Nació José en la ciudad de Antequera el veintisiete de marza de 195 y era hijo del comisario general de vigilancia de Antequera José Ramos Bazaga y María Cabello.
El nueve de
abril de 1922 tuvo su ingreso en el ejército.
Siendo alférez
en el batallón de montaña Estella Nº 4, se le destina al Grupo de Fuerzas
Regulares Indígenas Ceuta Nº 3 y hallándose en este destino participo a
primeros de agosto de 1925 junto con sus compañeros en la heroica defensa de la
posición llamada Casa Hamido, donde se destacó por su valentía y arrojo, por lo
cual fue citado en la orden general del Ejército de operaciones de esa
Comandancia, presentándolo como modelo de soldado.
Asciende al
empleo de teniente el treinta de junio de 1926.
Continuó de
operaciones y en julio de 1927 le vemos acudiendo al socorro de la posición de
Sidi Meskín, la cual se hallaba asediado por los moros y después de un duro
combate de más de siete horas pudieron ser rechazados. El encuentro se saldó
con la muerte de un corneta y varios soldados y heridos un sargento, dos cabos
y cuarenta soldados, así como el oficial de la posición.
El dieciséis de
noviembre de 1927 se le concedió la Cruz de María Cristina y el veintiuno de
junio de 1929 se le concede la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.
Para agosto de
1929 se hallaba destinado en el regimiento del Príncipe Nº 3, fecha en la que obtuvo
licencia para contraer matrimonio con Carmen Aspíroz Luis.
El quince de
junio de 1932 es trasladado al centro de movilización y reserva Nº 3, en
Sevilla.
Para el primero
de enero de 1934, nos lo encontramos destinado en el Cuerpo de Seguridad y Asalto,
en la décimo octava compañía del décimo Grupo, con sede en la ciudad de Oviedo.
En la madrugada
del cinco de Octubre de 1934, se produjo el alzamiento armado de la cuenca
minera asturiana. Una vez proclamada la revolución en los pueblos, los alzados,
perfectamente armados, atacaron de forma sorpresiva y contundente los puestos y
reductos de la fuerza pública que había por el país. Decir que, en líneas
generales, dichos puestos contaban con poco personal y estaban mal equipados,
lo que permitió que la revolución triunfara en un primer momento.
Fue Sama de
Langreo uno de los pueblos asaltados por los alzados, quienes atacaron con
ímpetu al cuartel de la Guardia Civil, ejerciendo los guardias una enconada
resistencia, pero debido a la escasez de medios de medios defensivos y cada vez
más acosados, enviaron recado a Oviedo, a la sección de Asalto, a pedir
auxilio, pues la situación se estaba volviendo crítica.
Los encargados
de salir a Sama de Langreo fueron los hombres de la sección que mandaba nuestro
José Ramos, que precisamente ese día no le correspondía salir al frente de su
sección, pues por turno le correspondía a otro teniente. El caso es que José se
presentó voluntario para acaudillar la expedición, entre otras cosas por su
conocimiento de la conflictiva situación político-social de la cuenca minera.
Así pues, se
aprestaron dos camionetas que de inmediato partieron hacia Sama de Langreo,
camino que fue peligroso, pues fueron hostigados por los rebeldes, y al llegar
al puente de la localidad, debieron sostener un vivísimo fuego con los alzados
que querían impedirles el paso camino del cuartel de la Guardia Civil, paso que
finalmente fue franqueado, no sin antes perder nuestro teniente a la mitad o
más de sus hombres, entre muertos y heridos. Debieron continuar su camino pie a
tierra.
Tras pasar el
puente, ocupan los guardias de asalto una casa, donde se refugió para poner
orden en la situación, aunque, desde luego, el enemigo continuó haciendo un
fuerte fuego sobre ellos, lo que no fue óbice para que los guardias de asalto,
con el teniente Ramos al frente, lograsen abrirse camino hasta el cuartel de la
Guardia Civil, donde continuaron resistiendo y agrediendo al enemigo hasta el
medio día del siguiente día seis, donde ya solo se lanzaban bombas de
fabricación casera con dinamita que se les había cogido a los revoltosos,
resultando gravemente herido durante el enfrentamiento.
A pesar de estar
tan mal, aun pudo organizar el abandono del cuartel, valiéndose de la poca
munición que les quedaba, abriéndose camino bajo la lluvia de proyectiles que
les lanzaban los alzados, muy superiores numéricamente y bien municionados,
consiguiendo de esta manera llegar a las afueras del pueblo, aunque con la
inmensa mayoría de los hombres muertos.
Debido a lo
extenuado que estaba fue hecho prisionero por los rebeldes, quienes le
arrastraron al interior del pueblo, llevándolo al día siguiente al cementerio,
donde junto a su tapia lo fusilaron. Era el seis de octubre de 1934.
Por su actuación
y a petición de su mujer, fue propuesto para que se le concediera la Cruz
Laureada de San Fernando. En el juicio contradictorio, todos los interrogados
coincidieron en su arrojo, valentía, capacidad de mando y conocimientos
tácticos y todos consideraron que su caso se ajustaba a lo prevenido en el
artículo 49, casos tercero, cuarto y noveno; artículo 50, caso quinto; artículo
53, caso primero, y artículo 54, caso primero, del Reglamento de la Orden
Militar de San Fernando. Desconozco si se le concedió.
Así mismo, el
diputado liberal demócrata Alfonso Muñoz de Diego, junto con otros diputados
asturianos, ha presentaron a las Cortes una proposición de ley para honrar la
memoria de tan heroico teniente antequerano con la concesión del empleo de
capitán del Cuerpo de Seguridad y Asalto. En este caso, tampoco sé si se le
concedió.
Dejaba viuda,
Carmen Aspiroz Luis, quien fue la que pidió se iniciaran los trámites para la
concesión de la cruz, y dos hijos, José Luis y Carlos.
Soldado Malagueño
Málaga - 2022
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