En el sorteo de mozos de 1849, José Moreno Lozano salió elegido quinto para ingresar en el ejército. Era natural de Ronda y de profesión albañil.
No tengo noticia de adonde fue a hacer el periodo de instrucción, pero si sé que a principios de junio de 1850 fue destinado al segundo batallón de Cazadores de África, Nº 18, que se hallaba en la plaza de Ceuta.
Dicho batallón había sido creado por real decreto de treinta y uno de marzo de 1848, teniendo su organización en dicha plaza, constituyéndose en principio la tropa con voluntarios, prófugos, sentenciados y individuos reformados procedentes de los regimientos de España y Guadalajara, engrosándose también con individuos de reemplazo, como el caso de nuestro joven José, quien fue encuadrado en la quinta compañía.
(Como no tengo información suficiente, dejo también abierta la puerta a que fuese enviado a este batallón como consecuencia de sentencia por algún delito cometido)
Sea como fuere, su estancia en el batallón no tuvo grandes sobresaltos, pues tanto ese año de 1849 como el de 1850, solo ocupado, al igual que sus compañeros, en prestar el servicio de la plaza, estando así hasta finales de febrero o principios de marzo de 1851, cuando enfermó de gravedad y que por los síntomas que manifestaba parece bastante probable que fuera a consecuencia de haber consumido agua insalubre y es posible que se complicara con alguna enfermedad respiratoria.
Sea por lo que fuera -el texto donde he leído la noticia no lo especifica-, le atacó muy fuertemente, afectando a diferentes partes de su organismo, dejándolo en un estado algo más que lamentable, siendo ingresado en la primera quincena de marzo en el hospital militar de las Islas Chafarinas, el cual estaba situado en la isla de Isabel II y que se hallaba habilitado desde el veinticinco de febrero anterior para atender a los enfermos y heridos del ejército de las plazas norteafricanas, junto a los también habilitados de Melilla, Peñón de Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera, adscritos los cuatro a la Capitanía General de Granada.
Los síntomas que presentaba José eran los siguientes:
- organización empobrecida,
- semblante de pajizo a aplomado, con gran tristeza,
- demacración general,
- edemas extraordinarios en las extremidades inferiores, las cuales están completamente contraídas y con grandes equimosis en diferentes puntos,
- carrillos hinchados,
- encías algo fungosas y que sangran al roce,
- tos continua, con dolor agudísimo en todo el pecho,
- pulso frecuentemente blando,
- calor ligeramente aumentado,
- fuerte astricción de vientre,
- prolapsus (prolapso) del recto,
- cuando logra arrojar las heces ventrales, van mezcladas con sangre negra y corrompida.
Tras pasar dos meses hospitalizado en las Chafarinas, pasó al hospital militar de Málaga, donde tuvo ingreso el día quince de mayo y donde recibió tratamiento médico durante noventa días, en el transcurso de los cuales se le solucionó el problema de prolapsus aplicándole enemas emolientes de aceite de linaza, aunque el texto manejado no da más información sobre el resto de las dolencias, tan solo nos dice que a finales de agosto se le concedieron dos meses de licencia para pasar la convalecencia en su pueblo, lo cual puede dar lugar a pensar que hubo mejoría en el resto de las dolencias y que la tranquilidad del hogar contribuiría a mejorarlo.
Esto es todo cuanto he logrado averiguar de este soldado rondeño del reemplazo de 1849.
Aunque han pasado ciento setenta años desde que le dieron licencia para pasar a su pueblo a recuperarse, no puedo, al menos, dejar de pensar que el muchacho se repuso y sanó, cumpliendo el resto de su servicio militar y regresar a su vida anterior.
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