SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


viernes, 29 de marzo de 2024

TENIENTE GENERAL DIEGO DE LOS RÍOS RUBIO.

 Ríos y Rubio, Diego de los

   Nació en la ciudad de Antequera el veinticinco de febrero de 1817 y bautizado al siguiente día veintisiete en la iglesia colegial de esa ciudad. Fueron sus padres Diego Díez de los Ríos Moscoso y María del Carmen Rubio Reina. Fue bautizado con el nombre de Diego José María del Socorro Sebastián Cesáreo de la Santísima Trinidad.

   Estudió en la Universidad de Granada, donde consiguió el título de bachiller en Filosofía, continuando con los estudios de Leyes hasta 1835, que hallándose cursando el cuarto curso cambió de planes y decidió hacerse militar, ingresando en el regimiento de Málaga, veinte de línea, donde el treinta de noviembre obtuvo el empleo de subteniente por elección, pasando a Cataluña antes de acabarse el año.

   He estado buscando en el archivo de la Universidad de Granada y tan solo he encontrado una referencia a José Díez de los Ríos, natural de Antequera, y se trata de una prueba de curso para bachiller del año de 1828, aunque no puedo asegurar que se trate de él.

   No puedo empezar más activamente su carrera militar, pues a partir de 1836 comenzó a participar en la guerra civil, la Primera Guerra Carlista, escoltando convoyes entre Esparraguera e Igualada y hallándose en las acciones de Villamayor del veintiséis de marzo y de San Hilario del dieciséis de julio.

   El cinco de febrero de 1837 es nombrado auxiliar de Estado Mayor de la División de Vanguardia, hallándose en ese año en las siguientes acciones:

- en Peracamps el primero de mayo

- en Solsona el siguiente día 12, donde por su buen comportamiento fue premiado co la cruz de primera clase de San Fernando.

-  en el levantamiento del sitio de Villanueva de Meyá el veintinueve de mayo,

- en la batalla de Gra del doce de julio, donde nuevamente por los méritos contraídos fue premiado con la cruz de Isabel la Católica,

- en la de San Miguel de Ferradell del quince del mismo julio, donde fue ascendido al empleo de teniente en el mismo campo de batalla,

- en las de San Feliú de Saserra en día veintiocho y en la de Capsacosta del día treinta,

- en las de Fondendosca el veintiocho de agosto y de San Juan de las Abadesas dos días después,

- el dos de octubre en la del Manlén, por cuyas acciones fue declarado Benemérito de la Patria

- en las alturas de Bentosa el veintisiete de noviembre y en el levantamiento del sitio de Puigcerdá día siguiente.

   El año de 1838, aparte de las operaciones militares de combate, en febrero realizó la comisión de auxiliar del cuerpo de  estado mayor general, en la primera división del ejército y con ese destino y por orden del general en jefe, fortificó la plaza de Maullén y reconstruyó las murallas de Roda y Vallafogona.

- le podemos ver en la toma de Ripoll en marzo,

- en las de Bascaró del siete de abril, a la de San Quirce de Rasga y bloqueo de la misma población del nueve al dieciséis del propio mes, habiendo obtenido el día anterior el ascenso a capitán. Era ayudante de su batallón desde el anterior nueve de febrero,

- entre el entre el veintisiete y treinta de abril en el sitio de Urés,

- en la sorpresa de Rupit la noche del treinta de mayo,

- en la acción del Puente de Malamaguina y Coll de Aquinen el treinta y uno de agosto,

- en la de los camps de Roda y en el levantamiento del sitio de Camprodón el veinticinco de septiembre,

- en las quebradas de Villadrán el veintiocho de octubre,

- en Solsona y Torregrosa el cinco de noviembre y al día siguiente en el Campo del Milagro y Bergús.

   Desempeñó también en este año funciones de secretario de campaña del tercer cuerpo de operaciones del ejército de Cataluña.

    No vuelvo a tener noticias de él hasta el año de 1840, que

- se halló en la acción de Timbar del veinte de enero, donde por su comportamiento se le otorgó el grado de comandante del arma,

- se alló en la sorpresa de la noche del diez al once de mayo y en las acciones habidas en Bescano y Sierra de Llinester del siguiente día veintisiete,

- junto a la frontera francesa el seis de julio, donde con una parte de la caballería sorprendió a los carlistas, derrotándolos y haciéndose sus hombres con un importante número de caballos, armas y bagajes.

    Una vez acabada la guerra, el primero de diciembre de ese año fue destinado al regimiento de América Nº 14, hallándose en enero de 1842 al mando de una columna persiguiendo en el distrito de Santa Colama de Farnés a bandidos absolutistas que se dedicaban al robo, permaneciendo en ese empeño hasta la liquidación de esas bandas, pasando casi sin solución de continuidad al bloque sitio y bombardeo de la plaza de Barcelona hasta el cuatro de febrero, que entraron las tropas liberales y pusieron orden en la plaza.

   Este año puso de manera oficial sus conocimientos sobre la legislación militar al ser la defensa del teniente del regimiento de Saboya Joaquín Gómez, quien se enfrentaba a un consejo de guerra.

   Hallándose desde el primero de abril de 1843 disfrutando de una licencia temporal, se produjo el levantamiento contra el general Baldomero Espartero y tomando parte en dicho levantamiento, se trasladó a Málaga, donde fue nombrado jefe de estado mayor y con este nombramiento salió al frente de una columna de operaciones por la Serranía de Ronda y el campo de Jimena, tras las cuales, el veintiuno de agosto obtiene el empleo de segundo comandante y el grado de teniente coronel y desde el día siete de julio reúne en su persona los empleos de secretario de la capitanía general de Granada y de jefe de estado mayor de ese distrito militar.

   Habiéndose producido el veintinueve de septiembre de ese año un pronunciamiento contra el gobierno en la ciudad de Almería, fue Diego de los Ríos enviado al mando de una columna a restablecer el orden legal con una escasa fuerza de noventa y tres infantes y cuarenta y dos caballos, logrando en su avance por los pueblos de la provincia que colaborasen proporcionando material y víveres, con el objeto de poner sitio a la capital, a la vez que ordenó propagar la noticia de que venía al frente de un impresionante ejército compuesto por seis mil soldados.

   La plaza de Almería, que había logrado reunir a dos mil quinientos milicianos, diecinueve piezas de artillería y cuatro guardacostas, ante las "alarmantes" noticias que recibía, decidió deponer las armas, pudiendo entrar las tropas al mando de Diego de los Ríos el siguiente día cinco de octubre. Una de sus primeras providencias fue nombrar al abogado y ex diputado por Almería Bernabé Morcillo de la Cuesta como regidor del Ayuntamiento de Almería.

   Por estos hechos obtuvo el empleo de primer comandante y por petición del alcalde, regidores, diputados, abogados, comerciantes,  escribanos y  otras personas de posición el cargo de comandante general de la provincia almeriense, petición que quedó recogida por carta fechad el siete de octubre de 1843:

   »Excmo. señor Secretario de Estado y del despacho de la Guerra.

   » Los dias de gloria que está dando á Almeria el valiente y entendido militar D. Diego de los Rios, ni se apartarán de nuestra memoria mientras existamos, ni dejará de marcarlos la historia con caracteres halagüeños.

   » La situacion de esta capital era la mas violenta y angustiosa por los acontecimientos desgraciados que todos lamentamos; y cuando se perdia toda esperanza de tranquilidad y consuelo, cuando los buenos abandonaban los hogares; Rios, con un puñado de soldados que imitaban su ejemplo, vuela en nuestro socorro, sin ser obstáculo las muchas leguas que en poco tiempo atravesaba; entra en Almeria y con un acierto y tino increible en una edad temprana, nos provee de Autoridades, pone á salvo los caudales públicos, aleja los elementos de todo trastorno y nos dice que reposemos tranquilos, porque nuestra custodia le está encomendada. Tocábamos estos hechos y apenas los creíamos. Ejército que cuenta con oficiales como D. Diego de los Rios, se dá á conocer en el mundo entero por los actos que hoy todos admiramos.

   » Almeria , cuyo pueblo anhela seguir disfrutando el estado lisonjero de quietud que hoy disfruta; no está en el caso de exigir ni acaso lo haria aunque pudiese; le incumbe solo pedir y suplicar; y partiendo de este principio, se atreve rogar á V. E. se digne inclinar el ánimo del Gobierno de la Nacion á que se sirva disponer que D. Diego de los Rios continúe en el mando militar de esta provincia.- Almeria 7 de Octubre de 1843.-Excmo. Sr.»

   Permaneciendo con dicho cargo hasta febrero de 1844, que pasó a continuar sus servicios como teniente coronel en el regimiento de Córdoba Nº 10, permaneciendo tranquilamente en su nuevo destino hasta el siguiente doce de julio, que habiéndose trasladado con tropas a su mando a la provincia de Tarragona, mandando una columna el día dieciséis, con la cual tomó la plaza de Tallés, permaneciendo de operaciones hasta el diecisiete de agosto. Por su actuación, obtuvo el grado de coronel el siguiente trece de octubre.

   Desde el cuatro de abril al treinta y uno de julio de 1846 estuvo al frente del gobierno de la plaza de Cardona y en el mes de octubre volvió a salir al campo de operaciones contra los facciosos.

   El año de 1847 continuó de operaciones y en primero de mayo de ese año y a frente de una columna se las vio con los carlistas en la provincia de Gerona, teniendo varios encuentros con ellos:

- en San Pedro de Torelló y La Bota el veinticinco de julio,

- en el Coll de Frerá el veintiuno de agosto y  en las de Colisa y Coll de Relú del siguiente día veintidós,

- en la de Sierra Ginestara del cinco de septiembre.

   El veintiocho de agosto obtiene el empleo de coronel y es nombrado comandante general de las columnas del distrito de Olot, con las que siguió hostigando a los facciosos carlistas y a los bandidos si se les ponían por delante, y así finó el año.

   El cinco de febrero de 1848 y como premio a su excelente labor en Cataluña, fue premiado con la cruz de comendador de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III.

   Ese mismo año, se le confiere el mando del regimiento de Astorga, y en esta nueva situación se halló en los siguientes hechos de armas:

- en la acción de Moyó del cinco de mayo,

- en las del Coll de San Ciscle del diecinueve de agosto y la de la casa-posada de Albaña el veintitrés del mismo mes,

- en las de Single de Santa Magdalena del tres de septiembre y Masanet de Cabreris del veintitrés siguiente,

- en la del la Cruz de Vallafogona del seis de octubre y desde el siguiente día quince mandando la tercera brigada de la cuarta división.

   Una vez al mando de esta brigada, comenzó 1849 de manera infatigable de la misma manera que acabó el año anterior, esto es, persiguiendo y combatiendo a los reaccionarios, a los carlistas, batiéndose ese año en los siguientes puntos y acciones:

- en las acciones en las cercanías de Amer entre el once y el diecisiete de enero, donde fue herido el gran general Cabrera, distinguiéndose nuestro hombre en esas acciones, tanto que la reina, al tener conocimiento de ello, ordeno que se le tuviera en cuenta para ser recompensado,

- en la acción de Castell de Asit, donde el faccioso Marsal fue sorprendido y batido, cogiéndosele treinta y nueve prisioneros y diez caballos,

   Continuó de operaciones hasta el fin de la guerra en el Principado, siendo promovido al empleo de brigadier de junio.  

   Entre el veintitrés de junio y hasta fin de Agosto del año 1849, continuó con el mando de la brigada  y desde treinta y uno de agosto del mismo mes hasta el doce de Setiembre desempeñó los cargos de comandante general de la provincia de Gerona y el de gobernador interino de la misma. Desde el siete de Octubre hasta el veintitrés del mismo volvió á desempeñar la misma comisión. Así mismo, también se le encargó la comisión de inspector de las fábricas de tres distritos del principado de Cataluña.

    El cinco de septiembre empieza a mandar el regimiento de la Princesa Nº 4 y en dicho regimiento pasó los siguientes años de guarnición, rotando por diferentes plazas.

   Los años de 1850 y 1854 carecen de actividad bélica para nuestro hombre, siendo sus actividades las que a continuación se expresan:

- el tres de febrero del 50 fue nombrado presidente de una junta que se creó con el objeto de examinar á los jefes y oficiales de reemplazo,

- el dieciocho de maarzo siguiente, se le encargó la comisión de pasar revista de inspección a varios batallones de la reserva,

- el veinte de diciembre del mismo año se le concedió un año de abono el natalicio de la Princesa de Asturias-

- por real orden de veinticuatro de abril de 1853 y con antigüedad de diecisiete de enero anterior, se le concede la cruz de San Hermenegildo.

   En mayo de 1855 fue nombrado vocal secretario de la junta organizada para examinar el proyecto de táctica del marqués del Duero y el treinta de septiembre comandante militar de la plaza y provincia de Lérida, una región donde estaba gestándose una nueva guerra civil, donde la agricultura, el comercio y la industria se hallaban bajo mínimos, donde la seguridad individual y la propiedad se veían gravemente amenazadas un día sí y el otro también.

   Ante este panorama, antes que amilanarse, nuestro buen antequerano decidió coger el rábano por las hojas y el día dos de octubre ya se hallaba de operaciones con sus columnas, teniendo en diecisiete días cuatro combates con los facciosos carlistas, a los que hizo bastantes prisioneros, creando el día diecinueve un somatén, apoyado, por cierto, por la población de los pueblos por los que pasó, con el cual fusiló a diecinueve facciosos se indultó a cuarenta y cinco. El resto de los facciosos se internó en Francia. 

   Estos éxitos fueron celebrados por las autoridades civiles del país y la Diputación de Lérida hizo el siguiente manifiesto el veintinueve de octubre:

   "La provincia de Lérida gemia bajo el peso de la guerra civil y sus pacíficos habitantes eran víctimas de la barbarie de las facciones, que se habian arraigado demasiado en su suelo, favorecidas por la escabrosidad del terreno y por la cercania al vecino imperio, último refugio siempre de sus correrias.

  " La provincia de Lérida temia con razon que este angustioso estado continuara por mucho tiempo, pues de dia en dia iban perdiendo los pueblos la confianza de que las facciones fuesen dominadas, porque comprendian la dificultad de batirlas con el sistema que se observaba en su persecucion. La diputacion conoció esta calamidad que tenia ya desmayados y sin aliento á sus representados, y acudió al gobierno de S. M. pidiéndole fijara su atencion en ellos y se sirviera dictar las disposiciones que creyera convenientes para estirpar de raiz el mal que los aquejaba.

   "El celoso gobierno de la nacion no podia hacerse sordo á estos clamores y fijó la vista en V. S. á cuyo carácter activo y simpático confió la árdua empresa de pacificar esta provincia. El cargo era grave y dificil, pero V. S. á fuer de militar español no retrocedió ante ninguna consideracion; vino y con la llegada renacieron la actividad y la confianza.

   "Un mes escaso hace que esta corporacion tuvo el placer de recibir á V. S. á su arribo y de admirar su entusiasmo y su ardor bélico, y un mes escaso ha bastado para que las facciones desaparecieran de nuestro territorio y haya renacido la paz y la tranquilidad que tan lejanas mirábamos antes.

   "Loor al caudillo que tan bien ha sabido cumplir la mision que le confiara el gobierno, que tan bien supo escoger la persona que debió pacificar nuestra provincia, y loor al bizarro ejército y decidida milicia nacional que tan bien han secundado las disposiciones de su esclarecido gefe.

   "Dígnese V. S. señor brigadier, recibir el mas cordial parabien que junto con la mas sincera protesta del alto aprecio y consideracion que le merece, tiene el honor de dirigirle la diputacion de la provincia de su mando. Dios guarde etc."

   Además de esto, en comunicado a los alcaldes gerundenses, la Diputación decidió ofrece al general Ríos una espada de honor como agradecimiento del país.

En el mes de noviembre le llegó el ascenso a mariscal de campo pasando a tomar el mando de las fuerzas que operaban en la provincia de Barcelona y ante la presencia, ¡todavía! de elementos facciosos en la provincia, el día veintinueve de noviembre convocó en Cardona a los principales del país para concertar una acción común contra el enemigo, respondiendo muy positivamente numerosos ayuntamientos, firmando el cuatro de diciembre en Berga un compromiso para liquidar las partidas de facciosos reaccionarios que arruinaban a Cataluña.

   Así, con esta retaguardia segura, entre el doce y el veintidós de diciembre consiguió liquidar las bandas reaccionarias, causando bajas importantes entre ellas,  como por ejemplo Antonio Tristanys, muerto en la acción de Casa Masana de Pinós, haciendo prisioneros y no pudiendo evitar que muchos pasasen a Francia.

   Permaneció al mando de la comandancia general de Lérida, la cual le había sido conferida en propiedad por real orden de siete de noviembre anterior y que mantuvo hasta el primero de mayo que se trasladó á Valencia, para cuya capitanía general había sido nombrado segundo cabo en diecinueve de abril anterior.

   Por real decreto de diecisiete de julio, fue nombrado gobernador civil interino de esa provincia y por otro de veintinueve del mismo fue agraciado con la gran cruz de Isabel la Católica. Por una real orden de ocho de agosto, se le confirió el mando de aquel distrito como capitán general interino, interinidad que duró hasta el siguiente siete de enero de 1857, que por real decreto fue confirmado como capitán general de Valencia en propiedad.

   Poco después pasó a ser capitán general de Andalucía, y con este rango, en 1859 se le entregó el mando de la División de Reserva del Ejército de Operaciones en África, con la cual pasó a Marruecos, desembarcando en las proximidades de Tetuán el dieciséis de enero de 1860, combatiendo a los moros el siguiente día veintitrés, cuando atacado por un grueso contingente de enemigos "... formó algunos cuadros con los batallones que se encontraban á su lado, y encerrándose en el interior del de Cantabria, rechazó á la caballería enemiga."

   El dia de la batalla del cuatro de febrero, se mantuvo en reserva y en la acción del veintitrés de marzo, la batalla de Wad-Ras, flanqueó por la derecha la cordillera de Sierra Bermeja, impidiendo tanto la retirada de los enemigos como el poder recibir estos fuerzas de apoyo.

   Por sus méritos, ganó el empleo de teniente general.

   Una vez terminada la campaña marroquí, se quedó guarneciendo la plaza y término de Tetuán, donde quiso la mala suerte que enfermara de cólera, por culpa de la cual falleció el nueve de julio de 1860, siendo su cuerpo embalsamado y trasladado a Ceuta, desde donde vía marítima partió a Barcelona en el vapor militar Edetana,  ciudad a la que llegó en la mañana del día dieciséis y donde recibió sepultura.

   Según una carta recibida en la redacción de un periódico, esta fue la muestra de honra que se le dispensó al general Ríos en Ceuta:

    "Ceuta 11 de julio.

   Anteayer corrió la voz de que habia fallecidoe el general don Diego de los Ríos, dándose ya por cierta la noticia después de la llegada del correo de Tetuan.

   Ayer mañana, á las once, llegó el vapor Barcelona, y al ver á media asta la bandera, ya creímos venia á bordo el cadáver del referido general, como así sucedió. Acompañábanle un coronel de Estado mayor, un oficial de Sanidad militar, un ayudante de campo, un oficial y 21 hombres de Infantería de marina y algunos marineros. Como debe quedar depositado en esta hasta nueva resolucion, a las seis de la tarde fué desembarcado del modo siguiente:

   El féretro fué colocado en un lanchen en el que venian sobre unos 20 marineros y 4 centinelas de infantería, de marina, á la derecha dos lanchas con los señores Comandantes de marina, capitan del puerto y otros varios oficiales; a la izquierda otro lanchón con la restante fuerza que daba la guardia de honor.

   En la escalera principal del muelle aguardaban los Excmos. Sres. Comandantes generales de la division y de la plaza. Colocado el cadáver sobre una mesa que habia preparada inmediata á la escalera, se le cantó un responso por la Rda. Comunidad, y enseguida marcho la comitiva en el órden siguiente: La Rda. Comunidad, los restos del espresado general en un ataud cubierto de paño negro galoneado de oro, conducido en hombros por seis marineros; los Excmos. Sres, D. Manuel Gasset, D. Bamon Gomez Pulido y todos los señores jefes y oficiales francos de servicio de la plaza y division de ocupacion, la guardia de honor de infantería de marina y un cabo y cuatro soldados de caballería, cerrando la comitiva un batallon del regimiento fijo de Ceuta y el escuadren cazadores de Mallorca.

   Conducidos aquellos restos mortales á la iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, se le cantó otro responso, siendo colocado el ataúd en el centro de la iglesia con cuatro blandones encendidos y cuatro centinelas del regimiento fijo de Ceuta que. quedó liando la guardia de honor.

   Hoy se espera saber la contestacion del punto á donde debe ser conducido el cuerpo del general Rios, pues parece que su voluntad fué que no se le enterrase en Tetuan.

   El cadaver fue embalsamado por los oficiales de Sanidad militar, señores Nonell y Banas, ambos catalanes"

   El tratamiento dado a sus restos mortales fue bastante criticado por el pueblo barcelonés, que protestó por la forma en que habían sido desembarcados y dado sepultura en el Cementerio General de esa ciudad, sin ninguna clase de pompa fúnebre ni militar ni religiosa. Ante estas manifestaciones, las cuales se mitigarían si son devueltos a la capital, donde deberían recibir un tratamiento digno de la memoria de tan digno general.

   No sé si se llegó a hacer eso, pero el siguiente día veinticuatro la prensa decía que había rumores de que sus restos iban a ser trasladados a Sevilla y se reclamaba que ya que no había tenido en la ciudad condal el recibimiento que merecía, en el caso de que fuera verdad ese traslado a Andalucía, que al menos la despedida fuera lo más honrosa posible.

 Sea como fuere, en la mañana del día once de agosto "...con sencilla pero majestuosa pompa..." se oficiaron en la iglesia de Santa María del Mar las un funeral por su eterno descanso, una misa de requiem. Lo llamativo es que en dicha ceremonia es que sus paredes estaban cubiertas por paños negros y brillaban por su ausencia  inscripciones y emblemas que recordasen los heroicos hechos de tan insigne militar.

   Numeroso gentío acudió a dicha ceremonia, donde entre el pueblo, destacaban el gobernador civil, el alcalde de Barcelona, el general segundo cabo de la provincia, el obispo, militares de alta graduación.

   En 1855, publicó una obra militar titulada El Veterano. Resumen de conocimientos útiles para la administración y gobierno de los cuerpos militares.

   Contrajo matrimonio con Adelaida Nicolau y Tovar en Gerona, natural de Reus, el once de mayo de 1849, siendo testigos del enlace los primeros comandantes del regimiento de Astorga Francisco Sánchez Rincón y Eufrosio Bueno. Uno de sus hijos, Diego, ingresó en el arma de caballería en 1860.

Su hoja de servicios se halla en el AGMS, Sección 1ª, Legajo r-1220 y la de matrimonio en el AGMS, Sección 1ª, Legajo R-1222 Expediente matrimonial.

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NOTA: La imagen está tomada del Museo de Antequera

Soldado Malagueño

Málaga - 2024

lunes, 25 de marzo de 2024

PEDRO DE NARVÁEZ MONSALVE. ALCAIDE DE ANTEQUERA.

   Hijo de Rodrigo de Narváez Biedma, primer alcaide del castillo de Antequera, y de Beatriz de Monsalve Guzmán.

   Fue el segundo alcaide del castillo de Antequera y Justicia Mayor de Antequera desde el 20 de enero de 1425 hasta 1437, que falleció, siendo sucedido por su hermano Fernando.

   Sobre el año de 1426, atacó y conquistó las llamadas Cuevas de Belda -actualmente Cuevas de San Marcos y Cuevas Bajas-, un par de fortalezas con unas doscientas casas, tras lo cual ordenó arrasar ambos núcleos de población.

   Efectivamente, según la documentación usada, parece ser que acompañado por doscientos peones y unos ciento cincuenta caballos atacó ambos núcleos de población, haciendo huir a las guarniciones moras que los defendían, arrasando con todo, pues con la poca gente de armas con la que contaba Antequera no podían dejar guarnición defendiéndolas, debido entre otras cosas por la imposibilidad de recibir refuerzos de tropas castellanas, habida cuenta que había guerra en León y Navarra.

   Estos lugares pasaron, no obstante a formar parte del término de Antequera por real provisión de cinco de abril de 1440.

   Posteriormente siguió haciendo correrías por la provincia de Málaga, hostigando permanentemente al moro, entre ellas una cabalgada que hizo con doscientos caballos y doscientos infantes, en la que logró desbaratar y poner en fuga a un contingente enemigo cerca de la ciudad de Málaga, apoderándose de gran botín.

   El año de 1437, acompañado por unos doscientos peones y alrededor de doscientos caballos, en una de las correrías por los campos malagueños, logró hacerse con una importante cantidad de ganado, tras lo cual volvió con su gente a Antequera.

   Al pasar por la llamada fuente de Guadalmedina, situada entre Ríogordo y Antequera -sierra de Camarolos, a 1300 m.s.n.m.-, se toparon con un importante contingente enemigo capitaneados por Andilva y Jarife, que se dirigían a la ciudad antequerana a ponerle sitio, pero al descubrir la presencia del ejército antequerano, decidieron desistir de la empresa y cambiar de dirección, lo cual no llegaron a efectuar, pues al observar que los antequeranos se hallaban dispersos por el campo conduciendo el ganado y saqueando alquerías, cambiaron de parecer y atacaron el punto más débil, precisamente en el que se encontraba Pedro de Narváez, que se hallaba acompañado de muy pequeña tropa.

   Al ver que los moros se lanzaron contra ellos y viendo su inferioridad numérica -se enfrentaban, según la documentación consultada- a unos mil infantes y ochocientos caballos, probablemente cifras exageradas para mayor gloria del antequerano, la situación aconsejaba retirarse antes que ser machados por semejante fuerza, pero Narváez optó por hacer frente a esa mesnada a pesar de las advertencias de sus compañeros, y cogiendo fuertemente su escudo y su lanza arremetió contra el enemigo, viéndose obligados sus acompañantes a seguirlo.

   En la lucha, como era previsible, cayeron Pedro de Narváez y muchos de sus hombres. En el éxtasis de la victoria, los moros cogieron el cadáver de Pedro y le cortaron la cabeza y el brazo derecho, a la vez que acuchillaron una y mil veces el cuerpo, dejándolo hecho un colador.

   Poco tiempo después, los antequeranos fueron al lugar de los hechos y recogieron los cadáveres de sus conciudadanos, llevándoselos a Antequera.  

   Según la versión del poeta cordobés  Juan de Mena, estos hechos tuvieron lugar en un encuentro con el rey de Granada y sus mesadas. Así lo relata:

   Copla CXCVI El otro mancebo de sangre ferviente.

   En tiempo del infante don fernando que gano a Antequera tio del rey don Juan de Castilla ovo un cavallero muy señalado e los fechos de la guerra: que se llamo rodrigo de Narbaez: el qual muchas vezes con poca gente desbarato grandes huestes de moros y hizo en ellos grandes estragos y daños: por lo qual el sobredicho infante don hernando quando gano a Antequera le hizo alcayde della y despues de la muerte deste rodrigo de narbaez succedio en la tenencia de antequera su hijo Pedro de narbaez: del qual habla aquí el auctor.

   Este cavallero pedro de narbaez queriendo corresponder a los hechos de su padre y mostrar que no era hijo indigno de tan noble propuso de nunca huyr a los moros por muchos mas que fuessen que los suyos. Y como una vez entrasse desde la dicha villa de antequera en tierra de moros y sacasse una gran cavalgada y bolviesse con ella a la villaencontro con el rey de granada que venia por otra parte a tomar a antequera: que se la tenian segund dizen vendida y peleo con los moros aunque pudiera huir con cinquenta de cavallo que le avian quedado de ciento y cinquenta que traia que todos los otros huyeron: po como cavallero efforçada no quiso huyr sino esperolos que murieron el todos ellos que no escapo sino solo un pagezito suyo escondido.

   La muerte deste cavallero cuenta aqui Juan de mena.

   Par en el animo no en la fortuna. Ygual a su padre en la fortaleza pero no en la dicha y ventura de la guerra.

El otro mancebo de sangre ferviente

que muestra su cuerpo sin sangre ninguna

par en el ánimo, no en la fortuna

con las virtudes del Padre valiente.

Narváez aquel es, el cual agramente

muriendo desprende a vengar la muerte

al cual infortunio de no buena suerte

saltea con manos de pagana gente.


   El poeta antequerano Rodrigo de Carvajal y Robles le dedicó una octava:

No a Pedro Narváez, que de la muerte

despreciará el espanto con la vida,

porque no sea de su pecho fuerte

flaqueza en ningún tiempo conocida,

te quiero proponer, por no moverte

a compasión con su mortal herida,

mas de su muerte cantará la pena

el profundo Poeta Juan de Mena.

 


Documento sacado del Archivo histórico municipal de Antequera. Título: Juan II, Rey de Castilla. Real Provisión a Fernando de Narváez, alcaide de la villa de Antequera, concediendo a dicha villa el título de posesión de las cuevas de Belda, ganadas a los moros por su hermano Pedro de Narváez. Bonilla de la Sierra. Cinco de abril de 1440.

Soldado Malagueño

Málaga - 2024.

miércoles, 13 de marzo de 2024

ANTONIO ALÁEZ BAYONA. UN HÉROE EN MARRUECOS.

   Nació Antonio en Marbella un veinticinco de junio de 1896 y era hijo de Antonio Aláez Cardona, teniente coronel del cuerpo de carabineros, y de Carmen Bayona y Castro.

   El treinta y uno de agosto de 1912, a la edad de dieciséis años, ingresó en la Academia de Caballería, de donde salió con el empleo de segundo teniente en 1915, con antigüedad de veinticuatro de junio, siendo destinado al regimiento Alfonso XII de caballería, en la plaza de Sevilla, pasando el siguiente mes de agosto como agregado al primer establecimiento de remonta, en Úbeda.

   El 21 de agosto de 1916 cesa en las prácticas q1ue durante un año agrícola y ganadero estuvo en el servicio de remonta y cría caballar, incorporándose nuevamente al regimiento Cazadores de Alfonso XII, como segundo teniente, marchando a Madrid el primero de octubre a la Escuela de Equitación Militar a realizar el curso de inicio de equitación.

   El siete de enero de 1917, fallece en Málaga su padre, quien era en el momento de su fallecimiento coronel subinspector de la comandancia de carabineros de Málaga, siendo enterrado al día siguiente en el cementerio municipal.

   El 25 de junio de 1917 recibe su despacho de primer teniente, permaneciendo en el mismo regimiento y escuela de equitación.

   El 28 de julio de 1917, en vista de las excelentes calificaciones obtenidas en la academia, una vez terminado el curso de equitación, fue premiado con la cruz de primara clase del Mérito Militar con distintivo blanco y destinado al regimiento de Cazadores de Alcántara, 14.º de Caballería, en la comandancia de Melilla.

   El 18 de octubre de 1917 es destinado a servir su empleo en el regimiento de Taxdir, de donde en 1918 pasó a las tropas de la Policía Indígena de Melilla, en Batel, y  tras su actuación en las operaciones realizadas en Sidi Yagoud fue felicitado y nombrado como distinguido el siguiente tres de mayo de 1919.

   Así mismo, por sus intervenciones en las campañas que hubo entre el treinta de junio de 1918 al tres de febrero de 1920 se le concedió una Cruz del Mérito Militar, con distintivo rojo.

   Hallándose en el regimiento de Alcántara, recibe el veintiséis de enero de 1920 la orden de retornar al de Cazadores de Alfonso XII y el diecinueve de noviembre de siguiente, recibe la real licencia para poder contraer matrimonio con María de la Concepción Gálvez y Pérez.

   El dos de diciembre de 1920, le fue concedida la cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo.

   Tras los desgraciados sucesos que tuvieron por nombre el Desastre de Annual, el 29 de septiembre de 1921 es destinado al cuerpo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla Nº 2, pasando a operaciones, hallándose en las de la recuperación de Zeluán y Monte Arruit del catorce y veinticuatro de octubre y de Dar Drius del diez de enero de 1922, volviendo a recibir los calificativos de distinguido y de muy distinguido el siete de noviembre de ese 1922 y de nuevo distinguido el dieciocho de marzo de 1923.

   El 11 de junio de 1922 se halló en comisión de servicio, la cual consistió en asistir al concurso hípico celebrado en Tetuán, la cual concluyó el siguiente día treinta.

   Otras operaciones en las que se halló entre ese veintinueve de septiembre de 1921 y el treinta y uno de mayo de 1923 fueron Sba-Sba y Kandussi, Imelahen, Chemorra y Tahar-Alall, Beni-Said y otras, recibiendo en varias ocasiones las felicitaciones de sus jefes.

   El veintinueve de mayo de 1923 salió de Tafersit escoltando un convoy con leña, agua y víveres a las posiciones del sector de Tizzi Assa siendo atacados por los moros y en la acción de Yazamen y Tifasor, al caer muerto su capitán logró imponerse a la situación y asumiendo el mando, condujo a sus soldados en un decidido avance, arrollando al enemigo, facilitando grandemente el éxito de la operación por la rapidez, decisión y fidelidad con que transmitió las órdenes dadas, estableciendo un perfecto y constante enlace entre el mando y todas las unidades,  atravesando constantemente zonas  muy batidas y lanzándose por último al asalto del poblado de Beni-Uset (o Ben Yusef) a la cabeza de las tropas, pero fue rechazado por el constante y nutrido fuego realizado por el enemigo allí atrincherado, perdiendo a la mayoría de sus hombres.

   No obstante eso, no se arredró y logrando reunir a los quince hombres que le quedaban, se lanzó a un nuevo asalto, donde fue herido de gravedad en el vientre, pero dada la situación y viéndose capaz de sostenerse, se negó a retirarse y siguió al mando, pero pasado el tiempo y por el agotamiento y por la gravedad de las heridas, incapaz ya ni de articular palabra, falleció, no sin antes haber conseguido el resto de su tropa desalojar al enemigo de la posición que ocupaba. Era el 31 de mayo de 1923.

Por este hecho, y desde luego a título póstumo, se le consideró acreedor al ascenso al empleo inmediato superior, es decir, al de capitán de caballería, supongo que a efectos de la pensión que debería cobrar su viuda. así mismo, obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando, por orden de quince de febrero de 1928.

    En esa acción se produjeron más de cien bajas entre muertos y heridos entre la tropa, la mayoría personal indígena. Aparte del capitán y de nuestro Antonio Aláez, se tiene constancia que en esa operación también murió el alférez del Tercio Yanti y fueron heridos los alféreces José García Esteban, Salvador Marín y Juan Pérez, los tres del Tercio. También resultó herido el alférez de Regulares de Melilla Natalio Cortés.

   Sus restos mortales recibieron cristiana sepultura el sábado dos de junio, en el Patio 20, fila 5, nº 24 del cementerio de la Purísima Concepción de Melilla, aunque, probablemente por decisión de su familia, el cinco de junio de 1928 sus restos fueron trasladados al malagueño cementerio de San Miguel.

   Al parecer, su expediente, conservado en el archivo general militar de Segovia, responde a la siguiente signatura: secc. 1.ª, leg. A-540.

Soldado Malagueño

Málaga - 2024

sábado, 27 de enero de 2024

PANEGÍRICO DEL CAPITÁN MARTÍN DE ARRESE NARVÁEZ

 

    Muy estimado amigo de mi mayor consideración.

   Quisiera poder besar la mano de V. S. en una ocasión más propicia que la que desgraciadamente me veo precisado de hacerlo a través de esta carta, aunque siendo como somos mortales, puede tener V. S. el consuelo, el gran consuelo, en lo que Dios nuestro Señor ordenó que sucediese y que nosotros, pobres mortales, hemos de aceptar con cristiana resignación. Sic transit gloria mundi.

   El Sr. D. Martín de Arrese, que en Gloria esté, desde que salió de su casa  hemos estado él y yo siempre tan juntos en las ocasiones que se han dado en el servicio de S. M. que me permite poder decir a V. S. que en todo ese tiempo ha servido al rey nuestro señor de acuerdo con su nacimiento y las obligaciones de su ilustre apellido.

   Él llegó a servir su mérito en estas galeras de esta escuadra de Sicilia estando yo aun en España con motivo de la guerra contra los moriscos. Con ellas vino a este reino donde el señor duque de Osuna, conociendo el prestigio de su padre y abuelos y teniéndole por caballero de valor, fue su deseo ponerle entre los primeros, otorgándole una bandera de la compañía de infantería española en que servía.

   Viendo el señor duque con el arrojo, valor y decisión con que se comportaba el buen caballero D. Martín ante el enemigo, que a poco tiempo de darle la bandera, decidió otorgarle el mando de una compañía del tercio para que la mandara y diera con sus acciones honor al rey y a España.

   El primer año que llegamos a este reino, anduvimos con las galeras de Nápoles y Malta juntas a tomar los Quérquenes, donde se peleó con los moros bravamente, destacándose el buen caballero D. Martín por su bravura y saber de las cosas de la guerra a pesar de su juventud, recibiendo una herida en la espalda, la que no impidió que finalizase su tarea junto a los hombres de su compañía.

   Por orden del Sr. duque de Osuna, pasamos algunas galeras de Sicilia a Berbería, a tomar, saquear y quemar La Kelibia, embarcándose en una de las galeras sicilianas D. Martín con su compañía y al llegar le di orden de que con doscientos soldados fuese a entrar dentro de la fortaleza, como lo hizo peleando bravamente, luchando él y su gente cuerpo a cuerpo con los enemigos logrando matar a muchos, saquear y quemar el sitio como el Sr. duque nos había ordenado, retornando posteriormente a las galeras sufriendo por el camino el acoso de los moros.

   Tras embarcar toda la gente de guerra que había saltado a tierra, pusimos proa a La Goleta, donde logramos, a pesar de la artillería de la plaza, quemar nueve bajeles enemigos y también en esta función se halló en primera línea D. Martín.

   Este año de 1613, la primera salida que se hizo con las galeras fue ir a la vuelta de Bizerta con la orden de tomar la plaza y quemar cuantas galeras hubieran fondeadas o en carena, habiendo embarcado para la operación a min novecientos soldados del Tercio, inclusos D. Martín y su compañía. Pero los de Bizerta recibieron aviso de la proximidad de la escuadra, realizaron los apercibimientos necesarios para la defensa y con motivo de esto no me pareció oportuno poner a la gente en la tierra pues las posibilidades de éxito era bajas y no quería mandar a mis hombres a morir inútilmente, por lo cual nos dimos la vuelta de regreso a Sicilia, aunque por el camino se tomó la plaza de Caramuli con muchos turcos dentro, portándose D. Martín con gran valor y desprecio del peligro.

   En el último viaje a Levante se embarcó D. Martín con su compañía en la galera capitana de la escuadra de Sicilia, que eran nueve galeras, llevándonos aquel viaje hasta la Anatolia de Levante y por el camino un barco griego nos dio noticia de la presencia de doce galeras turcas de guerra, resolviéndome de inmediato ir a darles caza, desafiarlas y batirlas, confiado en la buena infantería española que llevaba conmigo, así como buenos capitanes y pilotos.

   Topamos con la escuadra turquesca al amanecer de una mañana clara y ordené que la capitana embistiera a la capitana turca y una vez hecho esto y tendidos los puentes de asalto, pasó D. Martín desde la popa de nuestra a la proa de la capitana turquesca, donde como si de un coloso se tratara embistió bravamente a los turcos, que se defendieron gallardamente.

   Durante la batalla, que duró poco más de una hora, resultó con dos heridas D. Martín, una en un ojo y otra, de gran severidad, en la garganta, pudiendo ser retirado de las tablas de la galera turca y trasladado a una española, donde fue prontamente atendido por el cirujano y del protomédico de las galeras, que es muy bueno en su profesión, consiguiendo estabilizar la fea herida de la garganta. La galera partió prontamente con los heridos a Milazzo, tierra de la costa de Sicilia, donde fue alojado en una buena casa prodigándosele los mejores cuidados.

   Pero la gravedad de la herida hizo que fuera empeorando, uniéndose en la gravedad la del ojo, apagándose poco a poco su vida y haciendo en ese tiempo lo que debía como buen cristiano y haciendo su confesión y comunión entregó su alma al Creador, debiendo estar ahora gozando de Dios en el cielo. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la iglesia de San Francesco di Paola de la localidad.

   Y así ha acabado este buen caballero hermano de V. S. haciendo a su rey en poco tiempo tantos servicios particulares como he tenido ocasión de ver personalmente sirviendo como lo ha hecho bajo mi mando y no sé que mayor consuelo pudiera yo dar a V. S. para que reciba esta carta como de la mano de Dios y a mí me tenga por su servidor  en cuantas cosas sea servido de mandarme.

   Su señora madre de V. S. y su padre tendrán menester el consuelo que su prudencia de usted sabrá darles.

   V. S. sea servida mandarle dar la carta.

   Guarde Dios a V. S. muchos años como deseo. Palermo 2 de Octubre de 1613

   Octavio de Aragón.

Soldado Malagueño

Málaga - 2024

martes, 16 de enero de 2024

CAPITÁN MARTÍN DE ARRESE NARVÁEZ

   Nació Martín en la ciudad de Antequera, en torno al año de 1586 y era hijo de Martín Pérez de Arrese y María de Narváez, siendo ambas familias ilustres de esa ciudad. No lo puedo asegurar, pero es bastante probable que Martí  Pérez de Arrese fuera el I señor de Villanueva y IV del castillo de Cauche.

   No he conseguido ninguna noticia de su infancia y primera juventud, lo cual no tiene nada de extraño, aunque conociendo un poco la Antequera de esa época, donde florecieron ilustres figuras de la literatura, la jurisprudencia, la milicia  o la Iglesia, no tendría nada de extraño que nuestro biografiado recibiera una educación bastante esmerada, cosa bastante común entre las clases pudientes de la España de los siglos XVI y XVII. 

   No debía ser Martín hijo primogénito, pues la primera noticia que de él he hallado se refiere a la milicia y nos lo sitúa en el año de 1605, cuando se hallaba en Italia. Efectivamente, por la documentación consultada, he sabido que en ese año partieron al mando del marqués de Santa Cruz treinta galeras de Nápoles, Sicilia, Génova y Malta en dirección a Levante, a acosar al turco en acción corsaria.

   Entre los generales que acompañaban al marqués, se hallaba Carlos Doria, adelantado de Castilla y general de las galeras de Sicilia, y Bernardo de Ezpeleta, prior de Navarra -de la Orden de San Juan-, general de las galeras de Malta.

   Tras varios días de navegación, llegaron a las cercanías de la isla de Cos, frente a la costa Turca y en un rápido avance y ataque, desembarcaron en tierra turca, tomando la fortaleza de Psili y minando con explosivos el castillo conocido, según el documento usado, como Castel Roso, siendo nuestro Martín uno de los enviados a realizar esa acción y en el enfrentamiento con el enemigo salió con dos heridas, que no debieron ser de consideración.

   La siguiente noticia es de 1606 y para este momento nos lo encontramos investido de Caballero de la Orden de San Juan, destinado a las galeras donde esta religión operaba. Precisamente estando embarcado en una de las cinco galeras de esta Orden que al mando del prior de Navarra antes se hallaban en las cercanía de una isla desierta cercana a la plaza tunecina de La Goleta, llamada isla de Cimbalo según el documento usado, esperando  un galeón turco que había de pasar de Alejandría a Túnez cargado hasta los topes de bienes para capturarlo.

   Pero se dio la circunstancia de que se levantó una fuerte borrasca que amenazaba con hacer naufragar los barcos. Ante esto, intentaron salir de allí, lográndolo solo dos de ellas, la San Luis y la Santiago, no pudiendo hacerlo las tres restantes, la Capitana, la San Miguel y la San Jorge, debiendo abandonarlas sacando antes todo el avituallamiento y armamento posible a tierra.

Permanecieron en esa isla por espacio de quince días, donde sufrieron el constante asalto de los defensores turcos y locales venidos en cinco galeras desde la cercana Biserta, aunque poco y mal armados, estando nuestro Martín combatiendo en todas las ocasiones que atacaron los enemigos y al decir de la documentación usada, haciéndolo bravamente. 

   Viendo los enemigos que con lo traído no podrían tomar el campamento español, volvieron a su puerto y al poco botaron ocho galeras bien provistas para el asalto, el cual no pudieron lograr gracias a la tenaz resistencia de los españoles a pesar de los tres asaltos que dieron.

   Cuando los enemigos intentaron el cuarto y último asalto al campamento español, fue Martín enviado junto a otro soldado a un lugar que estaba en verdadero peligro de ser superado por los enemigos y arengando a los compañeros que defendían aquel punto más la acometida que dieron, lograron salvar la situación y obteniendo una gran victoria. 

   No obstante esto, los enemigos volvieron a intentar un nuevo asalto armando veinticuatro galeras para llevarlo a cabo, pero por el camino se encontraron con el socorro que había enviado el duque de Feria, virrey de Sicilia, haciendo que los turcos tunecinos se tuvieran que retirar  y desistir definitivamente de la oportunidad de capturar a los cristianos y en bueno hora ocurrió, pues estos estaban ya poco menos que listo de papeles en lo que a alimentos y municiones se refería, siendo reembarcados todos y trasladados a la isla de Malta, Martín de Arrese incluido.

   En febrero de 1611 sentó plaza de soldado en la compañía de picas del capitán Francisco Velázquez y con dicha plaza en septiembre de ese año se halló en la expedición que se hizo y que culminó con la toma de las islas de los Querquenes, en la costa oriental de Túnez.

   Efectivamente, habiéndose reunido las doce galeras de la escuadra de Nápoles al mando del marqués de Santa Cruz con diez de Génova, diez de Sicilia y cinco de Malta que transportaban todas juntas un ejército que pusieron proa a las Quérquenes, a donde llegaron y pusieron sitio a la fortaleza el día veintiocho de septiembre, ofreciendo los turcos una férrea resistencia, pero tras un largo combate fueron derrotados y asaltada la fortaleza, a la vez que la coalición conseguía hundir once naves entre turcas y berberiscas. En todo el tiempo que duraron las operaciones se halló presente Martín, quien fue herido en un par de ocasiones, una de ellas en la espalda.

   Por orden del duque de Osuna de veinticinco de octubre de ese año, fue Martín nombrado alférez de la compañía del capitán Juan Fernández Cortés, cuyo cuartel estaba en la localidad siciliana de Marsala, a pasear de no tener los años de servicios requeridos para poder disfrutar de este empleo, el cual disfrutó por poco tiempo, pues el treinta de diciembre de 1611 recibe su patente de capitán de infantería española, recibiendo la compañía que tenía Juan Salmón de Camargo y ya ejerciendo dicho mando, por orden del virrey de Sicilia dada en Palermo el nueve de junio de 1612, recibe el encargo de gobernar a las compañías de infantería española embarcadas en las galeras de la escuadra de Sicilia, debiendo mantener el orden, la disciplina y el buen gobierno.

   En mayo de 1612, galeras de Nápoles al mando de Álvaro de Bazán y galeras de Sicilia al mando de Octavio de Aragón fueron enviadas por orden del duque de Osuna a tomar, saquear y quemar en localidad o isla llamada la Galibia, que no he averiguado que sitio es. La gente de guerra sumaba ochocientos hombres, entre los cuales se hallaba Martín de Arrese con su compañía y una vez desembarcados, le ordenó Octavio de Aragón que se adelantase con doscientos hombres  del tercio a tomar lo que se pudiera, consiguiendo Martín y los hombres a su mando quemar y saquear el lugar, soportando en la retirada el acoso de los berberiscos hasta que al fin pudo embarcar.

   Acto seguido se puso proa a La Goleta, donde los soldados desembarcaron, atacaron y quemaron nueve barcos enemigos bajo el fuego de la artillería de la plaza. Fue Martín, según la documentación consultada, de los primeros que saltaron a tierra y acometieron al enemigo.

   Por orden dada en Mesina el veinte de octubre de 1612, es nombrado capitán de armas a guerra de la localidad de Termini, en Sicilia, su costa y marina para todo lo referente a la guardia, seguridad, defensa y ataque de dicho territorio. Podía nombrar, poner y quitar las guardias según las necesidades de cada momento, recibiendo, además, las llaves de la ciudad. En dicha orden se le advertía que debía abstenerse de intervenir en cualquier cosa que quedara fuera de su jurisdicción.

   Ya en el año de 1613, la siguiente noticia nos sitúa a Martín frente a la plaza de Biserta junto con mil novecientos soldados más todos al mando de Octavio de Aragón, con la intención de tomar el lugar y cuantas galeras hubiera, pero habiendo sido advertidos los bisertinos de la próxima llegada de los españoles, se apercibieron para hacerles frente y viendo el general que la situación era cualquier cosa menos fácil y que iba a suponer un riesgo innecesario, decidió no desembarcar y dedicarse a correr la costa de Berbería haciendo cuanto daño pudiera al enemigo.

Habiéndose tenido noticia de la presencia de una escuadra turca en las proximidades de las islas frente a la costa continental turca, el duque de Osuna ordenó a Octavio de Aragón que partiera para atacarla y deshacerla, lo cual hizo el general Aragón, quien con 8 galeras armadas con cañones de diferentes calibres, quinientos mosqueteros, doscientos arcabuceros y doscientos coseletes se lanzó en persecución de los navíos turcos.

   Embarcó Martín y su compañía en la galera capitana, partiendo la escuadra desde Palermo el doce de agosto rumbo a levante, hacia la isla de Kitera, donde tenían la intención de cortar el avance turco y al llegar a la isla de Quios, en el sur de dicha isla se toparon en la mañana del veintinueve de agosto de 1613 con los barcos enemigos, una flota de doce barcos de guerra al mando de Mahomet Bajá.

   Viendo la oportunidad de poder asestar un buen golpe, el comandante español, estando a la altura del cabo Corvo, ordenó un rápido ataque, siendo la capitana la primera en chocar, haciéndolo contra la capitana de los turcos, lanzándose los españoles al ataque, Martín al frente de su compañía, siendo nuestro hombre de los primeros en saltar a la nave turca y trabar la lucha cuerpo a cuerpo, mostrándose muy activo, acudiendo tanto a proa como a popa para dirigir las acciones de sus hombres, pero en semejante revuelto de hombres no era difícil resultar herido y durante la aproximadamente hora y media que duró el combate, que se saldó con victoria española, nuestro hombre recibió dos heridas, una en un ojo y otra en la garganta, pudiendo ser retirado para no ser rematado.

   Fue trasladado de inmediato a la capitana española, donde el cirujano y el protomédico hicieron lo imposible por estabilizarlo, siendo trasladado a Milazzo, en Sicilia, en una casa donde fue atendido de sus feas heridas, pero a pesar de los cuidados, fue empeorando hasta que, finalmente, falleció, siendo enterrado en el cementerio de San Francesco di Paola de la localidad. Junto con Martín, murieron aquel día cinco soldados más y treinta resultaron heridos.

Soldado Malagueño

Málaga - 2024