También lo podemos encontrar como Diego de Arzu.
Nació Diego en la ciudad de Málaga el día
treinta de mayo del año de 1808, recién comenzada la Guerra de la
Independencia. Era hijo de un jefe de carabineros, llamado también Diego y que
falleció en agosto de 1855, durante la epidemia de cólera morbo que asoló
Málaga.
A la tierna edad de diez años, ingresa en
clase de cadete en el regimiento de infantería Voluntarios de Valencia, con la
cual se incorporó el treinta y uno de enero de 1820 a la tercera división del
ejército reunido de Andalucía del mando del general José O´Donnell y que fue mandado
a combatir la sublevación de las tropas mandadas por el general Rafael del Riego y Flórez, que tan
desastroso fin tuvo su aventura.
Desconozco cuál fue su carrera militar
durante los años de la opresión fernandina, pues no me lo vuelvo a encontrar
hasta 1834, que según uno de los documentos usados, parece ser que en ese año
estaba destinado en la Isla de Cuba, ejerciendo como teniente de caballería en
el regimiento de Lanceros del Rey.
La siguiente noticia que de él he conseguido
obtener, me lo sitúa en Madrid, en las acciones represivas del dieciocho de
enero de 1835 que se llevaron a cabo contra la insurrección del segundo
batallón del regimiento de Voluntarios de Aragón, el cual, en la mañana de ese
día, salió de su cuartel y tras sorprender a la guardia, se apoderaron del
edificio de Correos, colocando algunos hombres en la puerta principal, en las
ventanas y azotea y centinelas en las calles inmediatas.
Al conocer la noticia, el capitán general se
presentó en el lugar y tras pedir que depusieran su actitud, le dijo al jefe de
los insubordinados, el Ayudante Cardero, que o se rendía o lo juzgaba por
insubordinación, respondiendo esta con varios disparos, debiendo retirarse el
capitán general para no ser alcanzado por las balas.
A las once y media de la mañana, acudió al
lugar la guardia al mando del general Llauder, a quien acompañaban un par de
piezas de artillería, la cual abrió fuego contra los insubordinados, pero tras
recibir recias descargas desde las gradas de San Felipe se retiraron, haciendo
lo propio los que disparaban, que se refugiaron en el edificio de Correos.
Ante la gravedad de la situación, la
guarnición, entre ellos nuestro Diego de Arssu, y la milicia de la plaza se
fueron aproximando a las casas de Correos y al llegar a la zona realizó
descargas la infantería, siendo respondida por parte de los amotinados. A la
vez, la compañía de granaderos del cuarto batallón, al mando del capitán Berrueta,
se aproximaba a Correos por la calle de Carretas, pero al escuchar gritos de ¡Viva Isabel II!, ordenó no hacer fuego,
pues estaban profiriendo los mismos gritos que ellos, de modo que sosegó a sus
hombres y quedó a la espera de recibir órdenes.
Se enviaron parlamentarios, quienes tras
entrevistarse con el comandante Cardero parecían no llegar a un entendimiento y
cuando parecía que la cosa se ponía nuevamente caliente, apareció el general Sola,
quien anunció a los sublevados que la reina otorgaba su perdón a todos, que
depusieran su actitud y que retornaran a su cuartel y aquí paz y allá gloria.
Y con esta garantía, a las tres de la tarde,
los Voluntarios de Aragón abandonaban el edificio de Correos a tambor batiente
y cantando canciones patrióticas mientras desfilaban por las calles de la
Montera y de Fuencarral, arribando por fin a Alcobendas, donde estaba su
cuartel. Igualmente, las tropas y la milicia retornaron unos a su cuartel y
otros a sus casas.
La principal fuente de información que he
usado para redactar esta breve biografía, me informa que en 1837 se halla como
capitán de Milicias Disciplinadas en La Habana, pero que ese mismo año retorna
a la Península, no dando más información sobre su actividad militar hasta junio
de 1843, año en el que se halla de operaciones en la Serranía de Ronda bajo el
mando del barón de Carondelet, cuyas tropas, tras sortear varias dificultades
puestas por el enemigo, logró llegar hasta las inmediaciones de la plaza de San
Roque y tras duro combate, logró romper el bloqueo que aquel tenía sobre la
plaza de Algeciras.
Ese mismo verano, junto a otros elementos
del ejército, se halló nuestro hombre bajo el mando del coronel Fernando
Fernández de Córdova en la limpieza de progresistas del ejército, prestándole
un gran servicio a ese coronel con la detección y desarticulación de la trama
que urdía el general progresista Manuel Lorenzo, a la sazón teniente general y
gobernador del Campo de Gibraltar, quien había empezado a tener relaciones y a
conspirar con los emigrados y los contrarios al gobierno.
Sobre esto, decir que Fernando Fernández de
Córdova había sido nombrado poco antes por Baldomero Espartero para la misión
de limpiar el Ejército regular de unidades progresistas.
La última acción militar en la que le vemos
es en 1854, cuando junto a tropas acuarteladas en Madrid salió para reducir a
los individuos que participaron en las jornadas revolucionarias que se vivieron
en la Villa y Corte en julio de ese año, donde parece ser que prestó un
brillante servicio.
En julio de 1851 se le promociona al empleo
de comandante, siendo graduado de coronel al año siguiente y ya en 1867
asciende a brigadier de caballería.
Desde el punto de vista de su desempeño en
la Administración, la primera noticia que he encontrado, me informa para 1829
se hallaba de escribiente de número en el Ministerio de la Guerra, entre 1834 y
1836 como auxiliar.
Tras retornar en 1837 de La Habana, pasa al
año siguiente al Campo de Gibraltar, donde ocupa plaza de secretario la
Comandancia General del Campo de Gibraltar, permaneciendo en ese cargo hasta
1852, año en que pasa al Archivo del Ministerio de la Guerra, primero como
secretario y luego como oficial tercero, quedando cesante de este último empleo
ese mismo año debido a la llegada de los progresistas al poder, situación en la
que permaneció hasta 1859, año en que la Unión Liberal se hizo con el poder,
que volvió a ocupar su plaza.
Se jubiló como oficial tercero primero del
Ministerio de la Guerra.
Contrajo matrimonio en 1837, con Ana Riera, natural
de la localidad gaditana de San Roque, de la que para 1867 ya era viudo.
Se hallaba en posesión de la Gran Cruz de
San Hermenegildo y era comendador de las Órdenes de Isabel la Católica y de
Carlos III.
Falleció en la ciudad de Málaga sobre el
veinte de enero de 1885.
Soldado Malagueño
Málaga - 2022
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