SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


jueves, 6 de agosto de 2020

CASA FUERTE DE BEZMILIANA

   Su geolocalización es 36º 4254’’ N  - 4º 1644’’ O    
   Hay constancia documental de que sobre una elevación del terreno un poco tierra adentro, aunque no demasiado alejado de la playa, ya hubo en 1492 un fuerte, que se hallaba algo retirado de la población y sin agua. Se tiene noticia también, que en septiembre de 1497, tras haber sido llevada a cabo la repoblación de la zona por cristianos, se confirió la tenencia de dicha fortaleza a Fernando de Anuncibay, quien era capitán de los peones malagueños cuando la conquista de la ciudad de Málaga, así como adjunto del tesorero real Ruy Lope de Toledo.

   La construcción que se conserva actualmente, se realizó cerca de la playa y vino determinada por la necesidad de proveer a la zona de una edificación defensiva eficaz y adaptada a las innovaciones técnicas del momento, pues la presencia de los barcos de la Armada británica, dotada una potente artillería, aconsejaba la modernización de estos baluartes defensivos. En base a esto, parece ser que se le encomendó su edificación a los ingenieros militares Francisco de Gozar y José Grane, quienes entregaron la obra ya finalizada en 1766.

   Aunque una publicación de entre 1786 y 1805 nos habla de un castillo con foso, puente levadizo y tambor para cubrir la puerta, y formado por edificios para pertrechos, pólvora, capilla, guarda almacén y habilitado para cobijar quince hombres de infantería, cinco de artillería y trece de caballería, más ocho caballos y con habitáculos para colocar cuatro cañones de a veinticuatro, la realidad nos muestra algo muy diferente.

   Esta fortaleza, que es un magnífico ejemplo de arquitectura militar del siglo XVIII, presenta un muro exterior perimetral elaborado con mampostería pesada, maciza, realizada con piedras grandes situadas entre hileras de ladrillos, con refuerzos de sillares en los ángulos y con dos grandes garitas con cuatro aspilleras cada una, situadas una en el ángulo suroeste y la otra en el ángulo noreste.

   Una serie de aspilleras se encuentran en las cuatro caras de la muralla, seis en cada cara y las dimensiones de esta son de 23,80 metros de largo las paredes este y oeste y de 27,75 las que dan al norte y al sur.


Puerta norte de la muralla

  Por lo que al edificio se refiere, presenta unas dimensiones de 12,55 metros las paredes este y oeste y de 19,20 metros las paredes norte y sur, con una anchura del muro de 0,5 metros. La altura del edificio, pretil incluido, es de 5,15 metros, correspondiendo al pretil 1,00 metro.

   La distancia entre el edificio y la muralla es de 4,97 metros y las garitas presentan unas dimensiones de 1,95 metros de diámetro interior y de 2,51 de diámetro exterior.


Alcubilla y abrevadero

   Así mismo, presenta la muralla dos puertas, la principal en la pared que mira al norte, con un portón de gruesos maderos y guarnecidos con fajas de hierro y un escudo en el dintel; la otra puerta es de menores dimensiones, en la pared sur, que es por donde en la actualidad se accede a la fortificación y que es de grandes y sencillos sillares rematada por un frontispicio con un escudo de España.

   Rodeaba a la muralla un foso, del cual apenas queda vestigio alguno, y en el espacio existente entre la muralla y el edificio, en el lado este, un abrevadero. En el exterior hay una fuente en forma de alcubilla con salida de agua a un abrevadero.

  Tras traspasar esta puerta sur, pasamos al edificio a través de una puerta de entrada fabricada con grandes sillares y con una sencilla estructura neoclásica, rematada por un frontispicio, el escudo de Carlos III.

   Una vez dentro, vemos que consta de dos salas que están separadas por un muro, con bóveda de medio cañón, de planta cuadrangular y fabricado todo a base de grandes piedras situadas entre hiladas de ladrillo, presentando reforzamiento de sillares en los ángulos.

   Lo primero que nos encontramos es una sala alargada dirección este-oeste destinada a caballerizas y de suelo empedrado, que conserva los pesebres y bebederos de los caballos y otros équidos. En el extremo oeste de esta sala hay una puerta que da paso a la otra sala, en la cual se encuentra la escalera que sube a la azotea y la chimenea. Parece ser que estaba preparada para alojar a una guarnición de catorce individuos de caballería.   

   Una vez terminada su función militar y debido al importante incremento del contrabando que se estaba produciendo en las playas de la zona, tras la creación el nueve de marzo de 1829 del Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras para el resguardo de las rentas arancelarias y persecución del contrabando y el fraude, pasó a ser cuartel de este nuevo cuerpo, perteneciente al distrito de la quinta compañía de esta Comandancia.

   Fue habilitado en 1872 como aduana para el desembarque de la caña dulce, con autorización de la Aduana de Málaga  y tras la disolución de ese cuerpo el quince de marzo de 1940, paso a ser ocupado por la guardia civil, que permaneció hasta el once de noviembre de 1978, cuando se construyó el nuevo cuartel, quedando convertido en corral y trastero hasta su restauración en 1985 por parte de la consejería de cultura de la Junta de Andalucía.

   En la actualidad, tras la nueva restauración llevada a cabo en 1992, se halla esta fortaleza en excelente estado de conservación, muy bien cuidada y en uso, siendo lugar de cita cultural del pueblo, pues su interior se usa como sala de exposiciones, presentaciones de libros, actos culturales del ayuntamiento, ...

   Está reconocido como Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento (BOE 26-6-1985) y como Bien de Interés Cultural en la categoría de zona arqueológica (BOJA 27-5-2009)

   Un suceso

   Eran estas construcciones lugares, en mayor o menor medida, de convivencia de personas y es normal que a lo largo de tantos siglos hayan ocurrido en ellas o sus alrededores sucesos relacionados con sus moradores, con independencia del aspecto estrictamente militar, y que generalmente, al tratarse de lugares aislados, no revestían una gran importancia o no tuvieron resonancia o que trascendieron pero no tuvieron eco en la prensa o literatura o es que no he logrado encontrarlos, excepto uno, ocurrido en el fuerte de Bezmiliana en 1910, que si tuvo eco en la prensa nacional y que no me resisto a dejar de  incluirlo en este artículo.

   En los primeros días del mes de mayo de ese 1910, el cabo de carabineros Nicolás Gorjón resultó muy mal herido y su esposa muerta, siendo autor de ambos hechos del carabinero Adrián Torrero, quien tras perpetrar los crímenes huyó al monte, viviendo durante treinta y cuatro días de lo que le daban caminantes ajenos a su delito.

   A primeros de junio, escribió Torrero una carta al periódico La Unión Mercantil relatándole los crímenes cometidos y pidiendo socorro para su esposa, aparte de confesar que esa vida errante y fugitiva le estaba matando.

   No pudiendo soportarla más, Torrero se presentó el nueve de junio ante el guarda jurado Juan Anaya, vigilante de la finca Santa Cristina, a quien le narró todo lo sucedido y expresándole la necesidad de entregarse a la justicia, aunque no tenía intención de hacerlo a la fuerza armada, por lo cual el guarda Anaya le dijo que podía comunicarlo a dos señores que realizarían las gestiones oportunas, logrando convencer al carabinero Torrero.

   De acuerdo con él, el vigilante fue a Benagalbón a avisar al médico, José García Sáenz-Diente, y al alcalde del pueblo, Francisco Castellano, quienes junto al secretario Juan Salazar y el alcalde de Rincón de la Victoria, Antonio López, acudieron conducidos por el guarda a donde Torrero, con un aspecto deplorable,  esperaba, quien al verlos se sintió embargado por la emoción, se deshizo de su arma de fuego y corrió a ponerse a disposición de aquellas personas.

   Tras su detención y conducción a prisión donde le tomaron confesión, declaró que durante el tiempo que anduvo fugitivo, alguna vez bajó a Rincón de la Victoria e incluso en una de las ocasiones se acercó al fuerte, encañonando a través de una de sus ventanas al cabo de la fuerza, pero se lo pensó mejor y se retiró.     

Soldado Malagueño

Málaga - 2020

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