SOLDADO MALAGUEÑO

También narramos las vidas militares de soldados de España y de todo el cosmos hispano en ambos hemisferios, por el Atlántico, por el Lago Español, por el Mediterráneo, por el Índico y allá por donde haya pasado un soldado HISPANO ondeando nuestras banderas.


domingo, 17 de julio de 2016

AYUDANTE MAYOR MANUEL DE MILLA SANTAELLA © 3ª Parte

   Como ya se dijo en la biografía, D. Manuel de Milla fue felicitado y recompensado por el éxito de su misión.

   A continuación se expone la carta que el Comandante D. Francisco de Fersén envía al Virrey elogiándo a este Oficial y solicitando que su hazaña sea puesta en conocimiento del Rey para que éste le recompense.

   El 2º comandante de los ¿establecimientos? remite a Su Excelencia un despacho del Ayudante Don Manuel Milla, remitiendo el diario original de ese Oficial, y recomienda a la consideración de Su Excelencia el mérito singular que merece el importante desempeño de su comisión.
 
  Su Excelencia.- Fechada en Yavisa el 13 del presente mes, el Ayudante Don Manuel Milla, me escribe lo siguiente:

   "Señor don Francisco Fersen, - por el diario adjunto sabrá usted todo lo que se ha hecho, así como mis motivos para dar este paso, ya que sería muy doloroso, si después de haber logrado mi propósito, se produce alguna fatalidad.

   No puedo explicarme más plenamente, para que no puedan retener Suspani y sus indios, pero tan pronto como llegue a Puerto Príncipe le haré una descripción más detallada y pedirle que mi regreso a mi puesto (en Carolina ) sea con toda la rapidez posible. Dios le guarde muchos años.

   Manuel de Milla Santaella

   Yavisa, trece de marzo de 1788"

   La cual remito a Su Excelencia con el diario original del camino de este Oficial, cuyo singular mérito y el amor del servicio se han manifestado de una manera tan distinguida en esta importante ocasión, que no cabe duda de que Su Excelencia, que sabe muy bien cómo apreciar el mérito, tendrá en cuenta lo digno de ser puesto en conocimiento del Soberano, para que pueda recibir de la abundancia real una recompensa correspondiente a tan distinguido servicio, y hago saber la presente a Su Excelencia en el cumplimiento de mi deber.

   Dios guarde a VE muchos años.

   Francisco de Fersen.  

   D. Manuel retornó pues a Puerto Príncipe, donde permaneció hasta que partió a Carolina, a donde llegó el día 26 de abril. El Comandante y Gobernador en Carolina, D. Francisco de Fersén, remite carta al Virrey D. Antonio Caballero y Góngora dándole cuenta de la llegada a este puerto de Milla, adjuntándole el informe que este hizo de su viaje de regreso:

   Exmo. Señor, 

  En la tarde del veintiséis próximo pasado, arribó aquí el Ayudante D. Manuel Milla de regreso de Puerto Príncipe, habiendo tomado su derrota por Panamá y Portobelo por no haberse determinado a regresar por el mismo camino a causa de los motivos que expresa en el papel adjunto consecuente a lo mismo que expuso este Oficial en su diario. Todo lo que pongo en noticia de V. E. para confirmación de lo expuesto en mi diario.

   Dios guarde a V. E. m. a. carolina y mayo de 1788  

   Francisco de Fersén

   Papel adjunto de los motivos de D. Manuel de Milla:

Cuando salí de esta fundación para la comisión que tengo evacuada, bien sabe V. m. que fue en la inteligencia de que el indio Capitán de Sucubú, Urruchurchu, había hablado y facilitado mi pase con todos los indios, especialmente con los Chucunais, pero luego que llegué a internarme en las Tierras del Sur, lo conocí me había engañado en esta parte, porque además de haber convocado ocho indios Arnachucunas o ¿Inoretíes? para que nos guiasen como inteligentes de sus tierras y aliados con los Chucunas me condujeron con tantas precauciones y recelos que hasta mis pisadas las borraban con sus manos, de modo que a no ir inflamado del deseo de lograr la empresa, que iba venciendo con tanto conocimiento del terreno no hay duda hubiese retrocedido, pues lo contrario solo fuese temeridad del empeño.

  Los ocho referidos indios llegaron al paraje donde yo estaba con tanto recelo y pusilanimidad que en sus rostros patentizaban el mal humor que les causaba mi tránsito por sus tierras y para haberlos de conformar en mi paso fue menester más de dos horas de razonamientos, diciéndoles amén a cuanto proponían y obsequiándoles tabaco y ropa que para el efecto llevó Urruchurchu de la que yo había regalado a susu indios en su pueblo con calidad de reintegro a mi regreso.

   Una de las proposiciones que me hicieron los dichos ocho indios fue que para qué queríamos abrir camino por sus tierras y diciéndoles que para tener fácil comunicación con los pueblos del Sur, me respondieron que no era menester, que ellos llevarían nuestras correspondencias de una a otra parte.

   Diciéndoles que también a sus pueblos a comerciar con ellos para que ellos no tuviesen tanto trabajo en conducir sus efectos, me respondieron que ellos vendrían a nuestras poblaciones, que no lo tenían por trabajoso y que en este supuesto yo se lo propusiese así al Señor Virrey: En suma, para ir acorde en la ocasión y conseguir pasar adelante hube de ofrecerles hacerlo como me lo pedían.

   Otra de las embajadas que me pusieron en cuidado fue el decirme que los Chucunas no habían hecho paces, en cuyo supuesto si encontraban algún español por sus tierras y lo mataban estaría bien hecho, bajo lo cual que ellos no me aseguraban la vida, pues si nos encontrábamos con ellos no se prometían buenas esperanzas, pero yo no quise sino seguir adelante.

   En Puerto Príncipe consideró Urruchurchu que si volvíamos por el propio paraje podían estar aguardándonos los Chucunas, que ya habían sabido nuestro tránsito e ideó conveniente regresar dando una dilatada vuelta por los ríos expresados en el diario y aun por este paraje tuvo recelo, luego supo la noticia que me dio D. Andrés de Ariza en la carta cuya copia acompaño a V. m., por cuyo motivo le pareció acertado que lo esperase en Puerto Príncipe hasta que trajese los pliego a V. m. y volviese por mi hablando antes a los Chucunas para que me regresase sin el peligro que habíamos pasado.

   Yo, conociendo no solo la falsedad que en esto podía haber, como por regresarme con la posible prontitud, determiné hacerlo por la vía de Panamá y Portobelo, como en efecto lo puse en práctica al instante, de modo que habiéndome puesto en movimiento el diecisiete llegué a Panamá el veinte y a Portobelo el veintiséis, pero habiendo salido de esta ciudad el veintiocho en la cañonera La Maritornes, que a la sazón venía para Mandinga, pero habiendo encontrado mucho norte fue preciso arribar a Portobelo el treinta y uno.

   El siete de abril, conociendo que había abonanzado el tiempo algo, volvimos a salir, y viéndose dicho buque en la precisión de hacer segunda arribada por seguir lo intempestivo del tiempo, hube de transbordarme a una piragua que me condujo a Mandinga, en donde me pasé a la lancha de Concepción y desde ella a este puerto en el bergantín San José y las Ánimas, habiendo logrado mi arribo a este destino el veinticinco del mes próximo pasado.

   No hay duda que según mi apresuramiento hubiera llegado a esta fundación a los trece días de haber salido de Puerto Príncipe, pero los infortunios expresados en la navegación desde Portobelo, han hecho mi arribo más tardío, por cuya causa espero que V. m. dé por aprobado todo cuanto he resuelto en este asunto, informando al Señor Virrey lo que le parezca justo.

   Dios guarde a V. m. muchos. años. Carolina y mayo 1º de 1788    ---  

NOTA:

En el año de 1784, el Virrey Arzobispo de Nueva Granada, D. Antonio Caballero y Góngora, mandó construir fuertes en Mandinga,  Concepción, Carolina (o Caledonia) y Caimán, cerca del golfo de San Miguel, costa atlántica, y al año siguiente, el Teniente Coronel D. Andrés de Ariza, Gobernador del Darién, fundó otro fuerte más en el Príncipe, en la costa del Pacífico, al que dotó con 200 hombres de guarnición.

   El mismo Gobernador abrió luego el camino  que iba desde el fuerte hasta la boca del Sucubtí, en el Chucunaque,  donde quería fundar la ciudad de Betanzo, como estación central para  seguir por el Sucubtí aguas arriba hasta el fuerte Caledonia ó Carolina.

   Por este mismo camino el Capitán Suspani ó Urruchurchu, jefe  de Sucubtí, condujo al Ayudante D. Manuel de Milla Santaella desde Carolina hasta  el Príncipe.

El Hoplita Malacitano
Málaga 2016

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