Introducción
José María Casasola Cuéllar no fue un
militar famoso. Ni siquiera fue conocido más allá del ámbito del círculo donde
desempeñaba sus funciones y negocios y de la sociedad de su ciudad natal,
Antequera, y alrededores.
Sin embargo podemos usarlo como
ejemplo del individuo de la clase social alta de su época que criado en los
valores del Antiguo Régimen y de la monarquía absoluta, sufrió una
transformación política a raíz de la muerte del tirano Fernando VII y la
designación de su hija Isabel como sucesora al trono de España, pasando a
defender la causa liberal que el partido isabelino representaba, con los
beneficios económicos y políticos que los nuevos tiempos iban a reportar.
Nació en la ciudad de Antequera,
provincia de Málaga, el veintitrés de septiembre de 1793, siendo bautizado el
mismo día en la iglesia parroquial de San Sebastián. Era hijo de Diego Vicente
Casasola Benjumea, mariscal del ejército, regidor perpetuo de Antequera,
maestrante de la Real Maestranza de Caballería de Ronda y Gentilhombre de
Cámara de S. M. con ejercicio y de Dionisia de Cuéllar Veladiez, primeros
marqueses de Fuente de Piedra.
Se trata de una familia que tiene sus
raíces en la comarca de Antequera desde que esta fue ganada a los moros allá
por 1410, cuando el primer Casasola -proviniente de Ávila- acompañó al infante
Don Fernando en la empresa conquistadora, siendo agraciado en los repartos que
se hicieron de las tierras recién ganadas al moro, asentándose primero en la
cercana localidad de Archidona y posteriormente en Antequera, con posesiones en
lugares cercanos, como en Fuente de Piedra, donde eran propietarios de unas
extensas salinas.
Gracias a los sucesivos matrimonios
con familias pudientes y aristocráticas, tanto de la provincia de Málaga, como
de la de Sevilla y otras, fueron ampliando su patrimonio y red clientelar,
adquiriendo una gran fortuna y posición social, lo que les permitió acceder a
cargos importantes, tanto en la política municipal como en el ejército.
Ingreso en el ejército y Guerra de la Independencia
Fue inscrito en clase de cadete
súpernumerario en las Reales Guardias Españolas el año de 1793, permaneciendo
así hasta el veintitrés de septiembre de 1809, manteniéndose en dicho situación
hasta el veinte de marzo de 1810, que salió como alférez, pasando a alférez de
cazadores el siguiente cinco de abril.
Cumplida la edad reglamentaria, pasó al
campo de batalla para enfrentarse a los invasores franceses y expulsarlos de
España junto al rey intruso, José, de modo que acompañando a su batallón tuvo
su bautismo de fuego el veinte de enero de 1810, en la acción habida en Sierra
Morena y la posterior retirada, ocurrida el mismo día.
Efectivamente, situadas las tropas francesas en Santa Cruz de Mudela, Almadén y
Villanueva de los Infantes preparados para entrar en Andalucía y proceder a su
invasión, se situaron los escasos veinticinco mil españoles en una línea que
iba desde Venta de Cárdenas a Santa Elena y en Venta Nueva.
El veinte de enero, los franceses, con unos cincuenta mil efectivos y dotados
de potente armamento, de forma sincronizada, avanzan por los puertos del Rey,
del Muradal y por Despeñaperros, y ante el temor de ser encerrados, los
españoles optan por retirarse, dispersándose en los campos de Navas de Tolosa,
aunque las tropas al mando del general Vigodet hacen frente al francés en Venta
Quemada y Venta Nueva, donde solo logran resistir poco más de dos horas, no
logrando impedir que los enemigos llegaran a La Carolina.
Tras estos hechos, se halló presente en la expedición de Moguer del
veinticuatro de agosto siguiente, cuando acompañado al general Luis de Lacy
Gautier, desembarcó junto a otros tres mil hombres en la playa que se extiende
entre la Torre del Oro y la Torre Arenilla, para desde allí dirigirse a Niebla
y expulsar de la plaza a las tropas allí situadas al mando de duque de
Aremberg.
Para hacer frente a los españoles, Arembreg le presentó batalla en las
inmediaciones de Moguer, donde fueron batidos por nuestros hombres, entre ellos
José María de Casasola, emprendiendo la huída los casi quinientos hombres de
infantería y cien de caballería, no parando hasta Sevilla, pudiendo los
españoles hacerse con la plaza de Niebla.
Después de estas acciones, fue a parar al cuarto Ejército, del mando del
capitán general de Andalucía Manuel de Lapeña Ruiz, bajo cuyas órdenes se halló
el cinco de marzo de 1811 en la acción del pinar de Chiclana, donde fueron
atacados por los franceses, logrando las tropas españolas abrirse paso y llegar
a Cádiz.
El veintinueve de ese mes de marzo obtiene su ascenso a alférez y el cinco de
abril a alférez de cazadores de las Reales Guardias Españolas, con destino en
la tercera compañía.
No tengo información sobre sus destinos y
acciones desde entonces hasta el diez de enero de 1812, fecha en la que es
ascendido a segundo teniente de la tercera compañía de aumento, con cuyo empleo
se halló en julio de ese año en la defensa de las líneas que iban desde la Isla
de León hasta Algeciras, pasando el siguiente veintisiete de agosto a las
operaciones de la ocupación de Sevilla, en la llamada Batalla del Puente de
Triana, donde tras el ataque arrollador español quedó dicho puente desalojado y
expedito el camino a Sevilla, ante lo cual los franceses emprendieron la huida,
quedan la ciudad para los españoles.
En septiembre de 1813 hallamos a
nuestro hombre en el bloqueo de la plaza de Pamplona, que llevaba asediada por
el general Enrique José O´Donnell desde junio y tras los enfrentamientos
habidos entre las tropas españolas y las franceses del mando del mariscal
Nicolás Soult, quienes se enfrentaron en una batalla decisiva para la suerte de
los ocupantes franceses de Pamplona: la Batalla de Sourarén, que se saldó con derrota
de los franceses, que emprendieron la huida dejando a la guarnición francesa de
Pamplona -unos tres mil hombres y ochenta piezas de artillería- abandonados a
sus suerte.
No
por estar sitiados, dejaron los franceses de resistir, haciendo salidas a
atacar a los españoles, en cuyas respuestas se halló José María Casasola,
durando la situación hasta la rendición de la plaza el treinta y uno de
octubre.
Con el ejército francés huyendo de
España, Pasó José María con las tropas españolas desde febrero de 1814 en las
acciones que hubo desde el paso del río Adour para poner cerco a la ciudad de
Bayona, situándose nuestro hombre en las posiciones de Ascaín, de Anglet y en
el campamento de Beauxmuguerre. Una vez pactada la paz, volvió a España. La
guerra había terminado.
El siguiente quince de marzo de 1815, recibió las siguientes premios:
- diploma de la cruz por la Acción de Chiclana,
- idem por la conquista de Sevilla,
- idem por la pertenencia al tercer ejército,
- idem por la batalla de Souraren,
- idem por las acciones de Pamplona y Bayona.
además, el treinta de mayo de ese año y
por sus méritos, es graduado de teniente coronel de infantería.
Desde el fin de la Guerra de la Independencia hasta la muerte de Fernando
VII
En abril de 1819, es recibido por caballero
en la Orden de Alcántara, el diez de septiembre de 1821 asciende a segundo
teniente de cazadores y el dieciséis de mayo de 1823 contrae matrimonio en
Madrid con Lorenza Stoppani Mir, natural de la Nueva población de San Carlos,
diócesis de Tortosa.
Durante la etapa constitucional
(1821-1823), prestó servicios distinguidos, haciéndolos también a favor del
Real Cuerpo de Carabineros y del Regimiento Provincial de Córdoba, evitando que
en el pronunciamiento que estos hicieron a favor de Fernando VII deviniese en
algo sangriento, contribuyendo a salvar vidas y por sus acciones posteriores
fue acreedor a la purificación que hubo tras la vuelta del absolutismo y a no
haberse hallado entre los que se opusieron a la actuación de las Reales
Guardias en defensa de Fernando VII y su familia en los primeros días de julio
de 1822, tras lo cual fue extinguido dicho cuerpo.
Por sus méritos, por no haberse
opuesto a la defensa de la familia real y por la extinción de su regimiento, le
nombró el rey capitán de una de las compañías de las Reales Guardias de
Alabarderos en marzo de 1823 y con este empleo, salió el día veinte de ese mes
con la gente a su mando desde Madrid dando guardia a la familia real hasta
Sevilla, donde llegaron el diez de abril, permaneciendo constantemente al lado
de la real familia en su estancia sevillana, donde permanecieron dos meses,
hasta que partieron para Cádiz, plaza a la que llegaron el siguiente día quince
de junio, participando de los riesgos y continuos peligros que padeció el rey y
su familia, sobre todo en Utrera y en Lebrija.
Una vez en Cádiz, permaneció
prestando su servicio a Fernando VII mientras estaba preso, hasta que al final,
los franceses tomaron la ciudad y libertaron al rey y su familia, pudiendo
regresa esta a Madrid, donde hicieron una entrada triunfal: comenzaba la Década
Ominosa.
Tras todos estos sucesos, pasó
José María Casasola con su familia a Madrid con licencia ilimitada.
El once de julio de 1831, se le revalida su
empleo de primer teniente de la Guardia Real, pero con la antigüedad de primero
de octubre de 1823. Es probable, aunque no tengo documentación que me lo
confirme, que tras esto pasara ese mismo año o el siguiente a Antequera.
Desde la muerte de Fernando VII hasta su fallecimiento
La siguiente
noticia que tengo, es que en septiembre de 1835 fue nombrado primer comandante
del batallón de la Milicia Urbana de Antequera, y viéndose envuelto en la
situación política de la nación, tomó partido por la causa de Isabel II,
pasando a tomar parte en los asuntos político antequeranos, alineándose con los
sectores liberales de Antequera, tanto de la nobleza local como de la burguesía
agraria, comercial e industrial como de los profesionales liberales seducidos
tanto por las ideas liberales como por la posibilidad de prosperar al calor de
los nuevos tiempos.
Así, se presentó, de la mano de Luis
Pareja, conde de la Camorra, a las elecciones de concejales celebradas en
noviembre de 1835 conforme al llamado Arreglo Provisional de los Ayuntamientos,
obteniendo 331 votos y saliendo, por tanto, elegido, celebrándose la ceremonia
de toma de posesión del cargo de primer teniente de alcalde en el ayuntamiento
constituido en el veinte de diciembre, siendo alcalde el conde de la Camorra.
De todas maneras, este nuevo estado de cosas
no solucionó los problemas políticos y sociales de la ciudad y ante el avance
de las ideas absolutistas representadas por los sectores más conservadores
antequeranos, estos consiguieron que primero el conde de la Camorra renunciara
al cargo de alcalde y después José María Casasola, que había ocupar el puesto
de alcalde tras la salida del conde, abandonaran la ciudad.
Haciéndose insostenible la situación
en la ciudad ante y la amenaza de la intervención en Antequera de tropas
carlistas, José María, de acuerdo con el conde de la Camorra, dio un golpe de
efecto, logrando, contando con la colaboración de personas afines a ambos y
miembros del ayuntamiento, que se convocara una sesión extraordinaria del
cabildo antequerano el veintisiete de septiembre de 1836, en la cual desarmó
los argumentos de los reaccionarios y los de los que consideraban que no estaba
dispuesto a defender los derechos de la reina.
Durante la reunión, en la que en un
primer momento no estuvo presente, hizo llegar al secretario de la corporación,
Agustín de Rojas, un papel para que lo leyera en la sala, papel que decía:
"Amigo Rojas, a nadie veo ni nadie
me ve, así no sé nada; pero Muriel acaba de decirme que hay facciosos en Úbeda
y qué sé yo que más dígame usted lo que sepa y halla de oficio, pues si amenaza
algún peligro probable, estoy bueno, y pronto a todo, aunque al segundo día
muera.
De usted afectísimo,
José María Casasola"
Con esto, desarmaba a todos sus
oponentes en ambos bandos, haciendo entonces acto de presencia en al reunión,
pasando a jurar la Constitución de 1812 y defender los derechos de Isabel II,
recuperando así el bastón de mando de la alcaldía, ocupando el sillón como
alcalde constitucional de Antequera.
Tras esto, el conde
de la Camorra llegó a un acuerdo con el ayuntamiento para poner en estado de
alarma la ciudad y movilizar a la población, pues el peligro carlista se
hallaba a las puertas de Antequera, acaudilladas por el general Miguel Gómez
Damas y que se hallaba en ciernes de atacar la ciudad.
Se dieron órdenes de vigilar de cerca
al párroco de San Juan, afecto al carlismo. Así mismo, se proveyeron fondos para
dotar de pertrechas a la milicia nacional y se mandaron agentes a espiar a los
facciosos, pues la situación era de tal gravedad que incluso el capitán general
de Granada dio orden el veintinueve de ese mismo mes de septiembre de que
Antequera fuera declarada en estado de sitio.
A mediados del mes
de octubre los carlistas se retiraron, dando eso ánimos a la ciudad y sus
habitantes, quienes vieron como el peligro desaparecía aprovechando José María
Casasola para enviar el siguiente día veintiséis una compañía de la milicia
nacional al mando del capitán Manuel Quiroz a inspeccionar la zona donde habían
estado acampados los carlistas, en las cercanías de Rute, encontrando estos
enterradas dos piezas de artillería de a cuatro y un arca de municiones, todo
completo y en buen estado, que tuvieron que desenterrar, aunque durante todo el
tiempo que duró la operación, fueron observados por elementos carlistas, a los
que se tuvieron que enfrentar, poniendo en fuga, pudiendo continuar su camino a
Antequera, donde llegaron ya por la tarde noche.
Mas la alegría por la marcha del
general Gómez y sus hombres fue efímera, ya que a primeros de noviembre Gómez y
sus tropas volvieron a amenazar a la ciudad, aunque esta vez acompañados del
general Ramón Cabrera, estableciendo su cuartel general en la próxima localidad
de Fuente de Piedra, lo que puso nuevamente a la ciudad en estado de máxima
alarma, comenzando los preparativos ante un más que probable ataque, aunque
hubo quien temeroso de ser capturado por los absolutistas, huyó de la ciudad.
Ante la gravedad de la situación y a
pesar de las disposiciones para la defensa que se habían tomado, el Gobierno
envió tropas al mando del general ceutí Isidro Alaix Fábregues, quienes
llegaron a Antequera el veinte de noviembre, aunque se marcharon al día siguiente,
enfrentándose a los carlistas en El Burgo y otros puntos, derrotándoles y
obligándoles a abandonar Andalucía, conjurándose así el peligro.
En ambas ocasiones, su presencia en
diferentes puntos de la ciudad inspeccionando las defensas y animando a los defensores
fue constante, no cejando en ello en ningún momento, como así viene recogido en
las actas municipales.
A la par que su actuación política y
militar, aun tuvo tiempo de ejercer como diputado por la provincia de Málaga a
las Cortes, en la legislatura de 1836-1837, en sustitución de Juan María Pérez,
obteniendo el acta, aunque el diecinueve de febrero de este último año hizo
renuncia de su cargo de diputado por motivos de salud.
En diciembre de ese 1836, el
ayuntamiento sufrió un nuevo cambio y tras la sesión celebrada el día
veintitrés, entregó el bastón de mando al nuevo alcalde de Antequera, José
Moreno Burgos, quien al año siguiente organizó los actos para la celebración de
la promulgación de la nueva Constitución.
Así, en julio de 1837, tras haber sido
procesionada por la ciudad de Antequera, acompañada de maceros y la guardia del
ejército y la milicia nacional, y leída al pueblo por dos veces en lugares
distintos de la ciudad, leyó Moreno Burgos por tercera y última vez desde el
balcón de las casas capitulares de Antequera en la plaza de la Constitución
-actual plaza de San Francisco- y ante la ciudadanía congregada en la plaza, el
texto de la nueva Constitución de 1837. Todas las campanas de la ciudad
repicaron celebrándolo.
Al siguiente día, la juraron todos,
pueblo y gobernantes, habiendo fiestas los siguientes días ocho, nueve y diez
de ese mes de julio, finalizando los festejos con un Te Deum y una misa de
acción de gracias.
Volviendo a José María Casasola, este
se presentó de nuevo a diputado por Málaga en las elecciones para la
legislatura de 1844-1845,saliendo elegido y jurando su cargo el cuatro de
noviembre de 1844, volviendo a repetir en la legislatura de 1845-1846.
Durante esas dos legislaturas, no
consta en el Diario de Sesiones que interviniera ni que formara parte de
comisión parlamentaria alguna, dándose de baja el treinta y uno de octubre de
este último año.
El doce de septiembre de 1849, sucede
de forma oficial en el título de marqués de Fuente de Piedra, número tres de
este título, aunque ya había estado ejerciendo como tal durante los últimos
diez años, desde la muerte de su hermano Francisco de Paula, anterior marqués,
aunque solo al cabo de ese tiempo fue cuando pagó los derechos del título,
falleciendo en su ciudad natal el veintisiete de julio de 1849, trece días
después del pago.
Era individuo de la Real Sociedad
Económica de Castro del Río, Córdoba, y estaba en posesión de la cruz de la
Orden de San Hermenegildo.
Le sucedió en el título su hijo Diego
Vicente Casasola Stoppani. Otro de sus hijos, Lorenzo, hizo la carrera militar
y alcanzó el empleo de coronel de artillería.
El coronel José María Casasola Cuéllar
es de los protagonistas principales de la novela El crimen de la Cruz Blanca,
de Antonio Jesús Pinto Tortosa, una novela de crimen y misterio ambientada en
la Antequera de los años que van de 1834 a 1837, estando basada en la realidad
política y social de una ciudad que se debate entre los partidarios del Antiguo
Régimen y los de los nuevas ideas liberales, apoyadas fundamentalmente por la
burguesía y parte de la aristocracia, aportando mucha documentación de la época
para respaldar el argumento, siendo, a mi juicio, una novela que merece la pena
ser leída por su trama, por su interés histórico y porque consigue mantener
durante toda su lectura la atención del lector.
Antonio Jesús Pinto Tortosa, natural
de Antequera, es licenciado en Historia por la Universidad de Málaga y es
Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid y por
el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Soldado Malagueño
Málaga - 2021