. No obstante, como no he hallado referencias de este combate, desconozco la ubicación exacta y en qué fecha se libró.

   Hallándose el general Julián Suárez Inclán en Bahía Honda, recibió órdenes de partir para atacar el punto de Cacarajícara, donde se hallaban Maceo y sus hombres. Tras partir con una fuerza de dos mil hombres, se le presentó un guajiro -campesino cubano- diciéndole que sabía donde se hallaba el campamento de Maceo, ofreciéndose como guía para llevarlos allí. Era a finales de abril de 1896.

   Tras realizar durante el día treinta de ese mes un camino bastante difícil, este llegó a una zona estrecha y complicada, donde empezaron a recibir los primeros disparos de los insurgentes, pero nuestros hombres continuaron avanzando hasta llegar a un punto de la montaña desde que se veía el fuerte de los rebeldes, empezando entonces un fuego fuerte y continuado entre ambos bandos, el cual continuó todo el resto del día y de la noche, durante la cual Suárez Inclán distribuyó sus tropas y al poco de amanecer del primero de mayo, colocó sus dos piezas de artillería en posición.

   Una vez establecidas en sus posiciones las dos piezas, ordenó abrir fuego contra las trincheras, lo que motivó que los rebeldes hubieran de salir, lo cual hicieron para atacar con los machetes a los artilleros, pero hubieron de frenar su carrera y dar media vuelta al ser detenidos por las descargas certeras de los soldados de infantería, ante lo cual,  los insurrectos, a pesar de las conminaciones de un mando a que se enfrentaran al enemigo, no obedecieron y dejaron el campo en manos de los españoles.

   Aprovecharon los españoles ese momento y tras recibir la orden, cargaron nuestros soldados a la bayoneta contra los insurrectos y tras hacerlos huir y desalojar sus posiciones, iniciando la vuelta a Bahía Honda, la cual fue dificilísima por los constantes ataques recibidos por parte de los insurrectos, pero se les hizo frente desmontando todas su posiciones, quebrando las defensas puestas por Maceo, hicieron flaquear a las de Socarrás y se frenaron los ataques de Quintín Banderas y poniendo en fuga a todos, consiguiendo llegar a su destino.

   En estos enfrentamientos, los mandos rebeldes Antonio Socarrás y Pilar Rojas quedaron gravemente heridos, así como numerosa tropa, habiendo también bastantes heridos entre los nuestros.

   Por su buen comportamiento y actuación en estas operaciones, el doce de septiembre siguiente nuestro Juan Espejo Sierra es agraciado con la Cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo, cruz que también recibieron muchos otros soldados que se batieron el cobre en esa jornada.

   Continuó nuestro veleño con su servicio, siempre sobre las armas en prevención de los ataques de los rebeldes y en esas estaba cuando su batalló recibe orden de ponerse en movimiento, lo cual hace a primeros de octubre de 1896, dirigiéndose la columna española mandada por el general Francisco Fernández Bernal y formada por setecientos hombres al punto llamado Ceja de Negro, en la provincia del Pinar del Río, donde fueron el domingo día cuatro acometidos muy violentamente por los hombres de Antonio Maceo y Julián Rius Rivera.

   Durante el enfrentamiento, que dio comienzo sobre las nueves de la mañana y duró todo el día, fueron dejados fuera de combate los sirvientes de los cañones de la columna y ante el peligro de quedarse sin ellos y no poder realizar una buena defensa-ataque, el capitán de infantería Julio Rodríguez Compagni se hizo cargo de ellos.

   La lucha fue realmente tenaz por parte de ambos bandos y aunque los rebeldes ofrecieron una dura resistencia, no lograron mantener las excelentes posiciones que disfrutaban, siendo desalojados de ellas, dejando sobre el campo cien muertos y siendo hechos prisioneros por los nuestros alrededor de doscientos individuos (otras fuentes hablan de doscientos muertos y quinientos heridos)

   Por parte española hubo que lamentar veinte muertos, setenta y cuatro heridos, un desaparecido y varios contusos (en otras fuentes se habla de treinta muertos y ochenta y cuatro heridos)

   Durante el combate se distinguieron especialmente los individuos del regimiento de San Marcial Nº 44, aunque el resto de los hombres también se batieron valientemente ayudando a salvar la situación.

   Añadir un par de notas respecto de esta acción:

   1ª- que la artillería se quedó en Pinar del Río, debido a que se hallaban heridos todos los oficiales de la sección,

   2ª- que durante la acción hubo muchos heridos a los que atender, destacándose por su comportamiento heroico el médico Osvaldo Codina Zapico, pues a pesar del terrible fuego, tanto de fusilería como de cañones, no dejó de atender, con riesgo constante de su vida, a los soldados que precisaron de sus servicios, por lo cual se le formó juicio contradictorio para concederle la cruz laureada de San Fernando, la cual le fue concedida el trece de julio de 1898, con una pensión anual de trescientas cincuenta pesetas.

   Por su buen comportamiento y por el valor demostrado durante el enfrentamiento, nuestro Juan Espejo Sierra fue el veinticinco de febrero de 1897 agraciado con otra cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo, al igual que la anterior, pero esta vez pensionada mensualmente y de forma vitalicia, con siete pesetas y cincuenta céntimos.

   No tengo información al respecto, pero a lo largo de 1897 debió participar en algunos combates más y en el transcurso de alguno de ellos debió haber sido herido de consideración, por lo que fue  hospitalizado y tras eso y debido a que quedó conceptuado como inútil para el servicio de las armas hasta una próxima revisión médica, pasó al batallón provisional de La Habana, desde donde solicitó su retiro.

  En febrero de 1898 fue cursada al Consejo supremo de Guerra y Marina su propuesta de retiro por inútil, pero resulta que tras una revisión médica que se le realizó, el veinticinco de agosto siguiente se determinó que la causa de su inutilidad había desaparecido y, por tanto, volvía a ser útil para el servicio militar, por lo tanto el Consejo Supremo desestimó dicho propuesta, disponiendo que cesasen los pagos a Juan por esa circunstancia y expedirle la licencia absoluta, aunque, eso sí, se le declaraba preferencia en el derecho a ocupar los destinos que determinaba el artículo noveno de la ley de ocho de julio de 1860.

   A finales de abril o primeros de mayo de 1902, solicita se le conceda relief y abono de la pensión mensual de siete pesetas y cincuenta céntimos que iban anexas a la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo que le fue concedida, lo cual le fue concedido y con una retroactividad de cinco años el siguiente veinte de mayo, disponiéndose que lo percibiría a través de la Delegación de Haciendo de Málaga. Cobraría dicho importe contando desde el anterior veinte de abril de 1897.

   En ese momento vivía en la calle Marquesa de Moya, 1, en la ciudad de Málaga.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

lunes, 14 de febrero de 2022

SOLDADO MUERTO EN PLENA AGUADA. JULIO DE 1922.

Escudo del regimiento de Soria

   Pedro Álvarez Sorzano, natural de la ciudad de Antequera, donde había nacido alrededor de 1901, aunque era de buena familia, no pudo librarse -o no quiso- del servicio militar y fue llamado a quintas en la cuota de 1920, siendo destinado al Ejército de África.

   El dieciséis de julio de 1922, hallándose sirviendo en el regimiento de Soria, de guarnición en el blocao de Seham el Saf, en el sector de Maxerah, cerca de Larache, fue designado junto a otros compañeros para realizar la siempre peligrosa operación de aguada y hallándose en ese menester, fueron víctimas de una emboscada de los moros, quienes abrieron fuego a discreción sobre ellos, pereciendo Pedro por efecto del plomo enemigo.

   En el suceso, resultó también muerto el soldado Miguel Ojeda Vázquez y heridos los soldados Rafael Mayor de la Vega y Mariano Pané Ruiz, todos también del regimiento de Soria.

   Dieciocho días después, nuevamente haciéndose una aguada, fueron muertos por el fuego moro un soldado y un cabo, también del Soria, siendo sus cadáveres recogidos por sus compañeros.

   En recuerdo a la  memoria de Pedro, su amigo Rafael de la Linde publicó en el periódico Sol de Antequera un poema en su recuerdo, el cual es como sigue:

A LA VIRGEN DEL CARMEN

A la memoria del que fué mi

querido amigo D. Pedro Alvarez Sorzano,

muerto gloriosamente en los campos africanos.

¡Yo te adoro, Virgen bella.

Virgen santa del Carmelo,

tú del alma eres consuelo

y eres paz del corazón;

a tí acude suplicante

el que siente desventura

y tú siempre, Virgen pura,

pones fin a su aflicción! 

¡Cuántas veces, Madre mia,

a tus plantas me he postrado,

cuántas veces te he rezado

en mis horas de pesar;

y tú siempre compasiva,

y tú siempre cariñosa,

atendiste bondadosa

lo que a tí yo fui a implorar!

¡Hoy que sales, Virgen santa,

por las calles de Antequera,

hoy que el pueblo te venera

y hace objeto de su amor;

hoy te pido, Virgen mía,

con el pecho dolorido,

hagas eco a lo que pido...

puesto pido con fervor! 

¡Cese ya la lucha ingrata

en los campos africanos,

lucha artera que hoy lloramos...

pues nos hiere el corazón;

al morir un hijo tuyo,

hijo bueno y cariñoso

que en un día venturoso

te llevara en procesión!

¡Cese ya la lucha ingrata

que mil vidas va segando,

y mil pechos va llenando

de tristura y de dolor...

tiende ya tu escapulario.

Virgen santa, sobre España

y termine esa campaña

con sus cuadros de terror!

¡Reina tú sobre los campos

esquilmados por la guerra,

reina tú sobre esa tierra

do la lucha es tan tenaz;

lleva paz al hogar triste...

do se llora al ser querido,

y al amigo que he perdido

da por siempre eterna paz!


Soldado Malagueño

Málaga - 2022

domingo, 13 de febrero de 2022

UN GRUMETE SALVADO POR EL ACEITE DE HÍGADO DE BACALAO. 1856.

   Francisco González era un joven alt0 y de buenas hechura que nació en la ciudad de Málaga en 1833 o 1834. Viviendo en una ciudad marinera como Málaga, nada tiene de extraño que al ser llamado a filas, o quizás ingresara en el ejército de forma voluntaria, fue destinado a prestar sus servicios en la Armada,

   No sé a dónde le enviarían a realizar el periodo de instrucción, lo que sí sé es que para 1855 se hallaba en clase de grumete a bordo de la corbeta de la Real Armada llamada Ferrolana, dotada con treinta cañones: dos bomberos de 68 libras, veintiocho de 32 libras, uno de 12 y otro de 4. Medía la corbeta 48,46 metros de eslora, 13 de manga y 6 de puntal y había sido botada en el arsenal de El Ferrol el veinte de febrero de 1848.

   No tengo documento que me lo confirme, pero parece probable que el año de 1855 pasara con su barco a las Antillas, a Cuba, donde como suceso digno de mención, citar el disparo de cañón que el comandante del barco ordenó hacer en el mes de abril contra el vapor-correo estadounidense El Dorado, al haberse acercado este a diez millas del cabo San Antonio sin haber atendido a las señales de la corbeta para que se detuviese para inspección de rutina, pues había sospechas de que transportaba filibusteros.

   En este caso, parece ser que se refiere a grupos organizados que iniciaban guerras como ejércitos privados, sin contar con el permiso de un gobierno legítimo.

   Este hecho provocó que el Senado de Estados Unidos enviara instrucciones al comodoro y comandante de la escuadra guarda-costas de la marina de este país Charles Stewart McCauley, para que se opusiese desde entonces en adelante y con la fuerza si fuese necesario al derecho que, según ellos, se arrogaba de forma indebida el gobierno español de visitar los buques norteamericanos que bogaban en plena mar, aunque fuera en las inmediaciones de la isla de Cuba. El secretario de Estado dio inmediatamente conocimiento de estas resoluciones a las autoridades españolas.

   El siguiente suceso reseñable de ese año, fue que ante los atentados que se estaban cometiendo contra las haciendas y las vidas de españoles residentes en México y hacer las necesarias reclamaciones, el capitán general de Cuba, a primeros de setiembre, ordenó que sin pérdida de tiempo saliesen con destino a Veracruz los vapores Don Antonio de Ulloa -armado con seis cañones- y Blasco de Garay -armado igualmente con seis cañones-, acompañados por la corbeta Ferrolana, con el objeto de reclamar el cese de las hostilidades contra los españoles y se reconociesen las deudas y obligaciones del estado mexicano para con aquellos. Estas reclamaciones eran apoyadas por cuarenta y dos cañones.

   Desconozco si la tripulación de la Ferrolana o algunos de sus miembros bajaron a tierra o si una delegación mexicana subió a bordo, pero el caso es que entre septiembre y diciembre, realizando travesía de La Habana a Veracruz, se produjo a bordo una epidemia de fiebre amarilla.

      El veintiocho de abril de 1856, el bergantín de guerra francés Laperouse, el cual había sido completamente empavesado, largó ciento un cañonazos en saludo por el nacimiento del príncipe imperial francés. A estos cañonazos correspondieron de inmediato y como saludo de cortesía la corbeta Ferrolana, donde tenía su insignia el comandante general del apostadero, quien había andado izar bandera en los topes y el pabellón francés en el palo trinquete. Lo mismo hicieron en la fragata Perla y en la plaza habanera se realizó también una salva de veintiún cañonazos.

   Esa noche, el cónsul dio un gran baile en su casa, al que, entre otros, asistió el capitán general de la isla.

   No sé si de aquellos barros estos lodos -refiriéndome a la epidemia de fiebre amarilla de finales del año anterior-, el caso es que nuestro malagueño Francisco se presentó el veintitrés de julio de ese año de 1856 en el hospital habanero de San Francisco, aquejado de fiebre catarral, la una vez ingresado duró muchos días y a la que acompañaban síntomas de gran irritación bronquial que se había comunicado al parénquima pulmonar, haciéndose crónica. Fue atendido por el médico José de Erostarbe y Bucet, segundo médico del Cuerpo de Sanidad de la Armada.

   Para no cansar a mis posibles lectores, resumiré diciendo que el malagueño Antonio González, grumete de la corbeta Ferrolana, se puso mal, muy mal, temiéndose seriamente por su vida, la cual estuvo en un tris de perder, apareciendo todos los síntomas del último periodo de la tisis, frente a lo que de nada servían los calmantes, pectorales, fumigaciones de yodo y revulsivos administrados.

   Lo único que soportaba su débil y consumido cuerpo y que parecía irle bien, era el aceite de hígado de bacalao, observando el médico cómo gracias a este medicamento iba nuestro joven grumete mejorando día a día, tanto que, por fin, el quince de octubre, gracias a la notable mejoría experimentada, fue llevado a un barco que le transportó a su Málaga natal, siendo, eso sí, bien surtido por el Dr. Belot del suficiente aceite de hígado de bacalao para el viaje y primeros días de estancia en España.

   Desgraciadamente, ya aquí le perdemos la pista a nuestro joven grumete. Espero que sanara o que, en el peor de los casos, se le convirtiera su dolencia en una enfermedad crónica.

   Para aquellos que no lo sepan, el aceite de hígado de bacalao -oleum morrhuae- es un aceite extraído del hígado del bacalao del Atlántico -Gadus morhua- y está considerado como un suplemento nutricional gracias a su alto contenido en ácidos grasos omega 3 y que, entre otras cosas, sirve para aliviar el dolor, el malestar e incluso la rigidez articular asociada a enfermedades óseas tales como la artritis.

   Evidentemente, también sirvió para que nuestro malagueño mejorara de forma sobresaliente y pudiera volver a su patria chica.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

sábado, 12 de febrero de 2022

BRIGADIER JOSÉ DE CÓRDOBA Y FIGUEROA.

   Natural de la ciudad de Ronda, donde nació alrededor de 1779, hijo de Felipe de Córdoba, tesorero del ejército, y de Juana Figueroa. Quienes le conocieron, decían que era un hombre de carácter reconcentrado y taciturno, de resoluciones firmes y perseverantes.

   Ingresó como cadete en el Colegio de Artillería de Segovia el veintisiete de septiembre de 1794, donde el veintisiete de enero de 1798 fue nombrado subbrigadier de su compañía, saliendo de la Academia el once de enero de 1799 con el empleo de subteniente.

   El doce de junio de 1802 asciende a teniente y el veintitrés de junio de 1804 hace lo propio a capitán segundo y con este empleo le sorprende la invasión francesa, marchando a incorporarse al ejército de Castilla, poniéndose a las órdenes del general Gregorio de la Cuesta, hallándose el doce de junio de ese 1808 y al mando de dos cañones en la acción Cabezón de Pisuerga, próximo a Valladolid.

   Tras eso, estuvo combatiendo al francés en diferentes puntos de la Península, tales como Asturias, Extremadura o Andalucía, siendo ascendido a capitán primero el nueve de abril de 1809, hallándose en la defensa de las líneas de Cádiz al año siguiente, prestando su servicio en las baterías de San Fernando.

   El dieciocho de enero de 1812 asciende a teniente coronel y se le destina a Mallorca, donde el catorce de octubre de 1816 es graduado de coronel , con antigüedad de treinta de mayo del año anterior.

   Entre 1817 y 1818 ocupó el cargo de subdirector de la fábrica de fusiles de Plasencia, pasando luego a prestar sus servicios en la Dirección General de la Artillería, hasta 1823, año que se hace efectivo el empleo de coronel, el uno de octubre, y con este empleo pasa a Cádiz como comandante de la artillería, donde permaneció hasta febrero de 1824, que fue nombrado oficial de la Secretaría de Estado  y del Despacho Universal de la Guerra, pasando en 1825 y con el mismo empleo que tenía en Cádiz a la plaza de Málaga, donde permaneció hasta 1830.

   Ese año de 1830 fue nombrado capitán segundo de la compañía de cadetes de Segovia, estando durante un tiempo ejerciendo el cargo profesor en la Academia de Caballeros Cadetes, del la misma arma y entre el doce de febrero de 1834 y enero de 1835 ocupó de forma interina la dirección de la Academia de Artillería.

   Antes, en 1833, había sido promocionado al empleo de brigadier.  

   Estaba casado con Joaquina de Rojas

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

jueves, 10 de febrero de 2022

ANDRÉS CANTERO CALDERÓN. UN MUTILADO MALAGUEÑO QUE PASÓ DE SOLDADO A TENIENTE CORONEL.

    Natural de la ciudad de Málaga, vino a nacer el catorce de diciembre de 1867 y desde el dieciocho de noviembre de 1895 se hallaba prestando sus servicios militares en el ejército, pasando a prestar sus servicios en el batallón peninsular de Vergara Nº 8, el cual fue destinado a la Isla de Cuba.

   Su batallón se hallaba encuadrado en la columna del mando del teniente coronel Torras y junto a sus compañeros de armas, y por orden del general Suárez Inclán, se hallaba desde el día once de mayo de 1897 realizando una amplia batida por Lechuga, Loma Colorada, Soroa, Oleaga, Magama, Bocú y Rubí, enfrentándose a reducidos grupos de insurrectos, a los que atacaron, desalojaron y les hicieron cinco muertos, durando esta operación hasta el siguiente día catorce.

   Los siguientes días del diecisiete al veinte, se ordenó que el batallón se dividiera en varias columnas y se dispersaran por el interior de la sierra, topándose con los campamentos de los rebeldes Ducasi y Benítez, a los que arrollaron, apoderándose de sus campamentos y todo lo que dejaron allí los enemigos. Ese día tuvieron que lamentar tres heridos.

   Tras reorganizarse nuevamente, continuaron su avance, realizando labores de rastreo del enemigo, al que hallaron el siguiente día veinticinco por la sierra de las Ánimas y Bocú, a los que se atacó de inmediato, haciéndoles nueve muertos y apoderándose de unas cuantas armas, debiendo lamentar el batallón un muerto y diez heridos, entre los cuales se hallaba nuestro malagueño Andrés Calderón, el cual recibió un balazo en el muslo derecho, dejándole una herida bastante fea.

   Trasladado al hospital, se le operó, pero pasados dos días, la herida empezó a presentar gangrena gaseosa y el veintisiete no hubo más remedio que amputarle la pierna a la altura del muslo, por encima de la herida, quedando de esta manera Andrés lisiado y excluido del servicio militar, siendo propuesto para pasar a Inválidos.

   Su batallón, ni que decir tiene que continuó en campaña.

   Al regresar a España a bordo del barco Colón, Andrés cursó instancia para su ingreso en el Cuerpo y Cuartel de Inválidos, en la cual rogaba una mejora en la recompensa por los servicios prestados en la campaña cubana, a lo cual se accedió el veintitrés de junio de 1898 , concediéndosele una pensión mensual vitalicia de siete pesetas y cincuenta céntimos, que iría anexa a la anexa á la cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo concedida el diecisiete de febrero de 1898, por las acciones sostenidas durante mayo de 1897 en la parte oriental de Pinar del Río y la línea militar de Ariel.

   No se desligó Andrés de la vida militar, pues sabemos que ascendió a sargento, aunque desconozco la fecha, y el treinta y uno de mayo de 1921 asciende a alférez del Cuerpo de Inválidos, percibiendo el siguiente veinte de julio la gratificación anual de efectividad, dotada de quinientas pesetas.

   El treinta y uno de marzo de 1924, asciende a teniente del Cuerpo de Inválidos, recibiendo el siguiente veinticuatro de junio una gratificación de mil pesetas por sus treinta años de servicios militares.

   El diecisiete de junio de 1926, es agraciado con la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

   El doce de marzo de 1931 asciende a capitán y diez años después, el dieciocho de marzo de 1941, asciende a comandante, quedando prestando sus servicios en el mismo Cuerpo de Inválidos, alcanzando con los años el empleo de teniente coronel y estando ya jubilado y adscrito a la Comisión Inspectora Provincial de Mutilados de Guerra por la Patria de Málaga, el ocho de octubre de 1949 le alcanzó la muerte en esa plaza andaluza.

Soldado Malagueño

Málaga - 2022

MUERTE DE UN ARTILLERO MARBELLÍ. 1854.

    Al artillero Antonio Carrasco, nacido en Marbella en 1832 y que cuenta con veintidós años y todavía soltero, sus compañeros de la compañía le definen como una persona impulsiva, muy apasionado, que se deja llevar en demasiadas ocasiones por el sentimiento más que por la razón y con un estado de ánimo que marea a cualquiera, pues tiende a ser variable.

   Hallándose destinado en La Habana empezó a sentir dolores de cabeza, que conforme pasaban los días se hacían más frecuentes y duraderos y ante la persistencia de estos y incómodo que le estaba resultando, un día del mes de julio de 1854 se presentó en el hospital militar de la capital cubana, donde al médico que le atendió le dio cuenta de lo que le pasaba y tras examinarlo y hacerle unas preguntas, el facultativo determinó que padecía una cefalalgia moderada.

   Así mismo, apuntó el médico en el cuaderno que presentaba un pulso frecuente, lleno, con alguna dureza, la piel estaba caliente y seca y la lengua con crápula blanquecina de sabor pastoso, apuntando que el paciente le dijo que padecía bastante sed.

   Tras el diagnóstico, el médico le recetó un emeto-catártico para acelerar la defecación, refrigerantes, diaforéticos para provocarle el sudor y pediluvios o baños de pies.

   Tras aplicarle el tratamiento vomitó y defecó varias veces, presentando una mejoría, pero conforme pasaba el tiempo su estado empeoró y al segundo día se le puso la punta de la lengua roja, le entró dolor en el epigastrio, le disminuyó la cantidad de orina, la cefalalgia a mentó a intensa, comenzando a palpitarle las sienes, empezando a tener dolor en la región lumbar y en las piernas. Ante esto se le aplicaron los remedios oportunos, pero como no mejoraba, se le practicó una sangría en el brazo.

   El tercer día continuó con pulso débil, frecuente, presentaba un ligero coma, la lengua le continuaba crapulosa y seguía sintiendo bastante sed, la respiración era anhelosa y continuaba con poca orina. el dolor de la región lumbar y piernas continuaba.

   Se le aplicaron refrigerante, enemas y cataplasmas emolientes, así como pediluvios y sinapismos. Al medio día se le administró una enema purgante, a la vez que se le aplicaron dos vejigatorios en las piernas, pasando el resto del día en la misma situación, pero con el problema que se le acentuó el coma y el pulso era cada vez más débil.

   El cuarto día de estancia de Antonio en el hospital no supuso un avance, antes al contrario, pues se mantenían los mismos síntomas negativos a los que se sumaron dolor de abdomen, sordera, coma profundo, diarrea, mucha inquietud y la cara se le puso roja.

   Esforzándose el personal médico en salvarle la vida, se continuó con el tratamiento, aplicándosele dos vejigatorios en los muslos. Se le dieron friegas con alcohol y quinina, acentuándose la inquietud conforme avanzaba el día.

   El quinto día empeoró bastante, quedando inmóvil desde bien temprano, con la respiración muy anhelosa, que se hizo aun más a partir de las nueve. Se le dieron fricciones escitantes, lo que no evitó que un sudor frío cubriera su cuerpo, a la vez que empezó a tener vómitos oscuros a lo que siguió un hipo persistente.

   Poco a poco, sus constantes vitales fueron disminuyendo, hasta que cesaron, falleciendo el pobre a las tres de la tarde.

Soldado Malagueño

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ALISTAMIENTO DE UN ARTILLERO. ORÁN, 1749.

Orán. Puerta de España.

   Nos encontramos en la ciudad de Orán, el ocho de febrero del año del Señor de 1749.

   En una de sus calles, puede que en alguna taberna, Antonio Álvarez, natural de la ciudad de Málaga y de veinticuatro años, está en animada conversación con un cabo del ejército, el cual le está contando las maravillas de la vida de un soldado y sus ventajas: paga mensual, ropa, armas, rancho, ... O si, también tiene sus inconvenientes, pero las ventajas los superan y por eso le animaba a que no se lo pensara más y se presentara voluntario en el cuartel más próximo y se alistara.

   Animado Antonio por estas palabras y viendo la posibilidad de hacer carrera y ganarse la vida de una forma honrada, se decidió y junto con el cabo acudió a la oficina de enganche para presentarse como voluntario, donde le felicitaron por su decisión, tomándole nota de sus señas.

   Ni que decir tiene que el cabo recibió una recompensa por haber conseguido un recluta.  

   Era Antonio un hombre moreno, de una estatura aproximada de un metro y sesenta y cuatro centímetros, de pelo negro, como su barba, la cual era cerrada. Sus ojos de color pardo. Mostraba una cicatriz de herida en la mejilla derecha y su frente lucía un lunar.

Cuando firmó su contrato, lo hizo por un mínimo de ocho años, al cabo de los cuales podía reengancharse o licenciarse, eso ya lo vería él cuando pasara el tiempo y viera si le cuadraba la vida militar. que ocho años son muchos años. En cuanto a la paga, se le daría una determinada cantidad de entrada más el vestuario y el armamento, todo según el uso de la compañía a que fue destinado. Luego, tras pasar el periodo de entrenamiento, ya se discutiría el sueldo que finalmente percibiría.

   Una vez tomada su filiación, pasó a manos de un médico para ser examinada su estado de salud, si tiene buena vista y su constitución física, para decidir si es apto o no para el servicio de las armas.

   Una vez superado el examen, fue conducido por un sargento o un cabo, no lo explica claramente el documento, a presencia del comandante, quien comprobará si sus señas y circunstancias se corresponden con la minuta que se le ha enviado, tras lo cual le interrogará sobre lo que el capitán opina de él y le pregunta si está dispuesto a someterse a las ordenanzas que rigen la vida militar, si es un desertor, si estaba matriculado para el servicio en la marina, si había escapado de la cárcel y otros, tras lo cual le informa de las consecuencias que tienen las deserciones, la insubordinación, el homicidio, el latrocinio y otros delitos.

   Tras no hallar nada reprobable ni es su salud y estado físico ni en su pasado y aceptadas por Antonio las ordenanzas, el comandante le sentó minuta, estampando el ADMITIDO y su firma.

   Una vez obtenida la admisión, paso a casa del Ayudante, donde se le leyeron las ordenanzas, advirtiéndole que no podía pernoctar fuera del cuartel, asistir a las revistas, entrar en el rancho con sus compañeros, no trabajar en su oficio, no ser asistente de ningún oficial como criado, advirtiéndosele que si contravenía alguna de estas normas, se daría parte al comandante.

   Una vez enterado de todo lo que tenía que saber, pasó a presencia del capitán de su compañía, quien le proporcionó el vestuario y el armamento, anotando su entrada y remitiéndolo nuevamente al ayudante, quien formalizó su filiación, tomando nota de cosas como si sabía leer y escribir, si ha estudiado y en caso de ser afirmativo, qué estudió, si había servido anteriormente en algún otro cuerpo y con qué licencia salió de él, etc., y tras preguntarle si había recibido su vestuario y armas, certificó que el nuevo soldado quedaba satisfecho y bien informado, presentándole el papel para que lo firmara, devolviendo el ayudante al capitán la minuta, donde quedaba consignado que estaba asentado en el libro correspondiente.

   Antonio ya era soldado de artillería.

Símbolo de la Artillería

   De vuelta a la compañía, el capitán, y por cuenta de su masita, le proveerá de lo siguiente:

- de un par de botines de lienzo de resistencia, con sus charreteras de baqueta,

- una mochila de proporcionado tamaño con correa y hebilla grandes,

- una camisa, un par de calzones de lienzo, un par de botines y un par de zapatos para llevar en la mochila, para las contingencias de una marcha,

- tres pares de camisas, dos pares de zapatos, dos pares de botines un par de medias y dos pares de calzones

Soldado Malagueño

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martes, 8 de febrero de 2022

CABO DE LA LEGIÓN MANUEL MÁRQUEZ PAVÓN

   Manuel Márquez Pavón nació en la ciudad de Antequera el año de 1920.

   Era estudiante de Bachillerato y echaba ratos trabajando en una oficina, cuando en agosto de 1936 se presentó en Antequera el comandante Antonio Castejón Espinosa con legionarios y un grupo de regulares, disponiendo dicho comandante que se requisaran las bicicletas que hubiera en la ciudad, siendo una de ellas la de Antonio.

   Un capitán  retirado amigo de su padre le propuso que Manuel se fuera con él para servir de enlace pasando mensajes y al final participando en la toma de Málaga, aunque el no llegó a entrar en la ciudad, quedándose en los montes cercanos a Almogía. Después pasó a Peñarroya y Pueblonuevo, ambos en la provincia de Córdoba.

   Su padre, asustado por el peligro en el que estaba viendo a su hijo, lo reclamó con el argumento de que era menor de edad, haciéndose cargo de ello la Guardia Civil, quien lo localizó y lo llevó de vuelta a Antequera, a casa de sus padres.

   Pero la aventura vivida y la vida militar calaron hondo en su espíritu y tras convencer a algunos amigo, se escaparon  se presentaron en febrero de 1937 ante un banderín de enganche de la Legión en Sevilla, donde sin hacerle muchas preguntas lo alistaron y lo mandaron a Talavera de la Reina a realizar el periodo de instrucción, el cual duró quince días, donde aprendió a manejar el arma, hacer ejercicios de tiro y a conocer el "orden cerrado", realizándolo todo con gran pericia gracias a la experiencia previa vivida como enlace, de modo que el brigada lo sacó de allí y lo mandó a Zaragoza, donde continuó con la instrucción, usándolo en cabo instructor como modelo para los quintos que allí estaban aprendiendo el manejo de las armas.

   En marzo de 1938 le mandan a Teruel, donde un capitán de una de las compañías de ametralladoras le ordena que actúe de enlace, ante lo cual se queja y dice que había ido a luchar no a ser un simple enlace, que eso ya lo fue antes de ser soldado. Ante esta respuesta lo puso bajo las órdenes del teniente de la primera sección de la vigésimo octava compañía de ametralladoras Jaime Miláns del Bosch y ya incluido en esa sección se halló combatiendo en Teruel y en Vinaroz (Castellón), siendo herido el dieciocho de julio de ese año de 1938 en la Sierra del Espadán, por una explosión que le reventó el oído, aunque eso no le hizo detenerse, pues siguió a su compañía.

   Encuadrado en la V bandera, fue trasladado en camiones junto con sus compañeros, a ponerse a las órdenes de Rafael García Valiño, general al mando de la primera División, en Navarra, operando por la zona de la sierra de Cabals, teniendo la tarea Manuel de primer proveedor, por lo cual tuvo que ir cargado con bastante equipo, el cual incluía dos cajas con munición, el depósito, la cubeta y pico y pala, dos granadas Lafitte, el mosquetón y la munición de este, demasiado para que un solo hombre cargara demasiado tiempo sierra arriba, de modo que hubo de necesitar ayuda, la cual le prestó un sargento el cual le cogió las dos cajas de municiones.

   Durante el camino a la posición asignada, encontraron en una vaguada una ametralladora Maxím el sargento Martín le animó a que fuera a por ella. Manuel, seguro de sus posibilidades y siendo todo arrojo -las cosas de la juventud y de la guerra- no dudó y sin más y arrastrándose se acercó a donde estaba, al ató con una cuerda y regresó junto al sargento.

   Una vez llegados a la posición asignada en la sierra, permaneció en ella alrededor de veinte días, en el transcurso de los cuales una pieza de la ametralladora se rompió, teniendo que ser reparada, y al empezar a hacerlo, Manuel y el sargento Benítez se pusieron de pie para ver como procedían con ella, convirtiéndose en blanco perfecto para los disparos del enemigo, siendo alcanzado nuestro Manuel en la cadera, perdiendo el conocimiento. Era el seis de septiembre.

En Arcila (Marruecos), abril de 1940. Manuel, el que está de pie.

   Puesto en una camilla, lo dejaron momentáneamente en una viña y antes de que pudieran trasladarlo aparecieron aviones enemigos que ametrallaron la posición, quedando Manuel solo, pues los camilleros se pusieron a cubierto. Afortunadamente los aviones pasaron y la calma volvió y junto con la calma los camilleros que lo trasladaron en una ambulancia al hospital.

   Tras una primera cura en la que le colocaron un drenaje, pasó al hospital de legionarios de San Gregorio, en Zaragoza y de allí a los de Baracaldo y Santurce, pasando en total hospitalizado cuatro meses, tras los cuales hubo de volver a ser operado, pues continuaba teniendo en la zona afectada esquirlas. Una vez operado, fue trasladado a su ciudad natal, Antequera, donde por jugar un partido de fútbol se le abrió la herida, siendo trasladado a Sevilla, donde lo volvieron a operar, recibiendo el alta en febrero de 1939, tras lo cual se reincorporó a su bandera.

   Una vez terminada la guerra, su bandera se trasladó a Larache, en el Protectorado, y Jaime Miláns de Bosch, que ya era capitán de su compañía se lo llevó con él a las oficinas, donde una de las ocasiones le encargó que realizara un escrito a máquina con el nombre de todos los que estaban dispuestos a ir como voluntarios a la División Azul.

   Nuestro Manuel no estaba dispuesto a ir de nuevo a la guerra, de modo que aprovechando que el comandante de la bandera le llamó para formar parte de la plana mayor, dejó la compañía, permaneciendo en su nuevo destino hasta que se licenció en 1942, que habiendo tenido conocimiento de unas oposiciones que se habían convocado para el cuerpo de aduanas de Tánger, se presentó, obteniendo plaza y aunque el capitán le pidió que se quedara en la compañía tentándolo con darle el empleo de sargento, decidió que ya era hora de dejar el ejército.

   Tras esto, pasó como oficial de primera administrativo a la ciudad de Málaga, en la Confederación Hidrográfica del Sur.

   Estaba en posesión de las siguientes cruces y medallas:

- Medalla de Sufrimientos por la Patria,

- Medalla de Mutilado,

- Medalla Militar Colectiva por la Batalla del Ebro con la primera de Navarra,

- dos cruces de Guerra,

- Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo,

- Medalla de la Campaña,

- la de Veinticinco Años de Paz, y

- Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco.

- dos Ángulos de Herido de la Guerra Civil.

Ángulos de Herido en la Guerra Civil

   El once de junio de 2009, fue objeto de un homenaje al cumplir veinte años ocupando el cargo de tesorero de la Delegación de Málaga de Militares Mutilados. El escenario de este acto fue la Residencia Militar Reyes Católicos de Málaga.

   Falleció el veintiuno de agosto de 2014, a los noventa y cuatro años.

   El primero de mayo de 2016, durante la celebración del nonagésimo primer aniversario de la VII bandera "Valenzuela", del Tercio D. Juan de Austria, 3º de La Legión, su hija y su nieta depositaron una corona de laurel ante la imagen del Cristo de la Buena Muerte, en Almería.

Soldado Malagueño

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