SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


martes, 6 de octubre de 2020

MARISCAL JUAN MARÍA ECHEVERRI Y CHACÓN. 1769-1830.

   Nació en la ciudad de Málaga a las cinco de la mañana del cinco de agosto de 1769, siendo bautizado en mismo día en la iglesia del Sagrario de la catedral de Málaga. Fueron sus padres Juan Felipe Echeverri Vargas y Isabel Chacón Manrique de Lara y Messía, condes de Villalcázar de Sirga.

   Ingresó en el Real Seminario de Nobles de Madrid, aunque desconozco la fecha exacta. Lo que sí sé, es que ingresó como cadete menor de edad en el regimiento de Reales Guardias Españolas, siemdo nombrado cadete con antigüedad el cinco de agosto de 1785, permaneciendo en esa situación hasta el siguiente dieciséis de mayo de 1793, que ascendió a subteniente de fusileros.

   Con este empleo, y habiendo empezado ya la Guerra del Rosellón, fue destinado a servir a las órdenes del capitán general del Ejército de Aragón, Pablo de Sangro y Merode, príncipe de Castelfranco, asistiendo a la entrada al valle de Arán, pasando el veintiocho de junio a continuar prestando sus servicios en el ejército del Rosellón, donde el siguiente diecisiete de julio se halló en el ataque a Perpiñán y el veintidós de septiembre en la batalla de Truillas.

   Así mismo, estuvo en la defensa de las alturas de Boulou a primeros de octubre, en la toma de las baterías de Banyuls y Treserres y guarneciendo el reducto de Pla del Rey. Por sus méritos ascendió a alférez de granaderos el treinta de diciembre.

   Continuó demostrando sus capacidades y ánimo en cuantos encuentros mantuvo con el enemigo, pero el primero de mayo de 1794 fue hecho prisionero y enviado a Francia, donde permaneció recluido hasta que terminó la guerra. A su regreso, en primero de mayo de 1794 es ascendido a segundo teniente y el once de mayo de 1795 fue promocionado a primer teniente, siendo posteriormente destinado a continuar su mérito en el acantonamiento de Mallorca de donde pasó a servir en la guerra con Portugal en 1801.

   Tras la reforma de los regimientos de Guardias Españolas fue nombrado teniente el primero de mayo de 1803.


Oficial de Reales Guardias Españolas de Infantería

   Cuando los franceses invadieron España, Echeverri fue destinado en junio a Valencia, pasando a la defensa del desfiladero de las Cabrillas. Una vez allí, el mariscal Pedro Adorno le puso al mando de un destacamento de ciento cincuenta guardias y junto a otros ciento cincuenta les situó en el puente de Contreras, un puente de madera que previamente había sido inutilizado.

   Las operaciones que se llevaron a cabo en esa jornada fueron un completo desastre por la mala planificación de la defensa, logrando romper los franceses la línea defensiva española por el puente del Pajazo, pues cerca de él había un vado cercano y fácil de cruzar, lo que aprovecharon y derrotaron a los españoles, poniéndolos en fuga.

   Las tropas que lograron salvarse- entre ellos Echeverri-, se unieron a la división del general González Llamas, las cuales se dedicaron a hostigar y dañar a los franceses en su avance hacia Valencia.

   El veintiuno de junio de 1808 obtuvo su patente de capitán.

   Tras estos sucesos, se halló en la campaña del Ebro, hallándose en la batalla de Tudela del veintitrés de noviembre y en la retirada a Cuenca, pasando luego a hallarse presente en la acción de Ciudad Real del veintisiete de marzo de 1809, tras la que pasó a Valdepeñas, desde donde se organizó la retirada hacia Despeñaperros.

   Pero la guerra continúa y así, el once agosto, combatiendo bajo las órdenes del general Villegas,  se halló en la batalla de Almonacid y el siguiente diecinueve de noviembre en la de Ocaña, ambas saldadas con desastrosas derrotas españolas.

   La batalla de Ocaña abrió a los franceses las puertas de Andalucía, entrando como un vendaval y arrasándolo todo a su paso. En estas, Echeverri fue puesto al mando del segundo batallón de Guardias por el duque de Alburquerque y marchó con él a Cádiz, donde el veinticuatro de agosto de 1810 fue nombrado teniente de rey interino de esa plaza.

   Durante su estancia en Cádiz, tomó parte activa en su defensa, cubriendo con su batallón el puente de Sancti Petri y la entrada en la ciudad de las tropas que venían de la batalla de Chiclana del cinco de marzo de 1811.

   Así mismo, se halló en la expedición mandada por el general Joaquín Blake y Joyes al condado de Niebla y en el asalto a su castillo y en la batalla de la Albuera del dieciséis de mayo.

   El veintitrés de junio ascendió a brigadier.

   Tras estos acontecimientos, marchó de nuevo junto al general Blake a Granada, embarcando en Cádiz y desembarcando en Almería el treinta y uno de julio, marchando Blake a Valencia el siete de agosto y quedando Echeverri bajo las órdenes del general José O´Donnell, quien dirigió las operaciones contra los franceses el siguiente día nueve -otras fuentes hablan del once- en Zújar, saldándose el enfrentamiento en una nueva derrota de los españoles, con cuatrocientos treinta y tres bajas entre muertos y heridos y mil cien prisioneros y extraviados.

   Afortunadamente, los franceses, temiendo ser sorprendidos por Ambrosio de la Cuadra, enviaron a toda su caballería y a la brigada del general Rignoux a prevenir un posible ataque, no aprovechó la victoria y mandó al resto de los hombres a cubrir Cúllar y Baza.

    En fin, tras estos sucesos, nuestro hombre fue destinado al 6º ejército.

   Ya en 1812, pasa a Cádiz y esperando embarcar con destino a Galicia, el ocho de febrero se le destina a la Isla de Cuba, donde el dieciocho de diciembre obtiene el empleo de teniente de rey de la plaza de La Habana y el de segundo cabo e inspector general de las tropas de Cuba el siguiente cinco de febrero de 1813.


Escudo de La Habana

   El dieciocho de octubre de 1814 promociona al empleo de mariscal y el catorce de julio de 1815 cesa como teniente de rey de La Habana, aunque continúa como inspector general de las tropas cubanas.

   El dieciséis de abril del año siguiente condujo un destacamento formado por un capitán, dos tenientes, dos subtenientes, cinco sargentos, un corneta, un tambor, diez cabos y cien soldados del regimiento Voluntarios de Tarragona desde La Habana a Pensacola para desalojar a los estadounidenses, que habían entrado ilegalmente en la Florida.

   Efectivamente, el general Andrew Jackson había mandado informes a Washington en los que afirmaba que los españoles estaban suministrando armas a los indios, y aunque los españoles enviaron emisarios para notificar que eso era falso y que lo único que había en Pensacola eran mujeres y niños, el siete de mayo partió Jackson con fuerzas a su mando hacia Pensacola, a la que llegó el siguiente día veinticuatro, encontrándola desierta, pues los españoles se habían retirado al llamado Fuerte Barrancas.

   Jackson, sin pérdida de tiempo, se dirigió al fuerte, y tras mantener un enfrentamiento artillero con los defensores del Fuerte Barrancas, logró el siguiente día veintiocho la capitulación de este, tras lo cual pasó a ocupar Pensacola.

      La expedición regresó a La Habana el siguiente ocho de julio, aunque tras las negociaciones habidas con los Estados Unidos, a primeros de febrero de 1819 salió Echeverri de La Habana al frente de un contingente de casi  mil hombres para tomar posesión de Pensacola  y de San Agustín de la Florida, pues habían sido restituidas a España.

   En cualquier caso, España tenía claro tras esas negociaciones que los Estados Unidos no pararía hasta hacerse con Florida y antes que evitar una guerra que sabía que no podía ganar, acabó por vender esa provincia a ese país en 1821.

   Entre el dieciséis de octubre y el dos de diciembre de 1816, ejerció las funciones cabo subalterno de La Habana por enfermedad de su propietario, el teniente general José Cienfuegos, cargo que volvió a ocupar desde el veintidós de julio hasta el veintiséis de octubre de 1820, también por enfermedad de su propietario, el teniente general Juan Manuel Cagigal.

   Cesó en el cargo de Capitán General y Gobernador de Cuba el 20 de abril de 1819  y el veinticinco de julio de 1820 obtuvo el nombramiento como capitán general de la provincia de Yucatán, donde en 1821 se tuvo que enfrentar al dilema de si actuaba ante la adhesión a la independencia de México de esta provincia de manera militar o pacífica, optó por la segunda. Esto lo hizo con objeto de que los yucatecos decidiesen de forma pacífica sobre su futuro.

   Así pues, convocó a la Diputación provincial y al Ayuntamiento de Mérida, a los que manifestó el peligro en el que se vería la provincia si se veía abocada a la guerra, por lo tanto sometía a decisión de los concurrentes el futuro de Yucatán. Los presentes manifestaron sus ansias de independencia, por lo cual solicitaron se convocase un junta en la que se dieran cita las autoridades civiles, militares y eclesiásticas.


Escudo de la ciudad de Mérida, Yucatán, México.

   Dicha junta se reunió el quince de septiembre y aparte de los mencionados, asistieron también diputados de la provincia, alcaldes, regidores, síndicos el juez de letras, los empleados superiores de hacienda, el obispo, los canónigos, los cinco curas de la ciudad el tesorero de Cruzada, los militares residentes en la ciudad, miembros de los partidos liberal, constitucionalista de 1820 y rutineros, acompañado todo de un numeroso público ávido de noticias.

   Fue una reunión tranquila, sin reproches ni acusaciones contra España, primando el bien público y el interés general.

      En ella, Echeverri declaró que por el bien del pueblo y de la provincia se sometía al veredicto de la reunión, tras lo cual se declaró la independencia de la provincia, a lo cual nadie se opuso y aunque Echeverri y Mariano Carrillo eran firmes partidarios de permanecer fieles a España, se plegaron a la decisión de la Junta, tras o cual se acordaron una serie de puntos para conducir la nueva situación y quienes serían los comisionados que irían a México a poner en conocimiento de Iturbide y O´Donoju los acuerdos tomados.

   Tras la reunión, Echeverri anunció su renuncia al cargo para facilitar una transición pacífica y ordenada, pero no se la aceptaron, pues tenían los concurrentes a la Junta pena confianza en él y le pidieron que continuara en el empleo hasta que se formara el gobierno independiente y se nombrara nuevo jefe político y capitán general de Yucatán.

   A pesar de tantas buenas intenciones, pronto surgieron incidentes provocados por independentistas exaltados, algunos de los cuales pusieron en el punto de mira a Echeverri a pesar de que este había permanecido en el cargo para que todo permaneciera tranquilo hasta que se estableciese en México el gobierno provisional, pero en vista de la delicada situación, el veintiséis de octubre renunció al gobierno presentando su dimisión, que no le fue admitida, en la espera de lo que Fernando VII manifestara respecto del Plan de Iguala y los tratados de Córdoba, ante lo cual Echeverri consintió en permanecer en el cargo tras llevarse a cabo algunas cuestiones relativas a la restitución de la situación del quince de septiembre.

   Pero como la situación continuaba muy alterada y hubo nuevos intentos de saltarse lo acordado, Echeverri volvió a renunciar, alegando que

      "...habiendo jurado conservar la integridad de la monarquía cuando se posesionó de sus empleos, no podía continuar en ellos, si faltar á su juramento y sin quedar por lo mismo comprometido su honor, mandando una provincia que por el voto general de sus habitantes se había declarado independiente..."

a lo que la Diputación le replicó que también había jurado conservar la paz de la provincia, por lo que le pedían que no dimitiera hasta que llegara su sucesor, designado por México. Ante esto, retiró su dimisión y continuó al mando.

   El dos de noviembre llegó a Yucatán la noticia de que ya había sido enarbolada la bandera del ejército trigarante en la ciudad de México, permaneciendo Echeverri en el cargo esperando a su sucesor, pero ocurrió que el siguiente día cinco fue nombrado Juan José León como jefe suprior político y capitán general de Yucatán, pero solo fue reconocido por la ciudad de Campeche y pueblos de su alrededor, lo que al saberse en Márido ocasionó el siguiente día ocho la reunión de la Diputación, donde hubo sus más y sus menos, leyéndose entre otras cosas ¡de nuevo! una nota de Echeverri presentando su dimisión y aunque se le insistió en que no la retirara, manifestó que era firme e irrevocable.

   Cuatro días más tarde, Echeverri abandonó Yucatán, no sin antes habérsele solicitado por parte de los yucatecos que jurase la independencia y siguiera al frente del gobierno, lo que no aceptó. Se dirigió al puerto de Sisal donde embarcó junto a Mariano Carrillo y algunos funcionarios que no quisieron aceptar la independencia.

   Otras fuentes dicen que el veintidós de noviembre de 1821, Echeverri reconoció el final de la presencia española en la provincia.

   Durante el corto espacio de tiempo que ocupó el cargo, dejó una gratísima impresión entre sus gobernados, aun cuando políticamente no fueran afines y así se pueden leer sobre él alabanzas tales como que

   "...poseía un talento despejado y una educación esmerada. Se hallaba imbuido en los principios mas avanzados de la escuela liberal española, y no carecía de la energía necesaria para ponerlos en práctica, pasando sobre toda clase de obstáculos. Si la proclamación de la independencia no hubiera hecho tan corto el período de su administración, acaso habría llevado al cabo en la provincia todas las reformas que paulatinamente iban decretando las Cortes. Pudo sin embargo ocuparse de aquellas que demandaban imperiosamente la ilustración del siglo y las circunstancias peculiares en que se hallaba la provincia."

   Parece ser que falleció en su ciudad natal, Málaga, el doce de julio de 1830.

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